El Washington Post pide la renuncia del Papa Francisco

Para un católico no es determinante lo que diga ese importante e influyente diario norteamericano. Pero sus opiniones deben al menos conocerse. Y tomarse nota del giro radical que  ha supuesto el periódico respecto al Papa Francisco.

Cuando el actual Pontífice llegó al Vaticano, transcurridos los primeros meses de sorpresa y entusiasmos, salvo algún deslenguado irrespetuoso  que hasta osó mencionar miradas torvas, pareció, no diré yo que hubiera vuelto a nacer Jesucristo para predicarnos un nuevo Evangelio pero sí al menos otro Juan Bautista para predicarnos una salvación que los Sumos Sacerdotes y los Escribas nos habían ocultado. Y curiosamente quienes siempre habían odiado a la  Iglesia y propiciado su desaparición eran los más entusiasmados con el nuevo Papa a quien creían su aliado en la destrucción de la Iglesia.

Pero eso se ha torcido y en doble dirección. Hay católicos que piensan, con razón o sin ella, y yo ahora no voy a pronunciarme porque no me da la gana, que el Papa está dañando gravemente a la Iglesia. Y enemigos declarados de la Iglesia, como el diario mencionado, le declaran la guerra por considerar que es un aliado vacilante y  merecedor de escasísimo crédito.

Pues para un populista nato como Francisco la  situación tiene que ser muy dura. Los que saben lo que quieren se le rebotan y sólo le quedan los asalariados y los que no se enteran  de nada. Pero estos últimos, con tanta campaña, ya se van enterando y desapareciendo. De la Iglesia, de la Plaza de San Pedro, de misa, de la declaración de renta…

A mí me parece una tragedia eclesial que aunque pueda darme la razón no me alegra nada. Francisco parece gafado, no voy a decir que por el Espíritu Santo, no soy nadie para ello, pero digamos que… por  la casualidad.

Repudiaba a Trump, pues toma Trump. A Macri, pues Macri. Los que parecían gustarle: Evo, Maduro, Castro, Ortega, Cristina, Lula…, hundidos en la corrupción cuando no en el crimen. Sus llamamientos a la inmigración en Italia hunden los votos de cualquiera. Y propician alarmantes renacimientos neonazis en más  naciones europeas. Todavía está por ver la respuesta, nula, a que conventos, casas de religiosos y parroquias acojan inmigrantes.  Y más tras ver los miles y miles de acogidos en el Vaticano. Mueve realmente a la lágrima el saber que en su apartamento de Santa Marta conviven con él cinco familias de refugiados, gays tres de ellas, que en el gran ático de Bertone. en su terraza, están instalados más de cien sirios y que en la cama del alojamiento pontificio del secretario del cardenal Coccopalmerio duerme siempre alguien  bajo la protección papal.

Ya de chorradas, como el calentamiento global, los laudatos si y otras similares, que no digo que lo sean pero sobre lo que la autoridad del Papa Francisco es puro voluntarismo pues igual sabe de eso lo mismo que yo, o sea nada, ni tampoco parece que sea ese el anuncio del Evangelio, pues para quienes quieran leer esa Encíclica. Uno, hasta el momento, ha prescindido de ella sin el menor  problema. Sin embargo me hubiera interesado conocer la respuesta de Francisco a los dubia de los cuatro cardenales. A él le debe parecer mucho más teológico y eclesial el calentamiento global y la temperatura del agua en el mar de Bering. Que es para lo que Jesucristo instituyó el Papado.

Todo ese tinglado ya no lo sostienen frasecitas populistas en los aviones. Hasta el Washington Post se ha dado cuenta.. Y va a por el Papa.