2 comentarios en “El obispado de Vitoria replica a El Correo”
PNV y arrupitas, acosando a monseñor Elizalde por tierra, mar y aire:
«La controvertida gestión del obispo de Vitoria»
El intento de controlar Egibide con un director afín pone en el foco a un prelado al que feligreses y sacerdotes críticos acusan de «muy conservador»
Jon y su mujer tienen cuatro hijos. Sí, son de esas familias de las de misa todos los domingos y los días de guardar. Sin embargo, desde hace unas cuantas semanas han decidido dejar de ir a su parroquia, la de Santa Clara en Zabalgana. «El nuevo sacerdote parece un telepredicador y no nos sentimos cómodos ni con lo que dice ni con cómo lo dice: es ultraconservador y no lo oculta», explica el feligrés, una de las muchas ‘ovejas’ del nutrido ‘rebaño’ que el añorado sacerdote Koldo Montoya logró conducir al redil contra viento y marea. Tras su muerte, el sustituto designado por el obispo Juan Carlos Elizalde «espantó» a no pocos fieles.
El ambiente, muy enrarecido, que se respira en la parroquia de Zabalgana es solo un ejemplo de los vientos de tensión que arrecian en los últimos tiempos en la Diócesis de Vitoria. Hasta ahora, solo un grupo de fieles críticos había alzado la voz en distintas cartas en las que, abiertamente, ha cuestionado la idoneidad de Elizalde para ostentar el cargo de máxima autoridad de la Iglesia alavesa y le han llegado a acusar de pretender crear en la provincia «un parque temático ultraconservador». El resto de críticas por la gestión del prelado eran más o menos veladas, se hacían siempre en privado, apenas bisbiseos desde el banco del fondo de la iglesia. Algo ha cambiado.
Muchos de esos que se limitaban a arquear una ceja ante algunas decisiones del prelado, consideran ahora que «ha cruzado una línea roja» con su intento frustrado de controlar Egibide con un candidato afín a director general. Esta maniobra, que Elizalde niega. ha soliviantado incluso a las instituciones que, al mismo tiempo, se esfuerzan por mantener una relación de colaboración estrecha con la Diócesis: hay muchos proyectos estratégicos en juego.
Desde que el obispo se colocó la mitra el 12 de marzo de 2016 dejó muy claro que no iba a ser uno de esos que se atrincheran en el despacho de Vicente Goicoechea y se limitan a oficiar misa en los días grandes. Más de labora que de ora (aunque también y mucho), Elizalde es un obispo hiperactivo, infatigable, entregado a su Diócesis hasta el desvelo. A sus colaboradores más estrechos, a los que exige una lealtad sin fisuras, les cuesta seguirle el ritmo.
Poco después de llegar a Vitoria obró un pequeño gran milagro: la resurrección del seminario de que, tras años languideciendo, se volvió a llenar de vocaciones frescas. Sin embargo, ese éxito despertó enormes recelos en el seno de la propia Diócesis, incluso entre un sector de presbíteros a los que les costó digerir que Elizalde abriera la puerta de par en par del seminario al Camino Neocatecumenal, conocidos como ‘los kikos’, de tendencia muy conservadora.
Aquella decisión despertó numerosas críticas que, según cuentan los que mejor conocen los entresijos de la iglesia alavesa, el obispo neutralizó con una férrea política «de orden y mando». «No tolera que nadie le lleve la contraria, ni siquiera los de su guardia pretoriana», sostienen personas que han colaborado con él. Esa imagen «muy autoritaria» desentona con la personalidad afable y cercana que destila monseñor Elizalde.
Dos almas
De trato exquisito, pocos pueden poner en duda su empatía y su sensibilidad con diversas causas sociales. En estos años han sido frecuentes sus comentarios en defensa de la igualdad de la mujer. Preside la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española y desde ese púlpito ha lanzado severos mensajes contra la prostitución. Esa alma social, abierta, convive en Elizalde con una forma rigorista de entender la acción eclesial que produce choques y tensiones en una parte del clero y de los fieles.
«Tiene una forma muy ‘napoleónica’ de ejercer el cargo, se inmiscuye en asuntos del día a día de la parroquia como nunca he visto a mis 70 años», sostiene un seglar muy implicado en la vida parroquial de su barrio. Como él, todas las fuentes consultadas para este reportaje revelan inquietud porque se ofrezcan detalles que hagan que puedan ser identificados por el obispo. Es una figura temida.
Esta es una de las diócesis con el clero más envejecido de toda España y, sin duda, una de las decisiones más controvertidas del prelado ha sido la de traer a Álava a numerosos sacerdotes de otros continentes como remedio a la enorme crisis de vocaciones. El aterrizaje de las monjas Peregrinas en Estíbaliz (que fue bastión de la iglesia más vasca) ha inquietado a una buena parte de los fieles y la llegada de algunos sacerdotes ha provocado llamativos choques culturales en algunos pueblos. Un ejemplo: hace unos meses, el nuevo párroco de una iglesia de un concejo del sur de la provincia sugirió la conveniencia de que las feligresas desempolvaran la mantilla para acudir a misa con la cabeza cubierta. En otra iglesia, los feligreses se quejaban de que no entendían al nuevo cura, que se trataba de defender con un castellano cogido con hilvanes. Eso en una diócesis en la que se había hecho un esfuerzo por introducir, a veces con calzador, el euskera durante las celebraciones.
En el entorno de Elizalde temen que tanta controversia acabe por llegar a oídos del Vaticano y hacen una lectura política de las críticas. De hecho, están convencidos de que estos ataques, que consideran furibundos, provienen del nacionalismo y buscan desestabilizar al prelado hasta provocar su caída.
El Obispado niega que intentase «imponer» su candidato para dirigir Egibide
El Obispado de Vitoria emitio ayer un comunicado negando que Juan Carlos Elizalde haya intentado imponer su candidato para dirigir Egibide ante la inminente marcha de Nacho Eguizábal. La institución religiosa asegura que «el proceso de selección de nuevo director de Egibide tiene sus cauces y sus plazos y no se trata, de ninguna de las maneras, de una imposición del obispo». Este periódico, no obstante, ha podido confirmar a través de diferentes fuentes muy cercanas al proceso que Elizalde contaba con una estrategia para situar en el cargo a su elegido (José Iribas), exconsejero de Educación de Navarra con UPN, nombre que trasladó a miembros del patronato.
Tal y como reveló EL CORREO, en la reunión del patronato celebrada el viernes se produjo el cese de dos miembros de la comisión ejecutiva, ambos designados en su día por la Diócesis: Diego Bande y Laura Fernández de Carranza. En su lugar se nombró a Albert Verges y José Holgado, personas de máxima confianza del prelado vitoriano. El comunicado aclara que «el Obispado nombra a los nuevos patronos para que el nuevo director general se encuentre con una comisión ejecutiva actualizada y no provisional» y que su cese «ya estaba anunciado a los interesados meses antes porque levaban siete años en el cargo».
En el escrito se reitera que «no había ningún plan de primar a nadie» y se hace referencia a la filosofía de la mayor institución académica alavesa. «Egibide es un centro cristiano de iniciativa social nacido del corazón de la Diócesis y de la Compañía de Jesús. Esta institución se inspira en los principios del humanismo cristiano».
Finaliza subrayando que «el Obispado de Vitoria quiere dejar meridianamente claro que los procesos de selección de los directores generales de Egibide responden a un proceso legal, veraz, abierto al diálogo y al entendimiento, con luz y taquígrafo, lejos de supuestas imposiciones».
El Correo, órgano oficial del PNV y el arrupismo, torpedeando, como es costumbre por parte de los entes antes citados, al obispo de Vitoria. Si el candidato fuese en línea con el PNV o fuese arrupita declarado, seguro que desde dicho medio se desharían en elogios…
PNV y arrupitas, acosando a monseñor Elizalde por tierra, mar y aire:
«La controvertida gestión del obispo de Vitoria»
El intento de controlar Egibide con un director afín pone en el foco a un prelado al que feligreses y sacerdotes críticos acusan de «muy conservador»
Jon y su mujer tienen cuatro hijos. Sí, son de esas familias de las de misa todos los domingos y los días de guardar. Sin embargo, desde hace unas cuantas semanas han decidido dejar de ir a su parroquia, la de Santa Clara en Zabalgana. «El nuevo sacerdote parece un telepredicador y no nos sentimos cómodos ni con lo que dice ni con cómo lo dice: es ultraconservador y no lo oculta», explica el feligrés, una de las muchas ‘ovejas’ del nutrido ‘rebaño’ que el añorado sacerdote Koldo Montoya logró conducir al redil contra viento y marea. Tras su muerte, el sustituto designado por el obispo Juan Carlos Elizalde «espantó» a no pocos fieles.
El ambiente, muy enrarecido, que se respira en la parroquia de Zabalgana es solo un ejemplo de los vientos de tensión que arrecian en los últimos tiempos en la Diócesis de Vitoria. Hasta ahora, solo un grupo de fieles críticos había alzado la voz en distintas cartas en las que, abiertamente, ha cuestionado la idoneidad de Elizalde para ostentar el cargo de máxima autoridad de la Iglesia alavesa y le han llegado a acusar de pretender crear en la provincia «un parque temático ultraconservador». El resto de críticas por la gestión del prelado eran más o menos veladas, se hacían siempre en privado, apenas bisbiseos desde el banco del fondo de la iglesia. Algo ha cambiado.
Muchos de esos que se limitaban a arquear una ceja ante algunas decisiones del prelado, consideran ahora que «ha cruzado una línea roja» con su intento frustrado de controlar Egibide con un candidato afín a director general. Esta maniobra, que Elizalde niega. ha soliviantado incluso a las instituciones que, al mismo tiempo, se esfuerzan por mantener una relación de colaboración estrecha con la Diócesis: hay muchos proyectos estratégicos en juego.
Desde que el obispo se colocó la mitra el 12 de marzo de 2016 dejó muy claro que no iba a ser uno de esos que se atrincheran en el despacho de Vicente Goicoechea y se limitan a oficiar misa en los días grandes. Más de labora que de ora (aunque también y mucho), Elizalde es un obispo hiperactivo, infatigable, entregado a su Diócesis hasta el desvelo. A sus colaboradores más estrechos, a los que exige una lealtad sin fisuras, les cuesta seguirle el ritmo.
Poco después de llegar a Vitoria obró un pequeño gran milagro: la resurrección del seminario de que, tras años languideciendo, se volvió a llenar de vocaciones frescas. Sin embargo, ese éxito despertó enormes recelos en el seno de la propia Diócesis, incluso entre un sector de presbíteros a los que les costó digerir que Elizalde abriera la puerta de par en par del seminario al Camino Neocatecumenal, conocidos como ‘los kikos’, de tendencia muy conservadora.
Aquella decisión despertó numerosas críticas que, según cuentan los que mejor conocen los entresijos de la iglesia alavesa, el obispo neutralizó con una férrea política «de orden y mando». «No tolera que nadie le lleve la contraria, ni siquiera los de su guardia pretoriana», sostienen personas que han colaborado con él. Esa imagen «muy autoritaria» desentona con la personalidad afable y cercana que destila monseñor Elizalde.
Dos almas
De trato exquisito, pocos pueden poner en duda su empatía y su sensibilidad con diversas causas sociales. En estos años han sido frecuentes sus comentarios en defensa de la igualdad de la mujer. Preside la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española y desde ese púlpito ha lanzado severos mensajes contra la prostitución. Esa alma social, abierta, convive en Elizalde con una forma rigorista de entender la acción eclesial que produce choques y tensiones en una parte del clero y de los fieles.
«Tiene una forma muy ‘napoleónica’ de ejercer el cargo, se inmiscuye en asuntos del día a día de la parroquia como nunca he visto a mis 70 años», sostiene un seglar muy implicado en la vida parroquial de su barrio. Como él, todas las fuentes consultadas para este reportaje revelan inquietud porque se ofrezcan detalles que hagan que puedan ser identificados por el obispo. Es una figura temida.
Esta es una de las diócesis con el clero más envejecido de toda España y, sin duda, una de las decisiones más controvertidas del prelado ha sido la de traer a Álava a numerosos sacerdotes de otros continentes como remedio a la enorme crisis de vocaciones. El aterrizaje de las monjas Peregrinas en Estíbaliz (que fue bastión de la iglesia más vasca) ha inquietado a una buena parte de los fieles y la llegada de algunos sacerdotes ha provocado llamativos choques culturales en algunos pueblos. Un ejemplo: hace unos meses, el nuevo párroco de una iglesia de un concejo del sur de la provincia sugirió la conveniencia de que las feligresas desempolvaran la mantilla para acudir a misa con la cabeza cubierta. En otra iglesia, los feligreses se quejaban de que no entendían al nuevo cura, que se trataba de defender con un castellano cogido con hilvanes. Eso en una diócesis en la que se había hecho un esfuerzo por introducir, a veces con calzador, el euskera durante las celebraciones.
En el entorno de Elizalde temen que tanta controversia acabe por llegar a oídos del Vaticano y hacen una lectura política de las críticas. De hecho, están convencidos de que estos ataques, que consideran furibundos, provienen del nacionalismo y buscan desestabilizar al prelado hasta provocar su caída.
El Obispado niega que intentase «imponer» su candidato para dirigir Egibide
El Obispado de Vitoria emitio ayer un comunicado negando que Juan Carlos Elizalde haya intentado imponer su candidato para dirigir Egibide ante la inminente marcha de Nacho Eguizábal. La institución religiosa asegura que «el proceso de selección de nuevo director de Egibide tiene sus cauces y sus plazos y no se trata, de ninguna de las maneras, de una imposición del obispo». Este periódico, no obstante, ha podido confirmar a través de diferentes fuentes muy cercanas al proceso que Elizalde contaba con una estrategia para situar en el cargo a su elegido (José Iribas), exconsejero de Educación de Navarra con UPN, nombre que trasladó a miembros del patronato.
Tal y como reveló EL CORREO, en la reunión del patronato celebrada el viernes se produjo el cese de dos miembros de la comisión ejecutiva, ambos designados en su día por la Diócesis: Diego Bande y Laura Fernández de Carranza. En su lugar se nombró a Albert Verges y José Holgado, personas de máxima confianza del prelado vitoriano. El comunicado aclara que «el Obispado nombra a los nuevos patronos para que el nuevo director general se encuentre con una comisión ejecutiva actualizada y no provisional» y que su cese «ya estaba anunciado a los interesados meses antes porque levaban siete años en el cargo».
En el escrito se reitera que «no había ningún plan de primar a nadie» y se hace referencia a la filosofía de la mayor institución académica alavesa. «Egibide es un centro cristiano de iniciativa social nacido del corazón de la Diócesis y de la Compañía de Jesús. Esta institución se inspira en los principios del humanismo cristiano».
Finaliza subrayando que «el Obispado de Vitoria quiere dejar meridianamente claro que los procesos de selección de los directores generales de Egibide responden a un proceso legal, veraz, abierto al diálogo y al entendimiento, con luz y taquígrafo, lejos de supuestas imposiciones».
https://www.elcorreo.com/sociedad/controvertida-gestion-obispo-elizalde-20230604004533-nt.html
El Correo, órgano oficial del PNV y el arrupismo, torpedeando, como es costumbre por parte de los entes antes citados, al obispo de Vitoria. Si el candidato fuese en línea con el PNV o fuese arrupita declarado, seguro que desde dicho medio se desharían en elogios…