El cardenal Vingt-Trois, arzobispo de París, celebra de nuevo la misa tradicional

http://accionliturgica.blogspot.it/2015/03/cardenal-ving-trois-celebra-misa.html La noticia es importante y creo que tiene varias lecturas positivas. La primera es que la persona más destacada de la Iglesia de Francia ha perdido el miedo a la misa tradicional. Cosa muy importante en sí para la misa. Si el cardenal arzobispo de París la celebra, queda avalada ante el público más o menos ignaro como una realidad eclesial y no como una nostalgia de ancianos con menos porvenir que su declinante vida. En Francia el modo extraordinario es algo vivo y creciente, con numerosa participación juvenil. Y monseñor Vingt-Trois lo reconoce con su presencia. Y molestándose en celebrarla y aprenderla. Porque ordenado en 1969 hasta es posible que su primera misa fuera ya de la misa nueva. Y si todavía celebró algunas por el modo tradicional fueron poquísimas y más que olvidadas. También me parece que es necesario poner de relieve la evolución del cardenal arzobispo. Nunca fue un progresista radical pero las simpatías tradicionales no estaban con él y los otros le tenían por suyo aunque no gozara de todos sus entusiasmos. Hoy los «tradis», en francés es palabra aguda, le respetan y agradecen sus gestos y para los otros ha caído muchísimo. No hay más que ver la calificación que le ha dado Golias en su último trombynoscope. El gesto del cardenal, hace tres o cinco años, de presentase en la peregrinación a Chartres, donde fue acogido verdaderamente en triunfo, dice no poco de la valentía del pastor y de la eclesialidad de los peregrinos que tenían múltiples motivos para sentirse huérfanos de sus obispos. Pienso que fue un gozo recíproco y que al cardenal le impactó. Con gestos así, los modos ordinario y extraordinario del rito latino son lo que deben ser. Dos modos absolutamente legítimos de celebrar el Santo Sacrificio y no un campo de batalla entre católicos. El Summorum Pontificum fue decisivo. Pero actitudes como las del cardenal arzobispo de París tienen también suma importancia. La misa es santa, se celebre por un modo u otro, siempre que se haga como quiere la Iglesia. Me parece insostenible, y el Blog la rechaza, la posición de algunos, como poco aventados,  de considerar a la misa nueva herética, protestante, inadmisible… He conocido lefebvristas que se podían pasar meses sin asistir a misa para no participar en lo que consideraban apostasía de la misa nueva. Cuando los apóstatas más bien eran ellos. Y el odio de algunos por la misa con la que durante siglos se santificó la Iglesia, que también lo he conocido, me parece particularmente satánico. Todo ello independientemente de que cualquiera, movido por la razón o el sentimiento, prefiera para su santificación una u otra. Y hasta me parece legítimo que expongan argumentos de su preferencia. Siempre que no descalifiquen a quienes no los comparten. Creo que aquí no hay la menor duda al respecto. Me parece hermosísima, santísima, la misa tradicional. Siempre ha tenido en el Blog consideración, respeto y defensa cuando hizo falta. Personalmente, por razones de comodidad, asisto al novus ordo aunque en algunas ocasiones, unas cuantas ya, he disfrutado del antiquior. Y animo a todos mis lectores que lo experimenten. Luego verán lo que prefieren. El extraordinario siempre, en algunas ocasiones, como yo, o el ordinario. Pero sin odios ni casus belli. En Francia y en Estados Unidos el modo extraordinario se está multiplicando. España es quizá una excepción. Posiblemente porque nuestro catolicismo sea mucho más analfabeto. La misa tradicional, hoy, requiere más formación entre los asistentes. Y aquí la formación es escasísima. Por eso quizá sea una de las naciones europeas en las que la misa tradicional tenga menos arraigo. Aunque va consolidándose si bien todavía con escasísima presencia. También aquí las oposiciones a la misma han sido «ostentóreas». Incluso por parte de buenos obispos. El mérito de quienes se han empeñado en conservarla, con oposición episcopal en no pocos casos, me parece extraordinario. En curas y en laicos. Pero eso es lo que hay. Ahora un poquito más de tolerancia pero todavía con enormes trabas. Obispos celebrantes, apenas ha habido. Ni siquiera con presencia en coro. Cosa que en otros lugares ha sido abundantísima. Y me consta la felicidad de los fieles afectos a esa misa cuando su obispo compareció a celebrarla. Don Francisco Cases, obispo de canarias, Don Demetrio Fernández, obispo de Córdoba. En aquella ocasión, tengo que decirlo en singular, hicieron dichosa a una parte, ciertamente pequeña pero buena, de su rebaño. Seguro que les esperan de nuevo. Aunque sea de Pascuas a Ramos. Y comprobarán otra vez que les quieren. De los otros los hay quienes han dado facilidades, o algunas. Pues benditas sean. Pero si van a todo, ¿por qué no a una misa tradicional? Alguna vez.  Aunque sea en coro. Que no requiere aprender a celebrar la misa. Si están de moda las periferias, esa, en España, es una de ellas. Y tiene el buen olor de Cristo. Porque van a algunas que huelen fatal. Se está consolidando, gracias a Dios, la convivencia de modos. Aunque en España eso esté todavía lejísimos. Señores obispos, desde mi agradecimiento a aquellos que se han mostrado con leves entrañas de misericordia, que tampoco es como pare echar campanas a vuelo pero es justo reconocerlo, den un pasito más. Misericordieen a una buenísima gente que les espera. Señor arzobispo de Madrid, señores arzobispos de Toledo, Pamplona, Valencia, Valladolid, Sevilla, señores obispos de Cádiz, Málaga, Santander, cuando lo nombren, Mallorca, Cartagena. Segovia, Alcalá de Henares y alguno más que se me pase, una comparecencia, aunque sea en coro. ¿Quieren ser obispos de todos? ¿Incluso de quienes ni pisan la Iglesia? Pues un detallito de afecto a esos fieles suyos que les esperan con amor. Una vez al año no hace daño. Y en algunos casos bastaría con que mandaran a su obispo auxiliar. Que también están para esas cosas. Sé bien que el arzobispo de Valencia tiene sobrados motivos para no tenerme simpatía. Pero pienso que él, de quien me dicen que se está inaugurando muy bien en su nueva archidiócesis, podría ser el primero en romper ese absurdo telón de acero que aleja a nuestros obispos del modo extraordinario. Es, además, cardenal. Ha llegado al máximo de lo que puede esperar. Pues anímese a ser un referente en eso de la Iglesia española. No porque se lo pida yo, que humildemente se lo pido, y con cuantos golpes de pecho hagan falta, sino por usted, por la Iglesia, y por unos fieles suyos que estoy seguro de que le esperan con amor. Y aprovecho para felicitar a Acción Litúrgica, página que me parece de diez, por estar a punto de conseguir el millón y medio de visitas, lo que supongo que ocurrirá hoy o mañana. Millón y medio en un día triunfal como lo es el Domingo de Ramos. ¿Qué después viene el Viernes Santo? Pues a los tres días el Domingo de Resurrección. Y esa es nuestra fe. Cristo Resucitado. No hay otra. Queridísimos amigos de Acción Litúrgica, que hacéis, o haces, una página en la que se conjuga la verdad y la belleza, mi solidaridad, mi agradecimiento, mi afecto y mi felicitación. Qué el millón y medio se multiplique para gloria de Dios y de Nuestra Santa Madre Iglesia. Y ya que hablamos de pretericiones episcopales, tantas y tan injustificadas, que Acción Litúrgica no aparezca en las webs episcopales, no la alabe el Gordo feliz y oficialmente para la Iglesia da la impresión de que no existe creo que es una muestra más de que estamos en unas manos necias con balcones a la calle. Es absolutamente eclesial, respetuosísima con todos los ritos, por supuesto con el modo ordinario, pues no existe. Lo que les va es el Padre Ángel u otras insignificancias eclesiales. Y entre las insignificancias no incluyo al cura asturiano que me parece un genial difusor de su persona y un notabilísimo gerente de ONGs muy meritorias. Vale la propaganda e incluso la exaltación, del cura que por otra parte se exalta solo. Pero en la Iglesia hay otras cosas. Deberían tomar nota de ello. Y respecto al P. Ángel también he de decir que últimamente le he visto más con clergyman que en toda su vida pasada junta.  Lo reconozco con agrado. Yestá más guapinu.