El estar del cura

Creo que  lo ha retratado González Guadalix.

http://www.infocatolica.com/blog/cura.php/1810181026-ique-haces-por-la-manana-en-t#more36792

Trecientos habitantes si llegan en invierno en los tres pueblos juntos. Misas diarias de apenas nadie. Y con nieve, que llega y sigue, de menos. Fines de semana algo más y todavía mayor afluencia en verano. Julio y agosto si el frío no retrasa o echa antes.

Me parece una labor de chapeau la de esos curas rurales, que obispo piensa que no sirven para más, hace mucho tiempo que perdí el concepto reverencial sobre bastantes obispos, si son argentinos casi el cien por cien, Pichote o Abundio me parecen lumbreras a su lado del obispo, y he admirado, por supuesto que con reservas, a esos curas rurales, que jamás saldrán del medio, y que han consumido sus vidas en la salvación de las almas que tenían encomendadas. Sin que apenas nadie supiera que existían. Ni casi su obispo. Pero Dios absolutamente. No generalizo, muchos hemos conocido mediocridades rurales y también vergüenzas. Vagos peseteros, mujeriegos… pero incluso en esto último iban por lo normal y generalmente por años cumplidos. Que hoy es casi una medalla.

González Guadalix ha levantado un estandarte reivindicatorio del cura rural. Párroco urbano decidió asumir la condición no periférica sino serrana. Que está más allá. Donde los pueblos se pierden con los lobos y sus gentes se mueren muchísimo porque son muy ancianos.

Y como es locuaz nos cuenta su vida. Una espantosa vida  con la que está encantado. Dándose, y dando Iglesia, o sea Dios, a quienes ya no tienen nada salvo la llamada de la muerte.

Felices los curas de bautismos y bodas, el premio ya lo tienen en los festejos, mayor será, pues no será en este mundo, el de aquel que con una mano sostiene la trémula del moribundo y con la otra le da la absolución de sus pecados. Y si no llegó a ello está convencido, o casi, de que Dios suplirá su bendición sobre el ya cadáver. En esos pueblos perdidos, casi sin habitantes, suelen llamar al cura si es un cura que está. En el pueblo o en el de al lado. Imposible si vive en la capital, a 60 kilómetros, no tienen su teléfono  y además no contesta.

Guadalix se ha ido a la periferia, dejémonos de chorradas. a su sierra, en la que nació y a la que ama, parece feliz en ella y nos la cuenta. Evangelizando. Diría una palabra prohibida. Hasta proselitizando. Ha hecho que sus La Serna, Gascones y Braojos sean mucho más conocidos de lo que antes eran. Y que aquello, eclesialmente, reviva.   Por supuesto en lo que cabe.

Pues por mi parte encantado en recogerlo.