El «cura Paco»

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Había desaparecido y ahora publican un libro sobre su vida. Por una entrevista al autor del mismo me entero de que sigue vivo. El 30 de noviembre cumplirá 85 años. http://www.periodistadigital.com/religion/libros/2015/02/20/juan-antonio-delgado-garcia-salve-fue-condenado-por-criticar-al-regimen-franquista-por-defender-los-derechos-humanos.shtml Hace muchos años fue cura conocido y escandaloso. Ya no recuerdo si dejó o le hicieron dejar la Compañía de Jesús. Poco después era miembro del Comité Central del Partido Comunista. De donde ahora leo que también le echaron. Por demasiado rojo. Estaba entre los stalinistas en los días en los que Carrillo, camaleónico toda su vida, optaba por el eurocomunismo. Creo recordar que se había casado pero en la entrevista no se dice nada de ello. Después de tanto protagonismo pasó a la nada y en ella seguiría de no ser por esta biografía que supongo no leerá mucha gente. Y que da la impresión de ser hagiográfica. Apenas quedan ya supervivientes de aquello. En la fotografía aparece con el también entonces famoso cura Gamo, dos meses más joven que él. . Él es el de los pelos. Creo, pero puedo estar equivocado, que Gamo no se secularizó. Es igual. Su modelo de Iglesia, y sus vidas al servicio de ese modelo, fueron un fracaso absoluto. A García Salve llegó un momento en el que la Iglesia no estaba entre sus intereses. O sólo como instrumento al servicio del comunismo. La Iglesia sigue, mal pero sigue, y el comunismo ha sido barrido de la faz de la tierra. En España, con Podemos, es posible que ya ni tenga representación parlamentaria. Las Tanias se le van y a otros los echan. A mí me alegran mucho fugas y expulsiones. Pero tampoco tiene importancia alguna lo que a mí me alegre. A estas alturas, viendo a esos dos ancianitos, Gamo y García Salve, soñando tal vez en resurrecciones francisquistas, que ciertamente si llegan no va a ser por caminos comunistas, casi me inspiran ternura. Pobrecillos. ¡Qué vidas más inútiles! La Iglesia que querían no ha llegado y el comunismo al que servían ha desaparecido. Hoy, el uno y el otro, no son nadie. Dos abueletes de aspecto simpático que ya no están ni para jugar a la petanca. Si hubo días en los que me indignaron y escribía contra ellos, ahora les contemplo hasta con caritativa simpatía. Lo intentaron, fracasaron, no voy a hacer leña del árbol caído. Y ambos fueron árboles de cierta envergadura. Y en bosque entonces frondoso. Hoy apenas son troncos secos a la espera de un vendaval que los eche por tierra. Sus raíces están muertas y hace muchos años que ni una pobre rama en la que aparezca una triste hoja verde, anuncia en ellos la primavera.  

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