| 22 enero, 2016
Está circulando uno que si non e vero e ben trovato. Y es que lo de Valencia se precipita. Salinas, que es ya imposible en Mallorca y también en cualquier diócesis, sería recogido por ese refugium inutilorum que es Don Antonio Cañizares. Pero que él, a cambio de tragarse el marrón, lograría que le nombraran también ese auxiliar por el que viene pidiendo hace tiempo. Y en la persona que él pide. A la que conoce de sobra desde hace bastante tiempo. No digo que vaya a ser así sino que el rumor ya circula. Y es sensato. El tiempo dirá si se confirma o no.
Toletum. Podria ser mas explicito?
Jesús encarnado y el problema del Aborto
22 de enero 2016
Fray Reginald Hoefer OP
De vuelta a Casa en el mes de noviembre, Fray Dominic Bouck, OP, escribió un comentario en el que citaba el libro del Abad Dom Jean-Charles de Nault sobre la acedia o pereza. Fray Dominic observaba que la «acedia es la tristeza por los dones que Dios nos da, debido con frecuencia a que su aceptación total también puede implicar la renuncia a otros bienes materiales de menor cuantía.» El Padre del desierto, Evagrio Póntico, enseña que el demonio que nos tienta con la acedia, que es «el más opresor de todos los demonios.» La razón de esto es que esta situación de tristeza nos impide apreciar los valores de mayor altura y por lo tanto conduce a una cierta veleidad del espíritu e inquietud del cuerpo, que a su vez conlleva una profunda tristeza.
La inquietud parece ser omnipresente en nuestra modernidad: nunca estamos contentos con lo que tenemos o en el sitio donde estamos, pero, tan pronto como nos es posible conseguir lo que queremos, notamos la necesidad de algo más. Dom Nault argumenta que esta inquietud afecta hoy en día a muchos cristianos bautizados, que se sienten tentados a abandonar la Iglesia.
¿Cuántos cristianos piensan que la Iglesia se ha anquilosado y no va con los tiempos, que ha permanecido en la Edad Media, y desean que se ponga al día asumiendo la modernidad? Se cuestionan también sobre la autoridad de la Iglesia [en ciertas materias]. ¿Qué derecho tiene la Iglesia, por ejemplo, a inmiscuirse en los asuntos referentes a los inicios de la vida humana, o, por el contrario, o en los que se refieren a los últimos momentos de la misma? Si el cristiano encuentra demasiado restringida la Iglesia, ¿no será porque, en última instancia, es demasiado limitado en su propio corazón? (138)
¿Captaste esto? Parece que el abad Nault está dibujando una conexión directa entre la inseguridad personal o la inestabilidad y la idea de que uno puede «dejar» la Iglesia como si abandonase un partido político, al estar en desacuerdo con su aparato, y en este caso a causa de lo que concierne a la vida humana. Para algunos, las autoridades de la Iglesia deberían tratar de mantener a las mujeres en el disfrute de una especie de autonomía de «derecho divino:» «Una mujer no debe tener la obligación de llegar hasta el final con su bebé, si hacerlo atenta contra el estilo de vida elegido.»
Todos los que han participado en la Marcha por la Vida habrán visto a las dos o tres manifestantes solitarias en las gradas de las señales deportivas de la Corte Suprema que escriben: Por la mujer, Por la familia, Por la elección,+ Por el Aborto legal. Los periódicos de la nación en general, suelen publicar una foto de estos pocos «pro-elección» al lado de estos grupúsculos «pro-vida,» ignorando la presencia de los cientos de miles de personas que están detrás de la cámara y que también han ido allá a protestar por la legalidad del aborto. ¿Por qué ocultar el hecho de que muchos, muchos estadounidenses están indignados a causa de la legalización del aborto en nuestro país? ¿Por qué tratar de hacer que algún que otro caso particular se llegue a denominar «Por la mujer,» «Por la Familia» además de ser «Pro-elección?»
La triste ironía es que el lobby abortista y sus aliados de los medios actúan de manera muy vigorosa y tenaz. Su activismo protege el egoísmo a nivel personal y social, un egoísmo que no reciba la vida como un don de Dios, un egoísmo que va contra la bondad de Dios y contra nuestro prójimo. El activismo abortista se apoya en la negatividad espiritual que es la acedia (ver Suma Teológica, II-II, q. 35, a. 2).
La acedia nos hace inquietos, incómodos ante la estabilidad de la naturaleza humana, cuya reproducción ocupa un lugar de capital importancia, viviendo con la obsesión por una peculiar idea sobre la propia autonomía.
Al no poder apreciar los bienes espirituales, se experimenta la necesidad de ser libres para revolverlo todo, buscando un sinfín de bienes inferiores. Los niños son una llamada a salir fuera de nosotros mismos. Nos impiden luchar por nuestros placeres subjetivos básicos. La acedia, por lo tanto, parece implicar un odio inconsciente a nosotros mismos, a nuestra propia humanidad, a nuestra orientación a los bienes del espíritu y al bien de tener hijos.
En nuestra naturaleza caída, la humanidad no puede estar a gusto consigo misma sin la misericordia de Dios. Esta misericordia se manifestó grandiosamente en Nuestro Señor al asumir nuestra naturaleza humana, convirtiéndose en uno de nosotros. Esta misma naturaleza humana que algunos secretamente desprecian y quieren matar antes de nacer, es lo que Nuestro Señor ama entrañablemente y toma de nosotros.
Para aquéllos de nosotros que pueden recibir la Sagrada Eucaristía, Cristo nos da su propia carne humana para sanar nuestro quebranto y nuestro autoodio. La Sagrada comunión actúa como el mejor remedio contra la proclividad de nuestra propia vida a la acedia. Frente al daño subconscientes causado por la acedia en nosotros, frente las raíces centrífugas respecto a Dios, la Eucaristía nos sumerje cada vez con mayor profundidad, en la vida divina. Desde la generosidad de Cristo, la Eucaristía nos mueve hacia la generosidad con toda la humanidad. Ese impulso eucarístico contra la acedia, si nos es inculcado de modo suficiente, puede ofrecer una potente y gozosa alternativa a aquellas personas tentadas por la desesperación que lleva al aborto.
Hay Don Antonio Cañizares cuanto da que hablar, por Toledo pasó y a algún que otro odiosis inutilis dejó con buen cargo, y con los quebraderos que traen a la diócesis mejor que los reclamara para completar su refugium inutilium.
Bien por juan miguel
Canali: Un barbarismo propio de alguien que tiene olvidadísimo el latín.
Don Francisco José: Mejor diamos: Refugium inutilium.
Al Obispo de Mallorca habría que destituirlo; no nombrarle auxiliary de nadie. Carece que autoridad moral y episcopal para cualquier diócesir, sea Residencia o como Auxiliar.
don Francisco, entonces ¿quién iría para Mallorca? Dudo mucho que esa diócesis necesite sede vacante. Más bien lo que necesitaría es jaque mate. Removido Salinas, nombrado obispo nuevo. Tal vez Ibiza? Menudo trasiego le espera a las islas: Menorca vacante, Mallorca en entredicho, y el de Ibiza con ganas de salir para otra diócesis mayor…
Me alegraría mucho por Mons. Ferrer. Sería/será un gran obispo.
Y muy ben trovato también lo de refugium inutilorum. Por aquí decimos que poco vivirá el que no lo verá (si es que ocurre).