| 28 diciembre, 2017
Y ahora sin inocentadas.
En el holocausto de tantos millones de niños asesinados en el vientre de sus madres.
Los herederos de aquellos Inocentes asesinados por Herodes.
Aunque con una gran diferencia. Entonces en el enorme dolor de sus madres. Hoy asesinados por ellas.
Atenea, lo que dices no cuadra con lo que afirman muchos que tratan a madres que van a abortar. Y el síndrome postaborto tampoco lo confirma. Por eso en estos asuntos yo prefiero seguir lo que afirman los que tienen experiencia más que los que hablamos de lo que vemos en nuestro entorno o en los medios. Si los que están día a día con mujeres que abortan me dicen que muchas cuando son mínimamente atendidas no siguen con el aborto y que otras siguen por presiones graves pero que sin éstas no abortarían, prefiero segur esta opinión que las nuestras
Este día se celebró en el Vaticano, aula de audiencias, con una sesión de circo. O sea: Panem et circenses.
Quedamos advertidos .
Y la mutinacional elegida días pasados por Viganó para darle una pasada al Vaticano que no lo reconozca ni su madreypadre.
El gran problema es que el crimen se ha convertido en derecho, el mal en bien, creo que eso es pecar contra el Espíritu Santo. Lamentablemente muchas mujeres no consideran al embrión como un ser humano, ni siquiera como ser vivo, por tanto no hay remordimiento, no es más que la solución al problema derivado de un rato de disfrute. Por eso muchas lo ven como algo usual ir a solucionar el «problema» cada vez que se produce. Esto se da más, todo hay que decirlo entre las inmigrantes. Las que nos iban a solucionar el problema demográfico, precisamente.
Pero dado que mi párroco no ha mencionado el tema, me pregunto ¿en cuantas misas se ha mencionado? Me temo que en muy pocas. Y si los curas no lo mencionan es porque no es tan malo y abortar es algo disculpable.
No sé a qué juega la jerarquía.
No soy experto en nada, salvo en leer y las estadísticas (de nuestro Gobierno, no mías) dicen que más del 30% de los abortos son de mujeres que lo hacen por segunda, tercera o más veces, es decir, no sólo matan, sino que reinciden en gran número en crimen tan horrendo.Abra los oídos y verá como, de modo masivo, mujeres y hombres justifican tan aborrecible asesinato con las más peregrinas disculpas.
Jaimito, basta con escuchar los argumentos de las mujeres del propio entorno para darse cuenta que Juan Manuel se quedó corto. Si a eso le sumamos las millonarias campañas que insisten en «demostrar» que el nuevo ser es solo un potaje de células, llegamos a la conclusión de que el dicho «madre solo hay una…¡menos mal!» tiene hoy el rango de verdad infalible.
El sufrimiento viene después, pasado un tiempo. Nadie puede apagar la «semillita de divinidad» que Dios en su infinita bondad planta en cada uno de nosotros, su criatura más querida. Por eso, pasada la falsa euforia de la falsa libertad basada en la falsa aseveración que dice «mi cuerpo es mío y con él hago lo que me da la gana»; pasado todo eso, que pasa, en el silencio de la noche o en el ruido cotidiano del día, en cualquier lugar y circunstancia, de repente, un día empieza a parpadear tímidamente una lucecita en la conciencia. Y, aunque se intente apagar, esa lucecita va creciendo y apareciendo cada vez con mayor frecuencia en forma de pregunta: ¿Qué has hecho con tu hijo? ¿ Dónde está tu hijo? Las consecuencias para la mujer que ha abortado son terribles.
juan manuel, ¿eres experto en la cuestión?; ¿sobre cuántas mujeres versa tu estudio para ser tan contundente? Gracias
Créame si le digo que es mentira que una mujer que aborta sufre por ello: la mayoría lo hace convencida de que está en su derecho y de que un embrión o un feto es como un grano o una verruga.Es un asesinato perfectamente premeditado, planificado y ejecutado sin piedad y ninguna de las disculpas que se presentan es atenuante de nada: la ley no obliga a ninguna mujer a mantener a su hijo, pues puede renunciar a él en el momento del parto.No hay razón económica alguna.Se trata de crímenes por pura maldad, cuando no comodidad (eso es casi peor), para poder vivir más tranquilo, viajar más y evitarse el engorro que es soportar a un niño, con sus lloros, su orina, sus papillas y el latazo que supone atenderlo.