| 19 junio, 2021
El artículo es muy malo, contiene notables errores pero sin duda hará daño a los ignorantísimos lectores españoles que saben poquísimo y se creen todo:
Y la Iglesia, también en España, sigue suspendiendo año tras año la asignatura de la información.
La investigación sobre abusos se retrotrae hasta 1946, es decir, setenta y cinco años, cuando no creo que estén vivos ni los abusados ni los abusadores. Ya puestos, pudieron investigar hasta la unificación de Alemania (en 1870) o hasta Trento (1571). No se puede ser más imbécil. ¿O sí?
Totalmente de acuerdo en lo de que la Iglesia suspende la asignatura de la información. No es la única porque también suspende la del sentido común en lo referente a las desviaciones sexuales de cualquier tipo. Hace ya muchos años, cuando aún estaba bien, el hoy arzobispo de Granada decía textualmente: «Aquello de lo que no se habla termina por no estar en la conciencia» Y así ves que una y otra vez se critica los abusos y la forma de reaccionar ante ellos de la Jerarquía, o de no reaccionar, pero sólo desde el punto de vista administrativo olvidando que hace décadas que no se habla de pureza, de castidad, de medios de perseverancia, etc…y como consecuencia lógica e inevitable todos esos aspectos de la vida cristiana y sacerdotal «terminan por no estar en la conciencia» Y no se crea que este silencio absoluto es sólo cosa de progres porque también se da estrictamente en ambientes conservadores católicos en los que todo lo más se hará alguna alusión pero poco más. Es muy triste constatar la realidad de esta auténtica ceguera y su extensión.
Certero el diagnostico, Gastón.
Pero no queremos verlo.
Por algún extraño motivo se ha hecho tabla tasa con las normas morales positivas derivadas del Decálogo en relación al 6° y 9° mandamientos, entre otros.
Pero sobre todo, más grave, se ha hecho lo mismo con las normas de piedad derivadas de los 1°, 2° y 3° mandamientos.
En general, se ha perdido la fé porque no se ha predicado la doctrina cristiana y su aplicación operativa en la vida de las personas.
Dios quiera que una Iglesia pequeña y libre, asistida por el Espiritu Santo, sea capaz de revivir y ser sal de la tierra para las próximas generaciones.