| 01 octubre, 2023
DOS NUEVOS CARDENALES ¿DOS IGLESIAS?
El primero, es Francisco Bustillo, obispo de Ajaccio, Córcega; el segundo, Ángel Rossi,
arzobispo de Córdoba, Argentina. Rossi es de lo menos malo de nuestro episcopado
y sin embargo, el reportaje aparecido el 30 de septiembre en “La Nación” es decepcionante.
Alumno de Bergoglio cita al santo cura Brochero y afirma que Francisco “monta el Evangelio
en pelo, no le pone aperos”. Critica “a una Iglesia a la que le gusta ser príncipe; tristemente
todavía hay quien lo fomenta y a quien le gusta” Y pone un ejemplo: “el otro día fui a buscar
mi pilcha (la vestimenta cardenalicia color púrpura) y en la tienda había una mitra llena de
decoraciones, casi escandaloso y le pregunté al dueño: esto es adorno ¿no? Y me contestó:
no, lo compran, lo buscan.
Preguntado por la situación política en la Argentina de hoy, responde: “Es muy difícil…
Además, toda una campaña muy floja políticamente, casi una pulseada a ver quien pisa al otro,
más que propuestas de poner la mirada en la gente, en el pueblo, en ver que le ofrecemos a la
gente, más que promesas flojitas políticamente.
Preguntado por la misa de desagravio al papa por los dichos de Milei celebrada en
Córdoba, contesta: “Creo que ayuda… así yo la apoyo”.
Preguntado por el máximo desafío de la Iglesia de hoy responde:
Encontrar la palabra en medio de tantas palabras, la palabra significativa para el anuncio
del mensaje. La buena nueva está, lo que a veces nos falta es la capacidad de poder trasladarla
al corazón de la gente para que nos ayude a ser buenos, a crecer a ser felices”.
A Francisco Bustillo, France Catholique le pregunta: ¿Qué mensaje debe transmitir la
Iglesia en nuestro mundo? y la respuesta es muy clara: “Dios está hora ausente de nuestra
civilización. Lo echamos. Ahora me pregunto. Nací en 1968. Cincuenta y cinco años después de
lo que pretendía ser un “movimiento de liberación” ¿es nuestra sociedad más feliz?”
Y con buen uso del argumento a fortiori dice: “La fe y la confianza van de la mano.
Ahora bien, si ya no tenemos fe en Dios, o si ya no hacemos quieran tenerla ¿cómo podemos
seguir creyendo en la política?”
“Vivimos una gran inestabilidad social y humana marcada por el materialismo y el
individualismo. Por tanto, hemos de ‘reparar’ las sociedades con la Iglesia y con Dios. Debemos
llevar la interioridad allí donde las redes sociales solamente ofrecen estar afuera de nosotros
mismos. La vida interior trae silencio y promueve la unidad del ser”. Porque las redes conspiran
para que el hombre no pueda ensimismarse, penetrar adentro de sí mismo, emprender el viaje
hacia su interioridad.
En el marco del silencio, que como escribe Saint-Exupéry, es el espacio en el cual el
espíritu puede desplegar sus alas. Continúa el obispo de Ajaccio: “El católico debe trabajar
para estar conectado con su vida interior donde encuentra a Dios”.
Prosigue el nuevo cardenal corso:” Debemos dar testimonio del increíble don de Jesús
a los hombres. ¿Quién anuncia que Nuestro Señor murió en la Cruz para salvar a la
humanidad?
La generación joven que veo en Córcega que viene a pedir el bautismo es
religiosamente virgen, A ella no le importan las historias de pedofilia… Por otra parte, quieren
conocer el alma de la Iglesia, redescubrir los tesoros que forman parte de su enseñanza”.
Comentario: en las respuestas de Rossi, Dios, Uno y Trino no aparece. Existe una
referencia al Evangelio otra a la Buena Nueva. Aparecen expresiones populares como “montar
en pelo”, palabras como “pilcha” para referirse a la vestidura cardenalicia color púrpura, que
no me parecen apropiadas en la boca de un arzobispo en esa circunstancia; además en algún
caso irrespetuosas, porque el Evangelio no puede “montarse”, como se monta un caballo o un
asno.
La respuesta acerca de la política es descriptiva y confusa; no existe ninguna referencia
al bien común sino al servicio a la gente, al pueblo. Solo en la última parte del reportaje levanta
el nivel cuando se refiere a la búsqueda de la palabra apropiada para anunciar la Buena Nueva
a los hombres de nuestro tiempo.
Las respuestas de Bustillo parecen pertenecer a otra Iglesia. Su eje es Dios, expulsado
de esta tierra por un hombre contemporáneo que repite el pecado de Adán y altera el orden del
mundo; critica a nuestra sociedad actual marcada por el materialismo y el individualismo y
remarca la necesidad de restaurar los vínculos de ella con Dios y la Iglesia
.
Critica a las redes sociales que mantienen al hombre en la exterioridad y destaca la
importancia de penetrar en el mundo interior, el del silencio, de la plegaria, el de la búsqueda
de la verdad “que se cava como un pozo” (Saint-Exupéry). Pero esto hoy, se pregunta “¿quién
lo predica?” Finalmente, con proyección al porvenir de la Iglesia, destaca a los jóvenes corsos que
piden el bautismo y quieren descubrir los tesoros de la misma.
Como argentino, tengo vergüenza por un par de nuevos cardenales “Trucho” y Rossi,
en este último caso, por sus respuestas al reportaje, que muestran una lamentable cortedad
natural. El abismo que separa a los nuevos cardenales se muestra no solo en el orden religioso,
sino también en el cultural, en el lenguaje, cuidado y fino en Bustillo, descuidado y
populachero, en Rossi.
Hace poco, elogié a otro nuevo cardenal asiático, malayo, que miraba al cielo, con los
pies en tierra de Asia; hoy lo hacemos con un europeo, corso, que no duda en predicar su
teocentrismo.
Respecto a mi compatriota, pido a ese Dios ignorado, que alumbre su entendimiento
con un rayo de su claridad y aparte de él las tinieblas de la ignorancia en las cuales todos
nacimos, como pedía en su oración Santo Tomás de Aquino. Dos nuevos cardenales ¿Dos
Iglesias? Los lectores darán su respuesta.
Bernardino Montejano
¿Alguien duda de que hay dos Iglesias con un sólo papa? Este es el gran problema de la Iglesia de Cristo. En lugar de unir, este hombre ha dispersado a las ovejas y a unas las trata a patadas y a otras les da de comer en la mano.
Gracias a Dios le han negado la púrpura a Buenos Aires… Quien lee el Clarín de hoy, en su nota al Arzobispo durante la procesión tradicional a la Virgen de Lujan, nuestra querida Madre, protectora y patrona de nuestra Patria, queda con los ojos como platos (por decirlo suavemente).
Córdoba, Córdoba… qué te ha pasado? Conozco personalmente sacerdotes cordobeses valiosísimos, fieles hijos de la Iglesia, hombres dispuestos por entero al martirio por Cristo y la Iglesia. Qué diferencia con este… cardenal… qué diferencia! Este parece salido más de la «rebelión liberacionista» de los 60s; más que a Brochero, este buen… cardenal… parece estar glosando al malogrado, por vía de accidente de tránsito, Angelelli.
«Montar en pelo» era, hasta finales del siglo XIX, cosa de indio malonero y salvaje; también de pillos y cuatreros, como los hermanos Pincheiras, gallegos, que desertaron del ejército realista en Chile y se pasaron años maloneando, violando, matando y robando con los salvajes hasta que Rosas los sentó en las alpargatas y fueron a cantar pa’l carnero…
«Montar en pelo»; Lucrecio estaría encantado con esta verborrea sensualista (y casi patológica), pero se reiría mucho de la mediocridad con la que utilizan algunos dignatarios («príncipes de la Iglesia»… Miserere, Domine…) los simbolismos y las expresiones.
Qué hay que ser bruto, canejo, para decir semejante cosa siendo… cardenal!
Recemos, recemos, recemos, que parece ser que muchos en la jerarquía hace décadas perdieron el oremus…
NOTA: Los amigos de Infovaticana podrían hacerle un lugarcito por aquí al blog de don Montejano, bien lo merece y lectores no le faltarán. Créanme…
la verdad que si me averguenza el vocabulario vulgar, popular, mediocre,que usan los argentinos en el Vaticano. Me gustaria que nivelen para arriba, aunque sea con un vocabulario mas delicado,mas fino,mas correcto.
Rossi tiene voto para quince años. Bustillo, para veinticinco. ¿No es demasiado pronto para recibir la púrpura? ¿Qué sentido tiene negarla a Buenos Aires y a París y darla a Córdoba y Ajaccio? ¿Se han fijado en la manía de este pontífice de ningunear a las sedes cardenalicias? ¿Se han fijado en que el haitiano y el panameño, por ejemplo, no son los arzobispos de las respectivas capitales? Y hay muchos más casos.
La arbitrariedad al poder. Pero el Papa está haciendo lo que honestamente invitó a hacer a los jóvenes y a toda la Iglesia desde el principio de este desaguisado: lío.
Y allí está todo cada vez más liado. Y él, feliz con su tinglado.