El nombre de Dios no debe utilizarse para justificar crímenes

Obediente a él mismo, el santo padre utiliza poquísimo el nombre de Dios, le interesan y habla de muchos temas por demás manidos en exceso en nuestra sociedad, ahora, de Dios… poquito poquito.
Sería bueno además que afinara más su discurso, la Iglesia Católica está siendo atacada con furia por otras religiones, pero sus locuciones se muestran generalistas y no garantes de la protección de su grey. Parece pretender, a partir de Fratelli tutti, una religión cósmica y universal que no sienta apego por lo propio y se embarque en un globalismo por demás imposible. Sin embargo, en contra de usted mismo, no presenta dudas en cuanto a su filiación política, expresa que no es usted de derechas, que éstas siempre se recomponen y que son centrípetas… Vaya por Dios, por una parte habla usted de universalidad y por otra nos clasifica entre afectos, desafectos e indiferentes. Mala cosa.
Santo padre, nos están arreando hasta en el cielo de la boca y usted calla; estamos generando mártires a montones y usted nos habla de las tortuguitas marinas y los microplásticos; las bombas estallan contra los católicos y usted, en santa Marta se dedica a elucubrar contra la riqueza de la liturgia. Está usted deconstruyendo las vías de encuentro con Lefevrianos y tradicionalistas que con tanto esfuerzo y tesón hilaron sus dos antecesores, y en el mientras tanto, rotos los puentes con la tradición, se enfrenta a un cisma inminente que usted mismo ha alentado y que supondrá su herencia a las generaciones posteriores. Simplemente decepcionante y una pena muy grande, no esperábamos de usted tantos desastres.