Todavía quedan allí bien nacidos,.
En el Día de la Hispanidad… como humilde tributo a España…
Romance de “La Santa María”
Partió del Puerto de Palos
entre gran algarabía,
en busca de nuevas tierras,
su nombre, Santa María.
Con madera de Cantabria
ella fue bien construida
pues su destino final
el mismo Dios preveía.
Capitana entre las naves
que la Santa Reina envía,
“La Pinta” el nombre de una
“La Niña” su compañía.
Su almirante porta a Cristo
y a toda su angelería.
Y a la Virgen del Milagro
que en La Rábida lucía,
prosternado ante sus pies,
le implora y ruega a porfía,
ya que ella vino del mar,
que bendiga su osadía.
Prestas están ya las naves,
prestas las cargas uncidas,
prestas las velas cruzadas,
presta la marinería,
prestos todos los avíos,
prestos para la partida.
Allá zarpan valerosos
hacia el sol que se ponía
a comenzar una hazaña
que por siempre quedaría
para la gloria de España
y de la Virgen María.
Y ya en el mar proceloso
amanece la plegaria
que bendice al nuevo día
y a la luz nueva del alba,
que como gracia sin par
es el Señor quien la manda.
Y al momento del ocaso,
cuando la noche se aguarda,
cuando el sol baña sus rayos,
cuando la paz pide el alma,
y cuando el cuerpo reposo,
hacia el oriente cantada,
se escucha de viva voz
de “la Salve” la tonada.
Va la nave Capitana
buscando azul su destino,
el Almirante la guía
y surca el mar sin respiro.
Las estrellas ya le indican
el final de su camino.
Mías serán estas tierras,
dice la “Santa María”,
pues llevo el nombre de quien
aquí ha de reinar un día.
Encallaré en una playa
con arena blanca y fina
y será en la Nochebuena
cuando Cristo nacería;
volverá a nacer aquí
en esta región bravía.
Y mis partes han de ser
fuerte, bastión y guarida.
Mi madera será adarve,
será mi cofa vigía,
mi velamen oriflamas,
mi timón será la guía,
mi trinquete un mirador,
mi ancla una cruz erguida,
mis bombardas protección,
mi bauprés mano extendida,
mis mástiles un torreón,
Volvieron las otras naves
de regreso de ultramar
para iniciar la conquista
que jamás se ha de olvidar.
Se quedó “Santa María”,
–se quería ella quedar–,
pues de amores, Madre mía,
sólo nos quiere tratar.
Y así fue de un lado al otro
donde anhelaba reinar,
sentó reales en las villas
que España logró fundar,
su nombre “Santa María”
se encuentra en todo lugar.
Emperatriz de la América,
del Tepeyac al Luján,
del Atlántico al Pacífico,
de la Alaska al Mar Austral,
nos cobija con su manto,
con su mano amor nos da,
sus ojos miran al Hijo,
le piden que nos dé paz,
y que todos seamos dignos
de su promesa alcanzar.
Diego A. Ibarra (febrero de 2023)
1.- Sobre Nuestra Señora del Milagro del Monasterio de la Rábida: (“…le implora y ruega a porfía, / ya que ella vino del mar, / que bendiga su osadía…”). “Según se relata en un antiguo romance del año 331, San Macario, por aquel entonces obispo de Jerusalén, hizo entrega al capitán Constantino Daniel de una imagen de la Virgen, labrada por San Lucas, para que la dejase en el lugar que ocupa actualmente el cenobio de La Rábida. Durante la invasión musulmana, la talla fue sumergida en el mar para que no resultase dañada. Siglos más tarde, en el año 1472, cuenta la tradición que unos marineros de Palos y Huelva echaron sus redes mientras faenaban en la Ría del Tinto y, en el primer lance, encontraron la imagen de la Virgen enredada en las mallas, hallando la del Niño en el segundo lance y un fragmento del mismo en el tercero. Al no ponerse de acuerdo ninguno de los marineros sobre la propiedad de la imagen de la Señora, la colocaron en la proa de la barca y dejaron que la corriente decidiera. Fueron vanos los intentos pues, curiosamente, la barca con la imagen siempre terminaba en La Rábida, donde quedó la imagen milagrosamente recompuesta desde que comenzó a ser custodiada por los Padres Franciscanos que moraban en el monasterio” (MORGADO, José Alonso. La imagen de Nuestra Señora de la Rábida, generalmente llamada de los Milagros, en Sevilla Mariana, Tomo I, Sevilla, 1881, págs. 138-147.
2.- “…amanece la plegaria / que bendice al nuevo día / y a la luz nueva del alba, / que como gracia sin par / es el Señor quien la manda…”. La tripulación de las tres naves, recitaba diariamente al despuntar el día, presididos por el Almirante, la “Plegaria al amanecer”, que dice así: “Bendita sea la luz / y la Santa Vera Cruz / y el Señor de la Verdad y la Santa Trinidad. / Bendita sea el alba/ y el Señor que nos la manda. / Bendito sea el día / y el Señor que nos lo envía. Amén”. A su vez, al atardecer, toda la tripulación entonaba la “Salve Regina”.
3.- “… y será en la Nochebuena / cuando Cristo nacería… Y mis partes han de ser / fuerte, bastión y guarida…”. El primer asentamiento español en América fue el “Fuerte Navidad”, construido con los restos de la “Santa María” que había encallado el 24 de diciembre de 1492, a las doce de la noche.