Duro también Bruno Moreno

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6 comentarios en “Duro también Bruno Moreno
  1. A mí ya no me quedan palabras ni ánimo para decirlas. Esta aterradora pesadilla ni sabemos cuánto durará ni a qué dará paso, pero las perspectivas (no nos engañemos) no son halagüeñas.

  2. MERCEDES DE SEVILLA
    Pues ya en la Puerta Real;
    ya allá,en Santa Genoveba;
    ya en Salvador…,Haces leva
    de devoción sin igual.
    Que,Sedente en El Museo,
    o en Pie,Triste y Lacrimosa;
    -ya Alegre,ya Dolorosa-,
    en tus Ojos me recreo.
    Señora de las Mercedes,
    que Haces tan grandes y tantas.
    Y al que se cae, le Levantas;
    y al que gime y llora,Meces…
    ¡Cómo te querrá Sevilla;
    que,-rica en Advocaciones-,
    sin temer repeticiones,
    te invoca de orilla a orilla!…
    Y,pues que somos cautivos
    en tantas férreas cadenas,
    con esas Manos tan Plenas
    Libéranos,redivivos.
    Madre de Dios,Mercedaria;
    siempre Atenta;Intercesora.
    De Cielo y tierra,Señora.
    Musa y Fin de mi plegaria.

  3. Estamos ya en otro estadio bien diferente. El esquema de trabajo es otro. Da igual si este sujeto ha sido elegido de forma legítima o no. «Por sus obras los conoceréis». Y este sujeto, por sus obras y por sus palabritas leguleyas se da a conocer a la perfección y se deslegitima por sí solo. No sé cuántas personas se van dando cuenta de que a las instituciones (a todas ellas) ha accedido en los últimos tiempos una cuadrilla de gente «floja» que no hay por dónde cogerla. Tal vez sea eso, que estemos en los últimos tiempos y ha llegado la hora de los héroes, de los profetas que limpien toda esta escoria.

  4. Me he autoimpuesto la penitencia de hablar lo menos posible respecto de Francisco I. En primer lugar, porque prefiero emplear mi tiempo, que es de Dios, en rezar para que el próximo papa pueda reparar el inmenso daño que ha hecho y seguirá haciendo el porteño a la Iglesia de Cristo; en segundo lugar, porque tanto Don Francisco José como los habituales de ésta, su casa, saben perfectamente cual es mi opinión acerca del argentino. Así que no hace falta que la reitere.

    Mas, no quiero dejar sin señalar que la institución bimilenaria de la cual está al frente Jorge Mario -quien en la verdadera compañía de Jesús jamás hubiese llegado a ser ordenado sacerdote y, quizás, tampoco superado el período de formación debido a sus clamorosas carencias intelectuales y morales- se asemeja más al Titanic que a la Iglesia que Cristo y a las enseñanzas que el hijo de Dios nos legó.

    Ello es posible gracias a la inestimable colaboración de los enemigos internos de la Iglesia de Cristo -hasta los externos están manifestando en los medios de comunicación su desengaño con Francisco I- liderados, cómo no, por los arrupitas, siervos del Enemigo y, por ende, enemigos del bien, quienes son la punta de lanza de los que devalúan son su falta de estima las Sagradas Escrituras, al tiempo que adulan las obras literarias de este o aquel autor, miramos y predicando con desprecio la Biblia…

    Y luego, podemos incluir a la mayoría de los obispos españoles, para quienes -al igual que Francisco I- parece ser que Dios no existe. Como muestra, un botón, de boca de Luis Argüello en Twitter:

    “Pandemia, DANA y Volcán nos sitúan ante la naturaleza de una manera nueva. Convocan al cuidado y la solidaridad. También a reconocer y reclamar la acción de la Ciencia y del Estado. Pero no basta: es necesario asumir la humildad, el asombro y la esperanza de nuestra fragilidad.”

    En definitiva, el Titanic en que han convertido a la Iglesia de Cristo chocó con el iceberg en 2013 y, en vez de buscar una solución, sigue tocando la orquesta, mientras el buque naufragado tarda más de lo previsto en hundirse, porque el Señor sigue invitando a la conversión. Mas, como en el referido suceso histórico, no habrá botes salvavidas para todos. Y puede que los que se ahoguen en las gélidas aguas, -empujados por los que dirigen la nave, quienes se han apropiado de los botes salvavidas- sean quienes encuentren a Dios, mientras que los que en primera instancia parecen salvados, deberán comparecer inexorablemente ante el Altísimo para dar cuenta de qué han hecho con los talentos que les fueron confiados.

    Y, cómo no, dado que el Señor jamás abandonará a los suyos, algún buque, cual Arca de Noé, acudirá en auxilio de los dignos supervivientes quienes tendrán la tarea de reconstruir la Iglesia de Cristo sobre las ruinas que nos dejarán Francisco I y sus esbirros…

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