Feliz Pascua de Resurreción

Hoy es el día más triste del año. El día sin Dios. Se ha muerto. Está muerto. Claro que tenemos la esperanza de mañana. La certeza de la Resurrección. Somos mucho más afortunados que los discípulos que no estaban seguros de la palabra de Dios. Si no meto mi mano…, decía aquel que era de los más suyos. Pero que no se lo creía. Y pienso que tras la muerte del Viernes Santo tampoco se lo creían los demás. Todo se había acabado. Volver a las barcas y a las redes tras un monumental fracaso. Años perdidos, ilusiones muertas, milagros sin sentido. Pedro había oído cantar al gallo. ¿Pero qué es un pobre gallo? Mañana cantarán los cielos la gloria de Cristo Resucitado. Hoy, en este día triste y sin sentido, en el que volverá a encenderse la luz en la hermosa vigilia Pascual, cuando se agote el sábado y esperemos el domingo glorioso. El domingo de nuestra fe. Ese que quieren arruinar teólogos malditos que pecan contra el Espíritu Santo. En España no hay costumbre de felicitar la segunda Pascua que pienso es la que confirma la primera. Sin esa todo habría sido vano. Un Niño que nació para morir en la Cruz, como los malhechores. Y así se acabó todo. Pobre historia aunque hubiera arrastrado multitudes. Y multitudes escasitas. En otros países de raíces cristianas, sembradas por España. se felicita lo que aquí sólo lo hacemos en la Navidad. Claro que lo agradezco, querido Augusto, querido Antonio, queridos más, y os devuelvo agradecido vuestro deseo de felicidad en Cristo Resucitado. En la Iglesia rusa creo que es saludo gozoso. Tras tantos años negros en los que seguramente se decía en voz baja y hasta con riesgo de la vida. Cristo resucitó. En verdad ha resucitado. Hoy lo pueden decir ya sin trabas y en alta voz. Los muertos, para siempre, son otros. Y en la ignominia. Un excelente poeta y muy querido amigo me felicita esta Pascua con unos hermosos versos. Que aquí os los dejo: El cansancio de Cristo     “Venid a mí todos los cansados y los agobiados, y yo os haré descansar”                                                                                                            Mt. 11,28   “Mi Rostro irá delante de ti y te daré descanso”                                                                                                              Ex.33,14.     A pesar de la cruz no eres fatiga, ni a pesar de los clavos ajetreo. Tu extenuación, decía el Cireneo fue la del sol bruñiendo cada espiga.   De armadura la sangre y de loriga, te cubrió cuando exánime eras reo, cuando el feroz clamor del pueblo hebreo segó la vid y cultivó la ortiga.   Apenas si te oyeron una queja -soliloquio del Hijo abandonado que obedece en la sed y en el dolor-   Tu cansancio no tiene olor a oveja, huele a incienso de Dios glorificado a fragancia de Rey y de Señor.   Antonio Caponnetto