EL “TRUCHO” Y EL ORDEN NATURAL

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De Francisco a "Tucho": del linaje al legado | Modo Fontevecchia
EL “TRUCHO” Y EL ORDEN NATURAL
Durante muchos años enseñé a mis alumnos, en la UBA, en la UCA y en la
USAL, la doctrina de Santo Tomás de Aquino que señala tres inclinaciones naturales: a
conservar el ser, a conservar la especie mediante la unión sexual basada en la
diversidad del varón y la mujer y ordenada a la procreación y educación de los hijos y a
la vida social, incluso con algunas correcciones que al Aquinate le hubieran gustado,
como cuando en el primera y siguiendo a Saint-Exupéry hablábamos no de mera
conservación, sino de permanencia en el ser, como en el caso de una Gianna Beretta
Molla que sacrifica su vida temporal para que su hija pueda vivir. Muere en el tiempo
para permanecer en la eternidad y esa hija puede asistir a la canonización de su madre.
Es lo que enseña el piloto cuando escribe con su particular estilo, no apto para
bobos, como un pichón de filósofo incapaz de volar porque no le crecieron las alas:
“Salvaré al niño contra la madre, porque primeramente él fue de ella. Pero ella es
ahora de él… salvaré el sentido del amor para que puedas pertenecerle, contra el amor
que sería tuyo como una adquisición o un derecho, porque entonces no ganarías el
amor” (Ciudadela, CXCVIII). O sea, la madre al concebir un hijo, este es de ella; pero
una vez concebido ella es del hijo, está a su servicio, hasta dar su vida por él. No tiene
derechos sino deberes hacia él, aunque sea un nasciturus malformado y es por eso,
que Juan Pablo II critica a las técnicas de diagnóstico prenatal “cuando se ponen al
servicio de una mentalidad eugenésica que acepta el aborto selectivo para impedir el
nacimiento de niños afectados de varios tipos de anomalías. Semejante mentalidad es
ignominiosa y reprobable” (Evangelium vitae, 63).
Pero volvamos desde las cumbres a la ciénaga. Hoy en la Argentina se
reconocen al decir de Lorenzetti (Ricardo) el malo, al decir de Luis María Bandieri,
distintos tipos de matrimonio que generan diversas especies de familia. Aquí aclaro
que Lorenzetti el bueno es Ambrogio, el artista italiano del siglo XIV, autor del fresco
“El bien gobierno” que admiramos un día en el Palacio Municipal de Siena, junto al
recordado Claudio Finzi.
En nuestro Curso de Derecho Natural, después de un largo argumentar
llegamos a esta conclusión: “todas las uniones sexuales que se gestan fuera del
matrimonio monogámico e indisoluble, impiden o estorban el cumplimiento de sus
fines y son contrarios al Derecho Natural” (8ª. Edición. Lexis-Nexis, p. 222).
La voz clara, unívoca y docente de Pío XII nos recuerda algo básico: “los dictámenes
del Derecho Natural y las verdades de la Revelación nacen, por diversa vía
nacen como dos arroyos de agua, no contrarios sino concordes, de la misma fuente
divina” (1/6/1941).
Pero hoy, los católicos debemos soportar que se bendigan uniones sexuales
contrarias al Derecho Natural y a la Revelación divina, amparadas en una disposición
canónica redactada por quien debería ser custodio de ese Derecho y de esa
Revelación, el cardenal besuquero “Trucho” Fernández y avalada por el papa
Bergoglio, ambos argentinos, para humillación y vergüenza nuestra.
¿Cuál es la respuesta que esperamos de los obispos y sacerdotes?: la
desobediencia, porque está mandado: “Hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres” (Hechos, 4, 19).
Buenos Aires, enero 1° de 2024.
Bernardino Montejano
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