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El cruelísimo martirio de los que pronto serán nuevos beatos

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¿No querían memoria histórica? Pues ahí la tienen. Es el relato que hace Don Ángel Garralda, que conoce como nadie el martirio de la Iglesia en Asturias, el cruentísimo y el incruento, y que tanto ha hecho por mantener vivo el recuerdo de los mártires, también más que nadie, de la barbarie cometida con un sacerdote y tres laicos a los que en breve veremos en los altares, aprobado ya por el Papa su martirio. El extenso volumen que Don Ángel ha dedicado a aquella gesta de gloria eclesial y de inmensa vergüenza para los verdugos, 861 pgs, tengo ante mí la tercera edición con cariñosísima dedicatoria, es definitivo para conocer lo que fue aquello. Y Asturias no fue una excepción. Hechos similares tuvieron lugar en toda la España roja. Aunque los de Nembra pueden figurar entre los más execrables por su crueldad. No sé si llegaron a tener calle en su pueblo. Y caso de haberla tenido si ya lo han borrado. ¿Qué más da? En el cielo está su casa con sus nombres que no se borrarán nunca. Y ahora también en los altares de la tierra. Sería curioso que en el pueblo donde les degollaron estuvieran sus imágenes en la iglesia y en las calles los nombres de sus asesinos. Este es el artículo que en la alegría por el reconocimiento oficial de su martirio les ha dedicado Don Ángel Garralda. Para leerlo de rodillas. Un gran abrazo, queridísimo Don Ángel, y mi reconocimiento por todo lo que has hecho por Dios y por su Iglesia en tu larguísima vida sacerdotal. De tus 92 años más de setenta los entregaste a la Iglesia y casi cincuenta en tu queridísimo Avilés. No hay nadie en esa hermosa ciudad asturiana que hoy merezca una calle más que tu. Seguro que ahora no te la darán pero ya llegará el día. Y la tendrás, esa es ciertísima, un día en el cielo. Que es donde verdaderamente importa tener calle. Este es el artículo de Don Ángel:

GRAN NOTICIA PARA LA IGLESIA OVETENSE

El Papa Francisco ha firmado el 21 de enero, fiesta de Santa Inés, Virgen y mártir, el Decreto de que los Siervos de Dios Don Jenaro Fueyo Castañón párroco de Nembra Aller, y tres socios seglares son mártires asesinados por odio a la fe en octubre de 1936. Con esta noticia tan esperada ya puedo cantar el Nunc Dimittis como el anciano Simeón pues he esperado hasta los 92 años siendo vice postulador de la Causa de Beatificación de estos Siervos de Dios de Nembra. Demos gracias a Dios, porque Don Jenaro es el primer sacerdote de los 131 diocesanos martirizados que va a subir a los altares; junto con tres feligreses, que también son los tres primeros laicos beatificados de la diócesis de Oviedo. ¿Quiénes son los mártires de Nembra? D. Jenaro Fueyo Castañón de 72 años, asesinado en su propio templo junto con sus feligreses D. Segundo Alonso González de 48 años, y D. Isidro Fernández Cordero de 43 años, días antes de la fecha de este martirio D. Antonio González Alonso de 24 años. Nembra es un pueblecito de Aller profundamente cristiano. No llegaba a mil habitantes y tenía exactamente 99 hijos sacerdotes, religiosos y religiosas esparcidos por todo el mundo. Esta es la gran cosecha del pastor tan querido Don Jenaro que en concurso a parroquias obtuvo en propiedad la de Santiago de Nembra. Un hombre preocupado en todos los órdenes de sus fieles, amigo de los pobres que daba cancha al sindicato minero católico en su parroquia. Don Segundo Alonso e Isidro Fernández Cordero eran mineros de la Hullera Española del Marqués de Comillas. Con hijos preparándose en seminarios para ser futuros misioneros y religiosas que aprendieron en su casa el amor a Dios hasta el sacrificio. Presidente y Secretario de la Adoración Nocturna Española. De la talla mística de estos dos mineros hablan las cartas que Segundo escribía a sus hijos seminaristas que han llamado la atención a los teólogos que emitieron su juicio sobre las mismas, y también la despedida de Don Isidro Fernández a sus hijos María Luisa y Darío en vísperas de su martirio. Como la cárcel no disponía de servicios sanitarios usaban los de la escuela pública de niños a pocos metros de distancia, y el maestro, buen cristiano, les permitía ver un momento a sus hijos. Así su hija María Luisa, uno de los últimos días que estuvo con su padre le dice: “porque no te escapas como el padre de…” y me contestó: “no puedo, y además soy testigo de Jesucristo. Tenéis que perdonar a todos como yo les perdono de corazón. Se lo dices a tu madre y a tus hermanos. Se despidió dándome un beso y diciendo que fuese buena con todos”. Y en vísperas del martirio dijo a su hijo Darío: “dile a tu madre que si quiere, que vaya a Gijón a hablar con el Comité Provincial; pero que ya no hay nada que hacer. A Segundo hace dos días que lo han sacado y no sabemos si vive. Hoy espero que me saquen a mí. Este beso es para tu madre y tus hermanos, ya no nos veremos más. Dile también que no llore porque somos mártires. Nos persiguen y abofetean como a Jesucristo. Rezad mucho por nosotros. En el cielo nos veremos “. El día 20 de octubre se encuentran y se abrazan Isidro y Segundo en la Iglesia parroquial, y se animaban sintiendo un gozo interior, ya que así podían confortarse mutuamente. Al día siguiente traen a Don Jenaro de la cárcel de Moreda con otros dos: D. Ricardo Martínez García -Secretario de la Acción Católica en Moreda y corresponsal de Región, de profesión practicante -, y D. Ángel Argedo Díaz Fernández natural de Pola del Pino Aller – de profesión minero en el pozo de San José de Caborana, que fue prisionero en el puerto, tal vez intentando pasar a León -, permaneciendo juntos hasta el martirio más cruel. Don Jenaro al entrar en el templo toma posesión por última vez de su parroquia, es la hora del sacrificio. Mientras los asesinos celebran una gran cena, ellos aprovechan el momento para la oración de los fuertes preparándose al martirio. Martirio único por sus circunstancias y su crueldad. Pues D. Jenaro había bautizado a todos los asesinos y los había preparado para la primera comunión. Ese día 20 de octubre hacía exactamente 21 años había contraído matrimonio D. Segundo en esa misma Iglesia, presidiendo D. Jenaro.

LA HORA DEL SACRIFICIO

Les obligan hacer su sepultura dentro de la Iglesia y Segundo e Isidro no consienten que su párroco haga su sepultura, y se la hacen delante del Altar mayor donde celebraba Misa a diario. Ellos escogieron el lugar donde habitualmente solían oír misa juntos. La muerte consistió en un simulacro de matanza siendo degollados a cuchillo, mientras unas mujeres recogían la sangre, según decían, para hacer morcillas para los carcas. Desangrados Segundo e Isidro y descuartizados pasan a ocuparse del señor cura, D. Jenaro, que presenció tan cruel martirio “se mantuvo sereno y no hablo sino para absolver y animarlos a morir. El dolor que le causó ver sufrir a sus queridos feligreses, y sobre todo, al ver como decapitaban a uno de ellos y los colocaban en el sepulcro, produjo al anciano sacerdote un ligero desvanecimiento, del que pronto se recuperó Jenaro, “según declaraciones de sus propios verdugos, fue apaleado y escarnecido, interviniendo también algunas mujeres; cuando le tendieron para desangrarle, habló a sus verdugos que no podía creer que sus mismos feligreses estuvieran haciendo lo que acababa de ver, pero le pediría a Dios por ellos”. Días antes se produjo el martirio del joven Antonio González Alonso, estudiante de Magisterio en la Normal de Oviedo, era Adorador Nocturno y llevaba la sección de Tarsicios con mucho éxito. Insistieron, sin eficacia, en que blasfemara y rompiera objetos sagrados. Como no lo consiguieron le advirtieron que le cortarían la lengua, y efectivamente, el día 11 de octubre le llevaron a Sama y el Comité de Sama lo lleva al martirio. Lo ha contado todo el chofer que se vió obligado hacer ese servicio. Al pasar junto a la puerta de su casa vió a su madre y Antonio dijo: “adiós madre, hasta el cielo”. Cuando sale del Comité de Sama lo llevan al Alto Santo Emiliano y el chofer observa que echa bocanadas de sangre, le habían cortado la lengua. Allí mismo le llevaron a una zona y sin oír un tiro volvieron sin él, lo habían arrojado al fondo de un pozo de mina abandonado, al que tanto empeño había tenido en no perder la oportunidad de ser mártir por Jesucristo.      

Comentarios
0 comentarios en “El cruelísimo martirio de los que pronto serán nuevos beatos
  1. Mi comentario apoya las palabras de «Cigoña» respecto a don Ángel Garralda, sacerdote navarro, párroco de Avilés. Hace unos 35 años me contaba un vecino de Avilés, feligrés de don Ángel, con gran entusiasmo, dichos y hechos de este sacerdote nonagenario que me sorprendías y ensusiasmaban. Lo que cuenta aquí don José es de agradecer, mucho, poruqe ya está bien de tanta «memoria histórica» unidireccional, reavivada en estos momentos por las ideas – y el odio – de nuevos gobertantes en algunoas lugares de España. Juanestella.

  2. El propio autor D. Ángel Garralda se libro providencialmente. Para poder contarlo a la posteridad, sin duda. Por lo mismo durante su ministerio sacerdotal en Avilés no pudieron con él los clérigos comprensivos y afines con los bárbaros perseguidores y asesinos.
    Más atento a los mineros y otros oficios en dificultades que los arzobispos mineros con casco para la foto y visita de un día y la dialéctica misericordiosa del espiritualismo materialista. La teología liberadora es la teología católica y no la alamana-latina interconfesional de los telepredicadores populistas.

  3. Luego se preguntarán los jóvenes neo-comunistas actuales, tan bien educados por la LOGSE hasta llegar a ser los mejor preparados de la historia de España», por qué la Iglesia se puso del bando nacional durante la guerra, o por qué los asesinos, tras un juicio -cosa de la que carecieron éstas y varias miles de víctimas más-, fueron ejecutados en cumplimiento de la legislación vigente en España, que estipulaba la pena de muerte para los asesinos -como, por otro lado, ocurría en todos los países occidentales hasta los años 80 del siglo XX-. Y ahora, que sigan dedicando nombres de calles a los asesinos, que eso, sin duda, no va a borrar el recuerdo de sus crímenes, para su oprobio y el de sus actuales herederos ideológicos. Como dice el blogger, ¿no querían memoria histórica? ¡Pues toma tres tazas!

  4. Un pequeño matiz don Francisco: el superlativo de cruel es «crudelísimo». Por lo demás, magníficos artículo e introducción. Un saludo.

  5. De reflexión inmediata a los hechos referidos: Ni imaginar cabe el premio, la felicidad y el gozo que les espera por toda la eternidad en el cielo a los mártires. Y para lo más terrenal, una y otra vez se delata el materialismo ideológico y ateo con su raíz satánica.

  6. Lo propio del adjetivo superlativo escrito aquí es crudelísimo, aunque el diccionario tolera cruelísimo. El superlativo de pobre es paupérrimo, aunque se tolera pobrísimo.

  7. Una cosa que siempre me ha inquietado es pensar que algunas de esas personas que participaron en semejantes salvajadas son, o han podido ser hasta hace poco, esa ancianita vecina nuestra, o ese viejecito de aspecto inofensivo que se sienta en el parque.

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