En Germinans parece que están contentos con Omella

Pues me parece muy bien. Aunque Dios quiera que  sean algo más que ilusiones. http://germinansgerminabit.blogspot.com.es/2015/12/la-llamda-del-papa-omella-en-noviembre.html Ciertamente se van a encontrar en Barcelona con un arzobispo de otro talante. O tarannà. Pero eso es lo normal. Osoro es muy distinto de Rouco, Cañizares de Osoro, Jiménez Zamora de Ureña… Eso, en principio, no es bueno ni malo. Sólo que son distintos. Entiendo perfectamente que Germinans esté esperanzado porque con Sistach no les fue bien. Hasta en los tribunales se vieron por una decisión equivocadísima del arzobispo que se la tuvo que tragar. Pienso que muy mal aconsejado y venciéndose en su talante pacifista que es lo que le pedía el cuerpo. Aunque no hay obispo ni arzobispo que no se rebote ante todo lo que no sean adhesiones inquebrantables. Incluso a lo impresentable. Pienso que los días finales de Sistach fueron bastante más conciliadores y que Germinans no se cebó con su victoria. ¿Es Omella rural y Sistach urbanita? Que el cardenal es de asfalto parece evidente pero tampoco acentuemos los pajaritos, los prados y las puestas de sol del nuevo arzobispo. Lo de que yo soy un cura de pueblo puede quedar muy campestre y simpático pero no dice nada importante en el caso más que dudoso de que fuera cierto. Además hay curas de pueblo impresentable y otros que siempre han sido de ciudad extraordinarios. El elogio de la aldea no suele pasar de una cursilada. ¿Qué le gusta pasear por el campo? A mí también. Y al cardenal Rouco. Que seguramente tiene muchos más kilómetros camineros en sus piernas que monseñor Omella. Como Carles. Sistach posiblemente ni en las Ramblas. Pero eso no hace ni bueno ni malo. Yo creo que Omella ha sido siempre un obispo ortodoxo. Aunque desconozco sus años de auxiliar de Yanes. Como cura había sido abiertamente contestatario con su arzobispo, entonces monseñor Cantero. Tengo fama, cierta o exagerada, de debelador de obispos. No recuerdo haber criticado el ministerio de monseñor Omella ni en Barbastro ni en Calahorra-Logroño. Más bien lo he alabado. Y si no hubiera sido ortodoxo no lo hubiera hecho. Ya sobre otras presuntas actuaciones de política eclesial que le han imputado la historia dirá si han sido ciertas o no. Llega a Barcelona un obispo distinto. Más simpático, más populista, más de calle… Dios quiera que lo haga bien pero eso está en veremos todavía. Cualidades no le faltan y espero que voluntad tampoco. En mí, de momento, tiene un observador favorable, me ha alegrado el nombramiento, aunque hubiera preferido otro, y así lo he manifestado. Tendrá, como todos, somos humanos, equivocaciones. Esta cigüeña no está al acecho. Y creo ser bastante comprensivo dentro de unos límites. Pero Barcelona es mucho Barcelona y necesita un revulsivo que detenga la marcha hacia el abismo. O hacia un abismo todavía más profundo. No es nada fácil. Digamos que estoy levemente esperanzado. Y mi voluntad es dar cuenta de los logros en ese sentido de Omella. Pero ya es cosa suya lograrlos.