ERRAR ES HUMANO…
Errar es humano, perseverar en el error es bergogliano. Hoy, después de todo un día muy agitado en la Unidad Básica instalada en Santa Marta, ya que el papa Francisco recibió a trece gramialistas y a la ministra de desarrollo humano, en una jornada cuya única nota espiritual, fue el regalo del Santo Rosario a los representantes de los obreros, en su permanentemente buscado equilibrio, Francisco recibió a empresarios.
Pero esos empresarios de “la Argentina, México, Estados Unidos, España, Francia e Inglaterra”, huelen a un invento de Francisco, porque se parecen demasiado a Scholas Ocurrentes. En lo que conozco, o sea de la Argentina, no hay ninguno importante.
Así lo informa “La Nación” diario de ayer, 19 de septiembre, en una nota titulada: “El Papa se reunió con empresarios argentinos” con un subtítulo ilustrativo: MENSAJE.”Hagan mucho más lío” les sugirió a los miembros de Vitae Global: nuevas generaciones”.
En la nota se destaca que los visitantes integran una fundación de origen argentino “que tiene por objetivo transmitir esperanza, amor y belleza a las nuevas generaciones a través de las artes, los medios de comunicación y el entretenimiento”. Es un lenguaje propio de Francisco y sus seguidores, genérico y ambiguo.
El hacer “mucho más lío”, es algo lamentablemente original en un papa. El lío, según el Gran Diccionario Espasa de Sinónimos y Antónimos, cuando no es un atado de ropa, es “caos, confusión, desorden, embrollo, enredo” o sea enemigo del orden.
Y el orden es la base sobre se pueden alcanzar la justicia y la paz, incluso la “justicia social” por la cual aboga el mismo parridario de incrementar el lío. ¿No estará Bergoglio incurriendo en uno de los nuevos pecados, el pecado contra la paz?
Pero me resisto a volverme loco y me refugio en los grandes conceptos, elaborados a lo largo de los siglos, por los filósofos y teólogos clásicos.
En una obra de juventud, el capítulo acerca del orden tieme dos capitales: uno de Le Fur que dice: “Todose relaciona en la vida del hombre: no hay bondad, ni belleza, ni verdad, ni justicia en el desorden: el otro de Oliveira Salazar: “El orden es el clima de la belleza”.
Ya en los poetas griegos, el buen orden aparece asociado a la justicia, junto con la buena Bía o sea la fuerza justa y la paz. Sus enemigas son la mala fuerza o sea la violencia, Eris, la pendencia y finalmente, Hybris, la desmesura, la incontinencia.
Para precisar el concepto de orden, recurro a la enseñanza de san Agustín, quien en “La Ciudad de Dios”, lo define como “la disposición que asigna a las cosas diferentes y a las iguales el lugar que les corresponde” (XIX, 13, l).
Sin orden no puede existir la justicia, pues como expresa Pío XII, en su Mensaje de Navidad de 1942, “dos elementos primordiales rigen la vida social: la convivencia en el orden, la convivencia en la tranquilidad” (Doctrina Pontificia, Documentos Jurídicos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, p. 176). Nada de lío y menos de “hacer más lío”.
Este orden jurídico social, lo define Maurice Hauriou como “una organización de la sociedad con el fin de asegurar la subsistencia del grupo, realizar la empresa de una civilización y en vista de obtener , por equilibro apropiado, el movimiento del conjunto de situaciones y relaciones sociales”(Précis du Droit Constitutionnel, pág, 34.
Vuelvo a citar a Pío XII, para quien el orden “es la base de la vida social de los hombres, de seres intelectuales y morales, que tienden a realizar un fin conforme a su naturaleza” y refutando por anticipado los desvaríos de su sucesor Francisco, nos enseña que “una clara inteligencia de los fundamentos genuinos de toda vida social tiene una importancia capital, hoy más que nunca, cuando la humanidad, intoxicada por la virulencia de errores y extravíos sociales, alimentada por la fiebre de la discordia de ambiciones, doctrinas e ideales, se debate en el desorden que ella misma ha creado” (Doctrina Pontificia, Documentos jurídicos, ed. cit., p. 176).
Pío XII, aristócrata, estudioso, agudo, inteligente y responsable, no podía ni soñar que un sucesor suyo, a quien prefiero no calificar, incrementaría la intoxicación y el desorden.
El orden y la paz están tn ligados que san Agustín define a la última, como “la tranquilidad en el orden” y vuelvo al magisterio de Pío XII, quien distingue y aclara que “la mera coexistencia no merece el nombre de paz que la tradición cristiana formada en la escuela de las altas inteligencias de Agustín y de Tomás de Aquino aprendió a deninir como ‘tranquilitas ordinis’… y que supone una serie de relaciones convergentes hacia un fin común, justo y recto” (Documentos Políticos. Ed. cit., p.1016).
Una sociedad goza de una paz verdadera cuando los individos y los grupos que en ella se integran ocupan el lugar que les corresponde.En ella el papel armonizador, el señalar a cada uno el lugar que le corresponde pertenece a la justicia, que da a cada uno lo suyo, respecto de la cual asistimos a la polémica estéril entre Francisco y Milei, dos incluturas sumadas, lo cual exige otra nota clarficadora.
Buenos Aires, septiembre 20 de 2024. Bernardino Montejano