Decimoséptimo aniversario del fallecimiento de Don Marcelo

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Oracion compuesta por Don Marcelo Martin

El 25 de agosto de 2004 falleció el arzobispo emérito de Toledo, cardenal González Martín y desde entonces su inmensa figura viene siendo evocada en esa fecha por un obispo relacionado con él, bien porque les hubiese ordenado episcopal o sacerdotalmente o hubieran cursado sus estudios en aquel excelente seminario de Toledo que fue paradigma mundial.

El texto de este año se debe al actual nuncio en Sudán Luis Miguel Muñoz Cárdaba, seminarista toledano en los días de Don Marcelo y me parece excelente.

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Don Marcelo, un hombre grande de Dios

Desde Jartum, en el corazón de Africa, escribo con emoción sobre Don Marcelo. Cuánto quería a sus sacerdotes y qué orgulloso se sentía de poder ofrecer a algunos de ellos para el servicio de la Santa Sede y del Papa. ¡Qué gran privilegio para un sacerdote –decía con convicción y ardor– servir al Santo Padre! En efecto, en los años de Don Marcelo Toledo era una de las diócesis españolas que más clero había cedido, de modo temporal o permanente, a la Sede Apostólica. Esto Roma lo sabía y lo apreciaba y el nombre de Toledo y el buen hacer de su Cardenal Arzobispo Primado se difundían no sólo en la Urbe, sino también en no pocas Iglesias locales del Orbe.

¿Cómo era Don Marcelo? Confieso que después de haber conocido a tantos Obispos en tantos países y continentes diferentes, su figura se me hace cada vez más grande: más evangélica, más eclesial, más pastoral, más apostólicaen una palabra, una figuramayor” de la Iglesia en España y en el mundo del siglo XX, cuyo resplandor sigue iluminando el siglo XXI.

Don Marcelo era eminente no sólo –o no tanto– por ser Cardenal sino porque en su ministerio, primero sacerdotal y luego episcopal, lo social y lo espiritual, lo pastoral y lo doctrinal, lo carismático y lo institucional no se oponían, sino que se integraban y complementaban de modo natural… o tal vez sobrenatural.

Don Marcelo era grande y, como todos los verdaderamente grandes, no cabía en las etiquetas fáciles con las que se suele encasillar a los Obispos. ¿Cómo definirlo entonces? Creo que supo ser, sin complejos humanos y con gran libertad de espíritu, conservador y progresista al mismo tiempo. Siguiendo el ejemplo de los grandes Pastores de Iglesia, era capaz de distinguir con inteligencia y discernimiento entre lo inmutable, que hay que conservar, y lo mutable, que puede y debe progresar.

A distancia de los años, me convenzo cada vez más de que Don Marcelo era un hombre “tradicionalmente modernoocomo prefiera el lectormodernamente tradicional, pues la genuina tradición y la sana modernidad no se enfrentan sino que se enriquecen mutuamente. Pero, eso , estuvo siempre muy atento a no ceder ante los envites del modernismo y del tradicionalismo, “las dos grandes herejías de la actualidad”, como los define el pensador católico francés Jean-Luc Marion.

¿Qué me sorprendía de él? Muchas y muy variadas cosas. He aquí sólo algunas.

Creo que pocos amaban al Sucesor de Pedro tanto como él lo hacía y, sin embargo, prefirió siempre dedicar su tiempo a recorrer las carreteras y los pueblos de su diócesis en vez de buscar excusas para zigzaguear por los palacios romanos.

Creo también que pocos vivieron el Concilio Vaticano II con tanta intensidad como él lo hizo y, sin embargo, optó en todo momento por centrarse en su aplicación pastoral en la diócesis y no perderse en enfrentamientos ideológicos sobre su espíritu y su letra.

Creo además que amaba inmensamente a la Iglesia, pero prefería hablar más de Cristo y menos de las estructuras y gobiernos humanos eclesiales. Sabía bien que la Iglesia, como la luna, no tiene luz propia, sino que su única misión posible es reflejar sobre el mundo la luz de Cristo, el sol que nace de lo alto.

Podría seguir con más ejemplos, pero me parece que ya son suficientes para entender que estamos ante un hombre excepcional y libre de espíritu, que no puede ser encajonado ideológicamente ni debe ser utilizado o desechado de forma partidista, como pretendieron algunos ayer y tal vez siguen otros intentando hoy.

A Don Marcelo le ocurre lo mismo que sucede a los grandes Obispos y Padres de la Iglesia, que el paso del tiempo no borra ni difumina su memoria sino que define más genuinamente su figura.

Personalmente, recuerdo siempre los sentimientos, discordantes en apariencia, que su presencia y su palabra suscitavan en mi joven personalidad de seminarista. Por un lado, temor reverencial y admiración ante su imponente figura humana y episcopal. De otro, fascinación y entusiasmo por su fe robusta, su caridad ferviente y su gran zelo evangelizador, misionero y apostólico. Y por último, una mezcla de afecto, ternura y confianza ante su actitud bondadosa y paternal, aunque sobria, y su talante protector.

Así era Don Marcelo: un auténticodiscípulo misionero de Jesús, usando la expresión feliz del Papa Francisco; un simple y humilde trabajador de la viña del Señor, con palabras entrañables del Papa emérito Benedicto XVI; o, como diría el Santo Papa Juan Pablo II, un verdadero Pastor según el Corazón de Cristo.

+ Luis-Miguel Muñoz Cárdaba

Comentarios
12 comentarios en “Decimoséptimo aniversario del fallecimiento de Don Marcelo
  1. Enviar a los seminaristas a estudiar a fuera es un gasto y un riesgo. A veces la doctrina que dan es muy progre. Lo mejor, creo, sería estudiar teología en el Seminario por Internet. Tener un buen profesor de la Diócesis para supervisar lo que estudian y dar alguna signatura presencial. Y no moverse del propio Seminario. Es una opción aún por experimentar y la suelto. Así se salva el Seminario.

  2. Buenas noches
    Siempre estaré agradecido a don Marcelo, al Gran Cardenal.
    Ofrezco la Santa Misa con mucha frecuencia por el, no porque lo necesite, sino por pura gratitud.
    Necesitamos, en la vida de la Iglesia, Pastores, según el Corazón de Cristo.
    Don Marcelo, es y será ejemplo de pastores, que cuidaron su grey.

  3. Conforme pasa el tiempo, se va viendo con una mejor perspectiva la figura prócer de Don Marcelo. Su gran obra que fue el seminario, de cuyas reservas aún vive la diócesis de Toledo. Gracias a ello ha podido ir capeando la situación, y para el curso próximo recibir 17 nuevos seminaristas. Ha sido milagroso que no se haya venido todo abajo durante el pontificado de Braulio, al que todo le daba lo mismo y al pésimo equipo de formadores cesante. Hay muchas esperanzas. Don Marcelo se dio cuenta de que las vocaciones eran fundamentales para la pervivencia de la diócesis realmente devastada por Tarancon y por el desmadre de los últimos años de Pla. Paco Cerro que es muy listo, se ha dado cuenta de que el Seminario es la joya de la corona, y que la tiene que cuidar. Confiemos que se decida también a cuidar el Seminario Menor, cambiando pronto todo el equipo, que han conseguido reducir a un tercio el número de alumnos.

  4. Luís Miguel Muñoz Cardaba habla con gratitud de su experiencia con don Marcelo. Y refleja su gratitud. Otros le estamos igualmente agradecidos, porque nos admitió y nos ordenó. Pero siendo objetivos hay que reconocer que no a todos los seminaristas los trato por igual, como luego tampoco a sus curas. Era el, era su camarilla, cuyos hilos manejaba el que había sido secretario de Pla? No lo sabemos, pero le faltó rematar. Su acepción de personas fue antologica, como lo fue su escaso acierto con algunos de los privilegiados a los que envió a Roma a ampliar estudios, que lo hicieron a costa de la diócesis, para, apenas terminar marcharse a otras diócesis a hacer carrera. Y tampoco se comprende su escasa objetividad con relación al Concilio. La mención al concilio en su lauda sepulcral, dice que aplico «con ardor» sus decretos. Hoy sinceramente dudo si esto es mérito o demérito. A pesar de todo su balance fue positivisimo. Pero me temo que los intentos de Beatificación no van a prosperar.

  5. Muy buen comentario y acertado, sin tópicos ni generalidades, de quien fue ordenado sacerdote por Don Marcelo, el actual Nuncio en Sudán. Como bien dice en el texto, la figura del Cardenal Primado se agranda en el tiempo y traspasa etiquetas preconcebidas del ayer y del hoy.

  6. Tópicos, generalidades y… bien queda en el caldo de cultivo de un tono gris y descomprometido muy propio, por otra parte, de los actuales aires de lo que en otro tiempo fue la diplomacia vaticana. Lo bello de D. Marcelo, tanto por lo que se refiere a su persona como a su fecundisimo ministerio radicaba en las pequeñas cosas y en los detalles más nimios que, a la mayoría de nosotros, nos pasan desapercibidos. Como decía Tagore: “Las pequeñas cosas las dejo para mis amigos, pues las grandes son para todos”. Desde que se conocía a D. Marcelo se le sentía como AMIGO.

  7. AMOR DE DIOS
    Dios se Abrasa de Amor por lo creado;
    Reportando, tras Hacerlo que era bueno.
    Que Sacara de la nada , y no del cieno,
    este mundo misterioso y complicado…
    Con un Celo Paternal y Providente,
    le Mantiene ,le Recrea, le Custodia;
    Esperando de ese mundo una salmodia;
    aunque nada a su Existencia ello incremente.
    Pues si así es siempre el amor… ¡más el Divino!.
    Que se Dona sin reservas ni medida.
    Y que Asoma en Llama Ardiente por la Herida
    que le abriera,con la lanza,san Longino…

    1. Conforme pasa el tiempo, se va viendo con una mejor perspectiva la figura prócer de Don Marcelo. Su gran obra que fue el seminario, de cuyas reservas aún vive la diócesis de Toledo. Gracias a ello ha podido ir capeando la situación, y para el curso próximo recibir 17 nuevos seminaristas. Ha sido milagroso que no se haya venido todo abajo durante el pontificado de Braulio, al que todo le daba lo mismo y al pésimo equipo de formadores cesante. Hay muchas esperanzas. Don Marcelo se dio cuenta de que las vocaciones eran fundamentales para la pervivencia de la diócesis realmente devastada por Tarancon y por el desmadre de los últimos años de Pla. Paco Cerro que es muy listo, se ha dado cuenta de que el Seminario es la joya de la corona, y que la tiene que cuidar. Confiemos que se decida también a cuidar el Seminario Menor, cambiando pronto todo el equipo, que han conseguido reducir a un tercio el número de alumnos.

      1. Estimado Ambrosio,
        Desconocía la situación del seminario menor de Toledo. Si es así el arzobispo de Toledo debe controlar la marcha de ese seminario menor no apresuradamente, sino sin pausa. Sin un buen seminario una diócesis se hunde porque le falta el agua de la vida. Le pregunto cómo va el seminario mayor de su diócesis.

        1. Estimado Isaque: mi diócesis es Toledo. El Seminario Menor se pretendió que tuviera una clara opción sacerdotal, por eso aunque no había demasiados alumnos menores, proporcionalmente si eran muchos los que pasaban al Mayor. El Seminario Mayor si se compara con otras diócesis, nunca ha dejado de estar bien, pero el número ha descendido muchísimo, aunque se haya recurrido a la treta de traer africanos y peruanos y considerar diocesanos a un instituto religioso en formación que vive en un seminario aparte, hace noviciado y emite votos al margen de la diócesis. Por desgracia los equipos de formadores han ido de mal en peor. Ellos son los responsables de la pérdida de muchas vocaciones y de haber amargado innecesariamente la vida a los seminaristas. El número de ordenaciones es llamativamente bajo. Principales responsables, además de Braulio, el equipo cesante con un Rector absolutamente sectario y con algún formador iluminado que han sabido aprovecharse de la indolencia del arzobispo, al que como nada le ha preocupado, les ha dejado hacer. Braulio era consciente de la situación pero se nego a admitir ninguno de los avisos que se le hicieron llegar. Se ha buscado imponer un modelo sacerdotal que sólo estaba en sus mentes. Si el seminario ha funcionado ha sido por pura misericordia de Dios, pero no porque haya habido cooperación por parte de los formadores. El miedo, – terror?- no es método. Haber ido contando los días que faltaban para que acabase el curso y se fueran, dice mucho de la situación vivida. Nadie duda de que la crisis vocacional a la que siempre han recurrido para justificarse es cierta pero si el próximo curso van a ingresar casi una veintena y tan sólo 3 vienen del Menor, eso significa que el Menor también está en crisis, con un equipo agotado y preocupado solo de aparecer en Facebook, y que el prestigio del Seminario de Don Marcelo, aún pervive. Paco Cerro, que conoce la situación, deberá vigilar las influencias que es seguro van a seguir ejerciendo algunos de los antiguos formadores en el equipo del Menor. El nuevo equipo del Mayor ha suscitado muchas esperanzas. Quiera Dios que no se frustren.

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