| 06 enero, 2024
EN RECUERDO DE UN GRAN CARDENAL
Hace ya muchos años conocí en Guadalajara, Méjico, a un gran cardenal, Juan
Sandoval Iñiguez, hoy conocido por ser uno de los cinco que presentaron las
dubia acerca de la sinodalidad.
Era un hombre entero, varonil, combativo. No era un mamarracho como algún
compatriota que con cara de malo y mientras se acariciaba el bigote me dijo: en Méjico somos
todos machos, a lo que le respondí: en la Argentina somos mitad machos y mitad hembras y lo
pasamos bastante bien, chiste que no le gustó.
Estaba en esa preciosa ciudad invitado para participar en un congreso titulado “El
claroscuro de los derechos humanos”. Los invitados especiales, fuera de las reuniones, tuvimos
un almuerzo con el cardenal y cada uno habló acerca del tema. Fuimos aprobados por el
arzobispo en forma explícita y sin vueltas, para después exponer el prelado, quien comenzó su
exposición relatando un encuentro que había tenido con la encargada de los derechos
humanos del Estado. Fue muy explícito, confesó que tenía un loro que se metió en la
conversación al principio para después retirarse y dejar que conversaran los humanos. Y con
una sinceridad que nunca he visto en ningún obispo argentino, nos dijo: “Allí, se pudrió todo”.
Aclaro que Guadalajara estaba gobernado por el PAN, una especie de PP mejicano.
Con la misma claridad ahora el cardenal arremete y expresa: “La sinodalidad es el
Caballo de Troya, introducido en la Iglesia para destruirla”.
Y continúa: “La sinodalidad es democracia, solo que Nuestro Señor Jesucristo que
fundó la Iglesia, la quiso jerárquica… se quiere hacer una Iglesia democrática en la que todos
puedan opinar con el mismo derecho en materia de fe y costumbres y establecer normas para
la vida de la Iglesia”.
Agrega que “con la sinodalidad se abre la caja de pandora para que salgan a la luz y
sean aceptados por la Iglesia todos los errores en doctrina y moral que habían sido
denunciados por el papa Pío X con el modernismo”.
Por último, el arzobispo emérito de Guadalajara denuncia que los errores del Sínodo
alemán, como la aceptación del matrimonio homosexual o la ordenación sacerdotal de
mujeres, que ya están en la agenda del Sínodo de Roma.
Cuando lo conocí, Sandoval Iñiguez tuvo la bondad de regalarme un libro que ahora
tengo ante mis ojos “Budismo y Cristianismo ante el Dolor”, obra de su hermano el Pbro. Lic.
José Sandoval Iñiguez, misionero en Corea, después de haberlo sido un lustro en Perú. En esa
fecha, se dedicaba al cuidado pastoral de los enfermos en un gran hospital de Sun Chon, Corea
del Sur.
Con la misma claridad que su hermano el cardenal, este misionero en el lejano Oriente,
establece las netas diferencias entre el cristianismo y el budismo, base de todo diálogo que no
quiera acabar en un macaneo.
El libro, editado en 1999 comienza estudiando a Buda y al Budismo, para luego realizar
un análisis comparativo del budismo y el cristianismo ante el sufrimiento, la enfermedad y la
muerte. Mucho aprendí en sus páginas.
Gracias veterano cardenal Sandoval Iñiguez por su ejemplo de ayer y de hoy; por su
regalo tan valioso. Estoy seguro que Santo Toribio de Mogrovejo, designado por Juan Pablo II
patrono de los obispos de Iberoamérica, trabajo ímprobo hoy con los prelados que tenemos,
en especial en la Argentina, está orgulloso de usted.
Bernardino Montejano
¿Pero ha muerto?