El arzobispo de La Plata un cursi con balcones a la calle

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Escudo S.E.R. Mons. Víctor Manuel Fernández.png

La ilustración es el escudo episcopal de este hortera que ya se había acreditado con su libro Sáname con tu boca. El arte de besar. Que no debería ser una ciencia arzobispal. Y menos cardenalicia, que algunos dicen que el capelo está al caer.

Como la cursulería es permanente en él os traigo otra memez suya que me hacen llegar.

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Con comentarios interlineales del remitente.

Comentario: Si el siguiente texto pretendiera pasar por una oda = Composición poética del género lírico, normalmente dividida en estrofas o partes iguales, cuyo tono es generalmente de alabanza; lamentablemente le faltan todos los elementos cualificantes. Lo que llama la atención es que más que alabanza es una lamentación sobre los dolores y las lágrimas de un varón frustrado por sus pocas o nulas capacidades que no se sabe bien por qué eligió ser sacerdote para sufrir y sobre todo llorar.

 

Tomado el 18 de octubre de 2021 de: https://www.arzolap.org.ar

con ocasión de la ordenación presbiteral de cuatro diáconos diocesanos.

 

Oda al párroco

[Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata, Argentina]

 

Para un cura no hay nada más lindo que ser párroco. Un párroco es un enamorado de Jesucristo, que tiene la certeza de que la amistad con él ya no tiene vuelta atrás.

Un párroco experimenta, a veces con dolor, a veces con emoción, que es una vasija de barro que el Espíritu Santo quiso llenar y desbordar a pesar de sus límites y miserias.

 

Un párroco sabe que cuando las cosas le van mal puede correr a los brazos de la Virgen de Luján [no cabe otra alternativa para la Santísima Virgen María?] que en ese momento no mirará sus errores y caídas sino a su hijo que la necesita. Así, desde el corazón de la Madre, aprende él mismo a ser siempre misericordioso. [pero la misericordia no es un atributo más bien divino que mariano?]

 

Un párroco no es un solterón. Para él está muy claro que tiene una esposa que le reclama, que lo reta[1], que lo necesita, que lo estimula, que lo quiere y lo siente suyo a pesar de todo. Al mismo tiempo, es la esposa que festeja con él las alegrías y los lindos momentos. [suena a poesía de niño de segundo grado elemental…] Porque desde que llega a una comunidad sabe que ha nacido una alianza de amor con ese pueblo de Dios. [pero no era que la esponsalidad sacerdotal es referida a la Iglesia Esposa de Cristo y no tanto a la sociología religiosa?]

 

Un párroco entiende cuando alguien llora por amor, porque él también ha llorado a veces su soledad. [?!] Comprende cuando una madre sufre por sus hijos porque él muchas veces se sintió impotente cuando intentó ayudar a otros. Percibe lo que otro siente cuando no puede cumplir sus sueños, porque él también tiene sueños grandes y muchas cosas le salieron mal. [burdo]

 

Pero un párroco es un hombre que siempre sale adelante, porque está peregrinando con su comunidad en medio de las pruebas y angustias de esta vida. Sufre con ellos, llora con ellos, espera con ellos. Y muchas veces ellos lo empujan y lo llevan para que no se quede. Mientras tanto, une con cariño sus dolores a los de Cristo crucificado y los ofrece por su comunidad. Porque sabe que así su sacerdocio siempre será fecundo.

 

Y lo más lindo de ser párroco es experimentar que uno siempre es padre, amigo, compañero, uno del barrio, alguien que tiene su casa entre el pueblo como uno más, sin pretender destacarse, [un párroco debe buscar ser irrelevante?] pero seguro de entregar un milagro permanente.

 

Porque Cristo lo ha tomado con su Palabra, porque él se hace alimento entre sus dedos, porque a través de él el Espíritu Santo se derrama como agua, como aceite perfumado, como sencilla bendición que ayuda a su pueblo a seguir adelante.

Pero el párroco es también un contemplativo de la belleza que siembra el Espíritu Santo. Está atento a la vida de su gente y admira tantos gestos de generosidad, tanta entrega, tanta paciencia, tanta lucha, tanta fe del pueblo de Dios. Y contempla el nuevo nacimiento en cada bautismo, el corazón que se renueva en cada reconciliación, la vida que se eleva a Dios en cada Eucaristía. Y contempla a los niños que crecen, a los jóvenes que se enamoran, [parecería que un párroco no educa para el matrimonio sino solo tiene en cuenta los sentimientos y las calenturas?] a los abuelos[2] que se van yendo de a poco.

 

La vida del párroco no tiene desperdicio, siempre que viva un sincero orgullo por el don que Dios le ha dado y no pretenda ser feliz con lo que le ofrece este mundo vano.

Aunque le duelan sus errores, sus caídas, sus faltas de generosidad, sabe que su fuerza está en un regalo gratuito. Porque Dios lo eligió, lo llamó y lo consagró porque sí, porque a él le dio la gana. [parecería que en la acción de Dios no hay poesía, no hay espiritualidad: solo voluntarismo?]

 

Así, sabiéndose tan querido, seguro de no tener más mérito que el amor que Dios le tiene, se levantará de nuevo mil veces, y aunque sea con lágrimas en los ojos volverá a gritarle al Señor: ¡Gracias Dios mío por ser sacerdote![3]

 

[1] Argentinismo vulgar que significa «reñir, regañar, reprender»; de uso confuso en una pretendido texto literario. Hay que estar por la asignación del significado alternativo, visto que luego se usa el verbo «estimular» que sería una repetición de «retar» con el sentido original de «incitar».

[2] Argentinismo que toma la parte por el todo, asignando el nombre de «abuelo/a» a todo anciano.

[3] El autor empezó refiriéndose al párroco en cuanto este pseudo texto presuntamente poético era ofrecido como regalo a nuevos sacerdotes diocesanos destinados por ahora no a ser párrocos, sino más bien vicarios parroquiales. Con más razón, siendo la poesía expresión de la belleza que incluye la verdad como un trascendental del ser, si se hubiera usado más bien la palabra sacerdote en vez de párroco, el texto que igualmente no mueve ningún sentimiento, podría haber sido receptado tal vez más adecuadamente por los noveles sacerdotes y tal vez aplicado para un presbítero perteneciente a la vida consagrada que no necesariamente trabajará en un parroquia, pero que tendrá el mismo ministerio de los diocesanos entendiendo la unidad de un único presbiterio bajo un único obispo.



 

Comentarios
13 comentarios en “El arzobispo de La Plata un cursi con balcones a la calle
  1. Pedro, Pedro, Pedro… no has entendido nada… (tampoco se entiende muy bien tu sintaxis… Para hablar sobre el sacerdocio y el pastoreo de almas, y si encima se le quiere dar cierto tono poético (Oda), se necesita, además de los elementos bien señalados por Pacopepe, una buena dosis de buen gusto y distinción…

  2. Después de varias alocuciones, que he leído de Monseñor Fernández, espero que no acuda a la misma psicoanalista que trató a su protector. Empeoraría la situación.

  3. Identificar sacerdocio diocesano automaticamente con ser párroco me parece un error, el sacerdocio es un sacramento y el ser cura-párroco un oficio que un sacerdote diocesano puede ejercer o no… poca teología y poca historia del sacerdocio católico tiene este señor…

  4. Hombre, no se carguen, por favor la tradición más granada de la Iglesia que cuando canta la SALVE habla de Mater Misericordiae. Por favor, las críticas, están bien, pero algunos se pasan de frenada…

  5. Verdaderamente aquí lo que existe es un Sicariato religioso. Date artículo esta maravilloso sobre lo que es ser sacerdote y pastor de almas. Verdad que hay perso as que critican por críticar. Vallan a rezar que le hará muy bien

    1. Y a ud nadie le ha mandado a la escuela para aprender ortografía ? Se escribe “ vayan “ con “ y “ . Aplíquese el cuento y rece ud pero , además , estudie q le hará a muy bien .

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