| 14 noviembre, 2021
¿Mediocres? Alguno está más que visto en esa mediocridad, ciertamente heredada, y los demás están por confirmarla, aunque apuntan maneras.
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Yo personalmente no compraría ninguno aunque evidentemente los haya todavía peores.
Pues eso es lo que tenemos con sello España.
Más Blázquez, Osoro. Cañizares, Omella…
Pedro Sánchez no desentona. Aunque con él no dicen que haya intervenido el Espíritu Santo. Con los otros, aunque haya lilas que lo digan, tampoco.
¿Cuál tiene más cara de bobo en la fotografía? ¿El heredado? Opinen ustedes.
El montaje no ha sido cosa mía.
Siempre me ha parecido que el Papa Francisco tiene una predisposición bastante notoria a nombrar colaboradores castellanoparlantes.
Porque no sabe idiomas, como los grandes papas.
Comparar al Cardenal Cañizares con el resto, me parece injusto.
El Nuncio le gana la partida a Omella. Me parece una buena noticia:
https://religion.elconfidencialdigital.com/articulo/conferencia_episcopal/juan-antonio-aznarez-auxiliar-pamplona-sera-nombrado-manana-arzobispo-castrense/20211114135544042669.html
SJ,SJ,SJ… o asimilados a la marca pero sin sin Grabadora…y quieren canonizar al colega que vino de Japón.
Vale.
A estas alturas qué más da…
Pues se han equivocado los que pensaban que Mons. Gil Tamayo iba a ser castrense. Él siempre lo manifestó y no le creyeron. El castrense será Mons. Aznárez, auxiliar de Pamplona. Mañana y estos días saldremos de muchas dudas coincidiendo con la Plenaria de la Conferencia Episcopal y donde la penosa comisión de nombramientos del Nuncio seguirá haciendo de las suyas… Una pena.
Ladaria no me parece tan malo. Es sabido que se opone al Traditiones y además tiene bastante más fuste que muchos otros curiales nombrados por Bergoglio.
Responsables que no mandan y no ordenan, que no estorban. Más inteligentes que los señores cardenales de Barcelona y Madrid.
Los cuatro pertenecen a «desórdenes» religiosas. Una de las características de este pontificado es que las órdenes religiosas acaparan puestos y más puestos, en la curia, entre los purpurados, entre los prelados y en cualquier rincón, justo cuando más desprestigiadas y degeneradas están. Y en el próximo consistorio (ya lo verán) otros cuatro capelos para ellos (uno jesuita: a este paso, ningún cura seglar tiene futuro).
Además permítame que le pregunte algo: ¿recuerda lo de la mirada torva? Si fuera elegido Papa alguno de ellos le pasaría lo mismo.
que marcialito siga delirando.
No sé si decir lo de la cara de bobo es acertado. ¿Le gustaría que alguien lo dijera de personas a las que usted pueda admirar?
Como es bien sabido, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. El problema es que estamos ante cinco invidentes. Y, claro, un ciego no puede guiar a otro ciego…
Sin objetar el fondo de lo que usted dice, permítame una mínima precisión. Al afirmar que la Congregación para la Doctrina de la Fe es todavía presidida por el Papa incurre en un cierto anacronismo. El régimen que usted afirma vigente cambió en los sesenta del pasado siglo.
Es cierto que, históricamente, la prefectura de la entonces Sagrada Congegación del Santo oficio quedaba reservada al Papa mismo.
El motu proprio “Integra servandae” de 7-12-1965 mudó el nombre del dicsterio y lo reorganizó, Su art. 2 estableció: “Ei praeest Summus Pontifex, eamque dirigit Cardinalis Secretarius, iuvantibus Adsessore, Substituto et Promotore Iustitiae.” El Papa continuó presidiéndole pero la dirección pasó al Secretario. Por respeto a esa prefectura nominal del Papa, el secretario Ottaviani, fue nombrado, el 9-2-1966, Pro-Prefecto, y no Prefecto, aunque era cardenal desde hacía varios años.
El cambio sustancial se produjo en virtud de la constitución apostólica “Regimini Ecclesiae Universae” de 15-8-1967, reorganizadora de la Curia Romana, A propósito de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el art. 30 estableció: “Ei praeest Cardinalis Praefectus, iuvantibus Secretario Subsecretario et Promotore Iustitiae.” Nótese la diferencia con al régimen anterior: la presidencia pasó del Papa al Cardenal Prefecto, y el Secretario pasó de director a ayudante.
Consecuentemente, a comienzos de 1968 Ottaviani renunció a la pro-prefectura y se nombró, ahora sí, un prefecto: el cardenal Franjo Seper (1)
En suma, desde 1968, la Congregación para la Doctrina de la Fe es no solo dirigida sino también presidida por el Prefecto. El Papa es el Papa y está por encima, pero técnicamente no es presidente del dicasterio.
(1) Alguna fuente afirma que Seper fue también Pro-prefecto por breve tiempo, desde la renuncia de Ottaviani hasta su nombramiento como Prefecto un mes después, pero ni tengo por incontrovertido el dato ni comprendo por qué Seper, cardenal desde hace varios años, no podía ser nombrado Prefecto directamenete, máxime cuando la constitución apostólica atribuía la presidencia a un cardenal prefecto.
Si se tiene en cuenta el poco aprecio que Francisco muestra por España, lo que señala «El Debate» es algo que llama la atención, como también que en todos los consistorios de creación de cardenales convocados por Francisco algún español haya sido agraciado con la púrpura.
Parece que los lazos culturales son más fuertes que la leyenda negra antiespañola.
El mancorí Ladaria es el epítome del Pontificado de Francisco, la indefinición doctrinal. No ha habido en la Congregación de la Fe secretario (el presidente es el Papa, dada la importancia del dicasterio) persona tan poco sólida en el conocimiento del dogma y la moral cristiana. Tuvo sus más y sus menos con la Congregación por sus explicaciones del pecado original, llamémoslas curiosas. Cualquier comparación con Ottaviani, Ratzinger o el defenestrado que le precedió, es hiriente para ellos, por injusta. Desde hace siglos, al menos desde el Vaticano I, no había zozobrado tanto la Iglesia por culpa de un dúo tan inconsistente, como el del Secretario y el del Presidente. Francisco, recuérdese, arrojó al cardenal germano secretario de la Congregación porque su dicasterio se había opuesto a determinados devaneos doctrinales del pontífice argentino. Eran tiempos en que Francisco aplaudía la teología de rodillas que, decía, como suena, era la de Kasper, entronizaba a Lutero como testigo del Evangelio o disparataba tout court a prop´ósito de la Eucaristía. Eran los momentos sublimes en que Dios no era católico o lo importante es una sola fe. La doctrina paulina sobre la Eucaristía era rigidismo, mirar al pasado, clericalismo y sepa Dios qué más.
Por eso urgía eliminar –tal cual– a Müller. Y declarar (ante los jesuitas formandos en Bogot´´a) que los cardenales de los dubbia no habían leído entera la Amoris Laetitia.
Dos jesuitas, un Legionario de Cristo, y un misionero, son cuatro personas que han demostrado capacidad de gestión y trabajo sin crear problemas.
Son ideales para tenerlos como colaboradores, sobre todo si alguien como yo desconocen sus trayectorias pastorales. (No creo que profesionales sea lo adecuado).