Excelente instrucción pastoral del obispo de Jaén. Para mí, segunda y gratísima sorpresa de este obispo.

Tenía por Don Amadeo Rodríguez Magro muy magro concepto. Vicario general de Antonio Montero, tan simpático como oportunista, y en sus tiempos lo oportuno era ir de progre, no me produjo el menor entusiasmo que en 2003 le nombraron obispo de Plasencia. Donde fue un mediocre obispo, ni bueno ni muy malo. Lo que es ser malo aunque en pequeñas dosis.

No supo hacerse con la diócesis, que no le quiso nunca, tampoco le odiaba, y eso no lo llevaba bien y piaba por ir a otra. O eso decían muchos. Estuvo a punto de que le dieran Cádiz pero eso se truncó a ultimísima hora. Y ya en edad inverosímil, 2016, cuando ya tenía 70 años, hoy está a quince días de cumplir los 72, le enviaron a Jaén.

Una mediocridad sucedía a otra mediocridad que a su vez había sucedido a una calamidad. Pobre Jaén. Llegó como es él, acomodaticiamente. Procurando no molestar, cargando con lo malo, que lo hay y señaladamente en su proximidad, y sin que nadie esperase grandes cosas ni siquiera pequeñas, de su pontificado necesariamente muy breve.

Pues al olmo seco no le ha salido un brote verde sino dos ramas frondosas que han dejado al caduco árbol con muy buena apariencia. Hasta para que los pájaros acudan a depositar allí sus nidos.

Dos instrucciones pastorales excelentes. Y en brevísimo tiempo. Una sobre la comunión y otra sobre la Cuaresma y la confesión que me parecen de cuadro de honor. De lo mejor que han escrito nuestros obispos últimamente. La primera ya la traje al Blog, con entusiasmo, y ahora os traigo la segunda. Igual o mejor:

https://drive.google.com/file/d/1-uPDEsp4gfr1hAGwJ6hNr7TuOZGSz9_F/view

Uno no oculta lo que piensa y lo dice. Con absoluta libertad y seguro que equivocándose en ocasiones. Estoy seguro de que Don Amadeo no me tiene grandes simpatías, ni pequeñas, y es posible que merecidísimas por mi parte. Pero a Dios lo que es de Dios, a mí lo que me corresponda y a Don Amadeo en esta ocasión, que ya son dos, mi admiración y reconocimiento.  Ha estado usted bordado. Qué el Señor se lo pague.