EL FRACASO DEL PASTORALISMO
El cardenal Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires citó a un excelente sacerdote, hoy socio del Instituto de Filosofía Práctica y le exigió que se ocupara de la pastoral, abandonando cátedras y estudios. Él trató de no renunciar a una clara vocación intelectual, pero el cardenal insistió: ¡ocúpate de la pastoral, ocúpate de la pastoral!
Todo esto ignorando que los estudios iluminan la pastoral, pues no existe pastoral eficaz sin doctrina segura en la cual se fundamente.
La Argentina de hoy, en el campo religioso, muestra los frutos amargos del pastoralismo. Los seminarios abiertos están semivacíos. Algunos, como el diocesano de San Rafael, muy bueno, restaurado por la obra del P. Luis González Guerrico, cerrado por una tiránica disposición de un obispo traidor llamado Taussig, como castigo porque los seminaristas no querían recibir la comunión en la mano durante la plandemia. Y los 39 seminaristas abandonados; era uno de los más numeroso de la Argentina.
Recuerdo hace unos años cuando me habló un antiguo profesor adjunto de mi cátedra para invitarme a un ciclo donde hablaba Taussig. Me negué en forma rotunda porque ese traidor era democratista; a su amparo acudió el matrimonio gobernante para evitar escuchar sermones inoportunos. Le recordé la persecución contra Antonio Caponnetto con la amenaza de excomunión por actividades poco democráticas en su jurisdicción eclesiástica, la persecución contra el Instituto del Verbo Encarnado, con exigencias absurdas para las ordenaciones, como el uso de la Biblia de Jerusalén. Insistió en que asistiera a las otras conferencias a lo cual me negué por respeto a mí mismo porque los oradores consentían participar del ciclo con ese individuo.
Taussig como el famoso obispo Sánchez Sorondo, el admirador de China comunista, son discípulos de su buen sacerdote el P. Echeverry Boneo, quien les inculcó una buena doctrina y les dio buen ejemplo. Por eso, ambos son especialmente responsables de sus errores: olvidada la doctrina que recibieron su pastoral fue perversa, como lo acreditó Sánchez Sorondo al dar la comunión en el Vaticano al presidente turista y a su actual pareja, pecadores públicos.
Taussig aduló al matrimonio gobernante cuando en Mendoza transformó la homilía del 25 de mayo del 2007 en “una oda a la democracia”, según Página 12 o mejor Vómito 12, como he rebautizado a ese pasquín. Reclamó fidelidad a la democracia y señaló que existía una dependencia recíproca entre democracia y justicia, cuando en la Argentina y hace años la democracia sin justicia es una “gran ladronera” para utilizar la terminología de San Agustín.
Para dar una idea de la situación hoy del catolicismo argentino y sin caer en la cuantofrenia denunciada por Pitirim Sorokin vayan algunos números aterradores: Seminario de La Plata que en la época de Aguer llegó a tener casi 90 seminaristas, hoy cuenta con 17 pertenecientes a La Plata y Mar del Plata, legado de un arzobispo perito en el arte de besar, ahora en el Vaticano; Seminario de Rosario: 24 seminaristas pertenecientes a tres jurisdicciones: Rosario, 12, Venado Tuerto 9, San Nicolás 3; ordenaciones: 1991, 30; 2002: 6; 2021: 1. Ordenaciones de diáconos en Buenos Aires, 2023: 4. De Mendoza no tenemos números pero sí menú de festejos: 25 de Mayo: locro; 9 de Julio, paella.
Este desastre en la tierra de Francisco no se arregla con prédicas acerca del cambio climático, de la ecología, con su derivado de los nuevos pecados que atentan contra el cuidado de la casa común, con apelaciones al diálogo, con veneración a la Pachamama, ídolo que ni siquiera es argentino, pero que fue invocado para bendecir una nueva pareja de un gobernador con su actual conviviente, etcétera.
Si queremos volver a ser un país católico, tenemos que restaurar lo esencial: volver con la frente marchita a la fe en nuestro Dios trinitario, para que en esta tierra argentina se escuche cantar otra vez:
A Dios queremos en las costumbres,
Dios en el pueblo, Dios en la ley,
bajo su imperio seremos grandes,
libres del yugo de Lucifer.
Bernardino Montejano
bergoglio, el atila porteño, ha dejado reducida a la iglesia argentina a solo escombros. y lo mismo le espera a la iglesia a nivel mundial.
Esos números son dignos de la nueva Iglesia, el Señor hace estéril ya sabemos porque.