2 comentarios en “El regreso de Francisco en Specola”
Poco a poco van saliendo más detalles. Ahora sabemos que el estado del Papa era mucho, MUCHO más grave de lo que nos habían dado a entender y que hubo momentos en que los médicos pensaban que no lo contaba. Es decir, que los rumores de que se estaba muriendo, aunque exagerados, tenían una base real. ¿Qué más nos han ocultado? De transparencia, nada. Esto es tan «transparente» como cuando dijeron que Juan XXIII tenía un problema de estómago y lo que le pasaba en realidad era que el «problema» era un cáncer muy agresivo que le estaba devorando vivo y que lo llevó a la tumba en menos de un año.
No sé si esto puede sonar raro viniendo de mí (todos saben que no soporto a ese ñor de Roma) pero prefiero que el pontífice se recupere, a ver si los «abdicacionistas» se callan de una vez. Además, a la Iglesia no le conviene un cónclave con más de ciento treinta purpurados; mejor que ese número se vaya reduciendo: desde ahora hasta el 31 de diciembre perderán el voto doce cardenales; tres en breve plazo: Aós, Alencherry y Osoro. España perderá peso en el cónclave (aunque ni Aós ni Osoro son fiables, por lo que creo una excelente noticia que dejen de ser votantes). A lo mejor tenemos suerte y, con la pérdida del voto de Radcliffe y Nichols, nos libramos de dos elementos venenosos y Gran Bretaña pierde el peso que nunca debió haber alcanzado (tres votantes, mientras Méjico tiene dos). Por todo ello, mejor que el papa aguante unos meses y que no nos haga la puñeta muriendo antes de tiempo (este señor es capaz de cualquier cosa sólo por jorobarnos).
Poco a poco van saliendo más detalles. Ahora sabemos que el estado del Papa era mucho, MUCHO más grave de lo que nos habían dado a entender y que hubo momentos en que los médicos pensaban que no lo contaba. Es decir, que los rumores de que se estaba muriendo, aunque exagerados, tenían una base real. ¿Qué más nos han ocultado? De transparencia, nada. Esto es tan «transparente» como cuando dijeron que Juan XXIII tenía un problema de estómago y lo que le pasaba en realidad era que el «problema» era un cáncer muy agresivo que le estaba devorando vivo y que lo llevó a la tumba en menos de un año.
No sé si esto puede sonar raro viniendo de mí (todos saben que no soporto a ese ñor de Roma) pero prefiero que el pontífice se recupere, a ver si los «abdicacionistas» se callan de una vez. Además, a la Iglesia no le conviene un cónclave con más de ciento treinta purpurados; mejor que ese número se vaya reduciendo: desde ahora hasta el 31 de diciembre perderán el voto doce cardenales; tres en breve plazo: Aós, Alencherry y Osoro. España perderá peso en el cónclave (aunque ni Aós ni Osoro son fiables, por lo que creo una excelente noticia que dejen de ser votantes). A lo mejor tenemos suerte y, con la pérdida del voto de Radcliffe y Nichols, nos libramos de dos elementos venenosos y Gran Bretaña pierde el peso que nunca debió haber alcanzado (tres votantes, mientras Méjico tiene dos). Por todo ello, mejor que el papa aguante unos meses y que no nos haga la puñeta muriendo antes de tiempo (este señor es capaz de cualquier cosa sólo por jorobarnos).