Enviado para el número del 1 de julio de Siempre P’Alante Y a eso hemos llegado. Porque en ella todos hacen lo que les da la gana sin que nadie advierta sobre lo bien hecho o lo mal hecho. O, como mucho, te amonestan por lo bien hecho. Eso se carga la Iglesia por cuatro motivos evidentes que sólo no les parecerán tales a quienes tienen decidido propósito de cargarse a la Iglesia aunque hipócritamente lo disimulen. Aunque cada vez menos. La Iglesia de Cristo no puede sobrevivir contra la palabra de Cristo. Porque sería la Iglesia de otro. ¿Y a quién le interesa ese otro? La Iglesia no puede sobrevivir si niega lo que enseñó durante siglos. Porque si se ha equivocado tanto tiempo no hay nada que nos garantice que no se equivoca ahora. Y lo que ahora se diga verdadero sea falso y lo que se asegura falso sea verdadero. Así que no merece la menor credibilidad. La Iglesia no puede sobrevivir si no existe el infierno, si todas las religiones son buenas y agradan a Dios, si a Dios incluso le agrada el ateo y el agnóstico buenas personas. Y aunque no lo lleguen a decir también las malas personas porque si nadie se va al infierno resulta estúpido ser buena persona, honrado, fiel a tus compromisos… Los imbéciles que sostengan eso se están cargando la Iglesia, sea cual fuere su jerarquía. Si no hay pecado no hay Iglesia. O no sirve para nada. Y lo inútil, cuanto antes desaparezca, mejor. Por último la Iglesia no puede sobrevivir si dentro de ella no hay un mínimo de creencias comunes. Si Cristo resucitó o no, si el adulterio es pecado o no, si puedes matar a los niños en el vientre de sus madres o no, si el Papa es el último garante de la fe y la moral de la Iglesia o no, porque ¿quién es él para juzgar nada?, si Cristo está presente en la Eucaristía o no, si el comulgar es lo mismo que tomarse un pincho de tortilla o no… Pues todo eso el Papa, sea Francisco o quien le suceda, y los obispos, tienen que asumirlo de una vez. En un sentido o en otro. Y con las consecuencias correspondientes. Llevamos muchos años mareando la perdiz y con penosos resultados. Jamás ha estado tanto en desprestigio la autoridad en la Iglesia. Al Santo Padre se le pone de chupa de dómine un día sí y otro también, de los obispos se dice de todo, y además lo dicen sus propios sacerdotes, en la Iglesia todo es discutible y además eso es lo bueno. Pues así se acaba con la Iglesia. Hemos llegado a un punto de no retorno con muchísimos de los que hoy bullen en los medios. Con el P. Ángel, con Masiá, Forcades, Caram, Kasper, Danneels, Bonny, Baldisseri, Forte… no se puede ir ni a cobrar una herencia. Y quienes los respalden se retratan a su vez. Sean lo que sean. No les retrata el cargo sino la claudicación. Y a los claudicantes no voy a decir que los vomitará Dios de su boca pues no me voy a hacer intérprete de lo que haga Dios. No me elevo tanto. Dios hará lo que le parezca y bendito sea Dios en todo cuanto haga. Me limito a los simples mortales. De los que todos vemos lo que tragan pues hoy ya nada es oculto. Si los hay que tragan porquería, por no emplear la palabra indicada, es cosa suya. No pueden pedir a los demás que les imitemos. Ni que no señalemos a todos qué es lo que se están tragando. Ahora todo es meridiano. No hay quien no sepa de lo que va la historia. A veces la corrige Dios, llevándose a Volpi y otras las procura enderezar un obispo con una nota que está bien pero que no sería necesaria si en su momento no hubiera entregado lo que no debía y no hubiera abrazado lo que no era abrazable. Algunos lo vamos a seguir diciendo. No voy a decir que caiga quien caiga, porque aquí no cae casi nadie, pero sin callar lo que no deba callarse. Y que cada palo aguante su vela.
De las graves consecuencias de convertir a la Iglesia en la Casa de Tócame Roque
| 22 junio, 2015
Desde el Vaticano II las Encíclicas papales tienen el mismo valor que el valor que los conciliaristas le concedieron a la Encíclica de Pio XI, Mortalium aninmos. Si bien los fieles las acogemos con el respeto distanciado que ellos no concedieron a la Mortalium animos. Si quebraron la continuidad del sentido católico del Magisterio ha quedado roto el magisterio para la posteridad. Son las consecuencias de unos osados intelectuales pastoriles. Y el Señor nos perdone a todos en este maremagnum informe.
Esta Laudato se recordará que estuvo precedida por la entrevista del Secretario de la Onu con Francisco en el Vaticano y fue precisamente Ban Ki Moon quien fijó la fecha de junio para su publicación como él adelantó a los media. Todo discutible si bien en el fondo es lo que siempre hemos asumido y tratado de practicar: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. No hacer daño a la naturaleza de las cosas y no introducir o causar sufrimiento a las personas respetando también la mujer de tu prójimo, no codiciar los bienes ajenos, tratar de mejorar el entorno «habitacional» como siempre ha sido la norma a pesar de ls transgresiones.
Ya en referencia al recalentamiento, el efecto invernadero y añadidos: resulta muy llamativo que no se haga mención por los gurus ecológicos del daño que perpetran los aviones y cohetería misilística a las distintas capas atmosféricas. Silencio como muertos ante los centenares de vuelos, más de cien mil al día, solo de la aviación civil,. Eso causa unos trastornos en el consume de oxígeno incluido el ozono que llegará a una situación irreversible en la disponibilidad de oxígeno libre y por lo mismo respirable. Pues de eso ni parole por parte de los gurus consejeros como el alemán autosuficiente Schellnhuber presentador de la Encíclica y censor -corrector cientifista de la misma desde la Academia Pontificia de las Ciencias que a los inconformes o contradictores como el francñes Larminat, los vetan. Es que son así los que imponen la moda del pret a porter..
Más sobre la Encíclica:
Washington DC, 19 de junio 2015 / 16:25 (ACI) .- Con el lanzamiento de la encíclica el Papa Francisco sobre el medio ambiente de esta semana llegó una ola de controversia sobre las declaraciones del Papa sobre el cambio climático, la extinción de especies y otros temas científicos.
Junto con el debate llegó una pregunta contundente: ¿qué grado de obligación tienen los católicos en su aceptación?
Un teólogo ofrece una respuesta: los católicos deben respetar y escuchar al Papa Francisco en su nueva encíclica, aunque pueden estar en desacuerdo con algunas de sus declaraciones científicas y políticas.
«Creo que la gente tiene que aceptarla que con el corazón abierto y dócil», dice el Padre Thomas Petri, vicepresidente y decano académico de la Facultad Pontificia de la Inmaculada Concepción en Washington, DC
«En la enseñanza de la Iglesia, incluso en áreas donde se nos permite estar en desacuerdo con el Papa, estamos obligados a respetarle y dar un juicio justo, siendo dóciles al mismo. Esto no implica una ciega aceptación, sino simplemente que no debe descartarse de plano. »
Dijo a ACI Prensa que mientras que los católicos pueden estar en desacuerdo prudencialmente con una orientación política específica, o explicación de hechos, deben considerar con respeto las palabras del Papa y están obligados a seguir el consejo moral del Papa – como son los planteamientos morales de los temas sociales abordados en «Laudato Si. »
«Si bien es cierto que la ciencia refuta como erróneo algo de lo que el Santo Padre afirma, como por ejemplo, las causas del cambio climático, no se niega la obligación moral respecto a la forma con que que tratamos el clima, cómo tratar a la naturaleza, y cómo tratamos a los excluidos,» dijo el Padre Petri.
La Encíclica del Papa, «Laudato Si,» que significa «Alabado seas, Señor,» fue publicada el Jueves, 18 de junio. Su nombre está tomado de San Francisco, de la oración medieval italiana de Asís «Cántico del Sol», que alaba a Dios por medio de elementos de la creación como el Hermano Sol, la Hermana Luna, y «nuestra hermana, la madre tierra».
El Vaticano anunció en enero de 2014 que el Papa Francisco intención de escribir una encíclica sobre la «ecología humana», o la relación del hombre con el medio ambiente, sus semejantes y Dios.
Algunos comentaristas han puesto objeciones a algunas partes de la encíclica, incluyendo las declaraciones sobre el cambio climático y sus causas.
Mientras que los católicos pueden llegar prudencialmente conclusiones diferentes de las que el Papa expone, en algunos temas políticos o científicos, el P. Petri dice, que el Santo Padre tiene la autoridad – y el deber – para hablar a la Iglesia y al mundo en una amplia gama de apremiantes preocupaciones morales, incluyendo el medio ambiente.
Las Encíclicas papales son cartas dirigidas a todos los fieles de la Iglesia como un «modo autorizado» de un Papa, cuando expone su «enseñanza magisterial,» explicó.
Las Encíclicas «ayudan a dar un enfoque a la visión de la Iglesia sobre un tema en particular o un tema particularmente apremiante,» añadió el P. David Endres, profesor asistente de Historia de la Iglesia y de Historia de la Teología, en el Ateneo de Ohio.
Las Encíclicas son documentos oportunos, dirigidos a los problemas de la época. También contienen verdades eternas, aclaró, pero son sobre todo oportunas. «Cada vez que hay una amenaza para la humanidad moderna, la Iglesia no puede permanecer en silencio.»
Ejemplos de encíclicas anteriores que trataron temas relevantes y oportunos son la «Rerum Novarum», la encíclica social que marcó un hito, publicada en 1891 sobre «el capital y el trabajo,» que León XIII consideró como un asunto urgente que precisaba la voz de la Iglesia. Aunque dirigida a los problemas de entonces, dicha encíclica todavía puede leerse por su perenne actualidad en la explicación de la doctrina social de la Iglesia.
El Papa Pío XI, escribió entre otras dos encíclicas: «Mit brennender Sorge» y «Divini Redemptoris» – que tratan específicamente del nazismo y el comunismo ateo, males de entonces.
El Beato Pablo VI escribió la «Humanae Vitae», la encíclica de 1968, sobre el amor conyugal y la vida humana, y también abordó el tema puntual del control de la natalidad, reiterando la doctrina de la Iglesia en contra de la anticoncepción artificial.
En el caso de la «Humanae Vitae», la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción es un asunto moral claro y vinculante para las conciencias de los católicos. «Laudato Si» es unas cinco veces más extensa que la «Humanae Vitae» y quiere abarcar una gama mucho más amplia de temas – tanto morales como científicos- de los que, el Padre Petri dijo, que no todos implican la misma vinculación y no tienen la misma importancia.
Mientras que algunos se oponen a autoridad de la Iglesia en cuestiones que no son explícitamente teológicas, el Padre Endres insiste en que la Iglesia tiene el deber de responder a los problemas que considera que afectan al bien común de la humanidad.
El Papa puede tratar fácilmente «cualquier cosa relativa a las preocupaciones humanas, como la creación de una sociedad humana auténtica imbuido de los valores del Evangelio», dijo.
A pesar de la exageración de los medios acerca de los argumentos científicos, la nueva encíclica del Papa Francisco se refiere en gran medida a las preocupaciones morales, y tiene la autoridad para hacerlo, dijo el Padre Petri.
«Está aumentando la preocupación, la preocupación real, sobre cómo tratamos el medio ambiente, sobre la desigualdad en la economía mundial, la forma en que tratamos a los que están excluidos de la sociedad en general,» dijo.
«Su autoridad se extiende a la fe y la moral. Se extiende a estas cuestiones ambientales en la medida en que lo que dice en un momento dado, sobre el medio ambiente o el clima es en cuanto forma parte del ‘bien común’. Ésa es la moral. Eso es parte de la moralidad.»
Tiene el derecho a exponerlo y los católicos tienen la obligación de escucharlo y respetar su enseñanza al respecto,» apostilla el Padre Petri.
Sin embargo, aclaró, los católicos pueden estar en desacuerdo prudente y respetuoso con el Papa en lo concerniente a sus afirmaciones políticas específicas o científicas.
Debido a que el Papa carece de experiencia específica en la ciencia o la economía, no puede tener «todas las soluciones científicas posibles» en la mente, sobre una cuestión determinada. A modo de ejemplo, continuó el teólogo, alguien puede legítimamente estar en desacuerdo con el Papa sobre las causas del cambio climático o hechos específicos que lo rodean.»
Además, los católicos pueden mostrar «desacuerdo legítimo» sobre la forma de abordar algunas de las preocupaciones que el Papa Francisco manifiesta en el documento.
En «Laudato Si,» el Papa Francisco señala que en «muchas preguntas concretas, la Iglesia no tiene ninguna razón para ofrecer una opinión definitiva» y fomenta la discusión entre los expertos. El Papa también anima a una variedad de respuestas a los temas en cuestión, rechazando la búsqueda de «recetas uniformes» y la creencia de que hay una serie de soluciones para las preguntas específicas que enfrentan cada país y región.
Si bien puede haber variaciones legítimas en el tipo de posicionamientos de los católicos, el Padre Petri dijo: » Ciertamente necesitan tomar en serio los problemas que están identificando, para poder formar su conciencia.»
Y mientras que los fieles pueden estar en desacuerdo sobre cuestiones científicas y políticas, no pueden hacerlo en las verdades elementales y morales que el Papa aclara, dijo.
«Realmente no se puede estar en desacuerdo con los principios básicos sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente y cuidar de los pobres,» agregó.
Es interesante un comentario de los Dominicos de la Facultad de la Inmaculada, en Washington, sobre la nueva Encíclica con que nos ha obsequiado el Papa: «La Encíclica recientemente publicado por el Papa Francisco sobre el medio ambiente ha creado un gran revuelo en los medios de comunicación. Algunos comentaristas creen que el papa avanza afirmaciones científicas, así como puntos de vista teológicos en el documento.
Si el Papa Francisco hace afirmaciones que van más allá del alcance de la doctrina de la fe, esto plantea una cuestión interesante: ¿hasta qué punto son vinculantes para los católicos los contenidos de la nueva encíclica?
Un teólogo Dominico de la Provincia de San José ya ha considerado el asunto. El Padre Thomas Petri, OP, STD, vicepresidente y decano de la Facultad Pontificia de la Inmaculada Concepción, ofreció su opinión en una reciente entrevista a la Agencia Católica de Noticias:
«En la enseñanza de la Iglesia, incluso en áreas donde se nos permite estar en desacuerdo con el Papa, estamos obligados a respetarlo y emitir un juicio justo, siendo dóciles al mismo. Esto no implica una ciega aceptación, pero sí quiere decir no debe descartarse globalmente …
Incluso si es cierto que la ciencia refuta como erróneo algo de lo que afirma el Santo Padre, por ejemplo, cuando habla de las causas del cambio climático, no se niega la obligación moral, con respecto a la forma en que tratamos el clima, cómo tratamos la naturaleza, y cómo tratamos a los excluidos «.
Ya hemos visto, Rvd. Canali, a un benemeritísimo sacerdote católico, anciano y ex-capellán de las Fuerzas Armadas USA, encabezando una manifestación con la cruz a cuestas en defensa de los no nacidos y contra los abortorios llamados clínicas a tal efecto. Y vimos en video porque que se sepa ninguna televisión libre e independiente se atrevió a emitirlo, cómo la policía democrática lo derribaba al suelo y lo prendía mientras gemía el sacerdote preguntándose el porqué de semejante atropello de tamaña acción monstruosa, sacerdote católico que tiempo después fallecía, pero que no merecerá la canonización como el obispo Romero y otros que le sigan. ¡En los Estados Unidos de Norteamérica!.Y sin protesta oficial y pública vaticana.
https://youtu.be/DedLHh01DDA
Respecto a Enrique VIII y sus parricidios de los que salieron los anglicanos, precisamente el arzobispo San Jhon Fisher, confesor de la reina Catalina hija de nuestros reyes católicos, fue degollado en la famosa Torre de Londres por no asentir al divorcio que a la vuelta de algunos siglos se quiere dar como acetable en el próximo round del Sínodo-Miniconcilio con razonamientos parecidos a los que alegaron las Universidades de Inglaterra para no desairar al rey recorta cuellos y que Crannmer, ¡un arzobispo! aceptó sin pestañear y defendió porque precisamente la familia de Ana Bolena inficionada en la Corte de Navarra lo había recomendado para arzobispo. Un sujeto que había estado e la embajada inglesa ante el emperador Carlos V de Alemania y I de España, sobrino de la reina Catalina, aprovechando de paso el tiempo para casarse en secreto con la sobrina del reformador protestante de Nuremberg, con lo que se demuestra que todos estos «líos» en la Doctrina de la FE y Moral Católica siempre está por medio el lío de faldas o de pantalones por muchas motivaciones devotas que se inventen para autojustificar sus conciencias turbias.
Otro sometido a la degollina por este ángel rey Enrique VIII, fue santo Tomás Moro, canciller del reino y alcalde que fuera de Lonndres al que se le debe el ensayo novelado «La Mejor República y La Nueva Isla de Utopía» creando el neologismo de «utopía» que conocemos y manejamos como desideratums utópicos. ¿Se imagina alguien cómo le pondrian los «ilustrados» anglosajones de bestia, inquisidor y fanático si un rey español hubiera perpetrado semejante fechoría sanguinaria’? Y por cierto que Tomás Moro tuvo a mesa y mantel en su casa de Londres a Erasmo durante el tiempo que éste estudió en Inglaterra. Cuando el ey mediante manejos legales, que nunca faltan por todas partes ayer y hoy, condenó a muete a Moro, no tuvo gesto alguno Erasmo de pedir clemencia a su favor. Erasmo de Roterdam cobraba asignaciones periódicas de Enrique VIII y de Carlos V. Muy propio de inetelectuales «independientes». Según quien mande o vaya a mandar.
Se ha llegado a un grado de deterioro, que supera al siglo de hierro, ya que éste afectó tan sólo al Pontificado, sin repercusiones en el resto de la Iglesia.
Es una veleidad esperar ue actualmente el Pontificado pueda poner a cada cual en su sitio, cuando la autoridad -que la tiene- se ejerce sólo para proceder a destituciones fulminantes, como no se había visto ni con Pío XI, pero no para el esplendor de la verdad, de las costumbres y el afianzamiento, no de la disciplina sin más, sino como decían los Papas Juan Pablo I y Juan Pablo II, de la gran disciplina de la Iglesia.
Sólo la catarsis derivada de la persecución y el martirio, pueden salvar y revitalizar la fe.
Si no se tratara de la Iglesia, ya hace mucho que estaría destruida, pero el Espíritu Santo debe estar haciendo horas extras. Si se me permite la expresión.
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Y como de costumbre, los mayores destructores están dentro.
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Aunque en realidad no se trata de destruir en sentido de desaparición, se trata de conquistar y crear una iglesia a conveniencia de los enmigos.
«Jamás ha estado tanto en desprestigio la autoridad en la Iglesia. Al Santo Padre se le pone de chupa de dómine un día sí y otro también, de los obispos se dice de todo, y además lo dicen sus propios sacerdotes, en la Iglesia todo es discutible y además eso es lo bueno.» Precisa afirmación. Pero eso pasa, sobre todo, en este blog. Anote.
Una fe para la eternidad
22 de Junio de 2015
Fray Juan Pablo Kern, OP.
Era el año 1535. Durante casi un milenio Inglaterra había sido una nación cristiana. La Tradición y la moralidad de la Iglesia Católica, habían configurado su fe. El matrimonio, como la mayoría de las cosas, se entendió según enseñanzas de Jesucristo, como preservado y bendecido por su Iglesia, de generación en generación.
Unos quince años antes, comenzaron a circular rumores sobre un monje renegado de Alemania, que arremetió contra los abusos en la Iglesia y fue utilizado para desafiar su contraponiendo sus tesis a la autoridad de la propia Iglesia.
Esto hizo que los líderes políticos que buscaban aumentar su poder, a costa de los bienes y el bienestar de los líderes de la misma, difundiesen entre la gente común, como ocurre también hoy en día, los slogans pegadizos, canciones y propaganda de quienes abogaban por el cambio.
Los rumores de tales consignas del continente se abrieron paso lentamente, a través del Canal.
Hubo escritos de reformadores, como se llamaban a sí mismos, figuras literarias, como Erasmo, en el continente, y en Inglaterra Tomás Moro, que defendían la fe católica. La fe para el promedio de los ingleses se mantuvo al mismo nivel en que estaba. Después de todo, el propio rey Enrique VIII había escrito un libro En defensa de los sacramentos de la Iglesia y había sido distinguido por el Papa con el título de defensor de la fe. Inglaterra era profundamente católica.
Sin embargo, las cosas cambiaron rápidamente sin que los católicos ingleses las viesen venir.
Súbitamente llegó una nueva reina, Ana Bolena, y un nuevo arzobispo de Canterbury, Cranmer, que eran simpatizantes de las ideas nuevas. El gobierno emitió una Ley de Sucesión, de Apoyo a la legitimidad del divorcio del rey y su unión con la nueva reina, y un Acta de Supremacía, declarando al Rey, Cabeza de la Iglesia en Inglaterra. El Rey forzó a los súbditos a apoyar sus actos, cuando se había convertido en un hijo rebelde de la Iglesia, excomulgado por el Papa Clemente VII. Gran número de monjes fueron ejecutados por mostrar su disconformidad.
En el verano de 1535, dos figuras señeras, el obispo John Fisher y el Lord Canciller de Inglaterra, Sir Thomas Moro, fueron ejecutados públicamente en Londres. El motivo de su «crimen» fue aferrarse a la fe tradicional y a la comprensión católica del matrimonio, tan bruscamente que había caído en desgracia en la sociedad Inglesa. No hubo espacio para el debate en el foro público. La ley terrena había reclamado la supremacía sobre la ley de Dios, y los partidarios fieles a la Iglesia fueron calificados de traidores.
Ciertamente, para ser un católico fiel en esos tiempos, se requería una fe heroica, la fe de los mártires. Tal objetivo, también vale para nosotros, a pesar de que se requiera una virtud heroica. Eso es la virtud, en su vertiente pública, y se debe ejercitar contra las amenazas externas claramente reconocible.
Nuestra fe, tiende a ser más privada. El tipo de la virtud que más comúnmente practicamos, se circunscribe a nuestras luchas personales contra las tentaciones habituales, que nos impulsan a buscar bienes inferiores a Dios: dormir en vez de ir a misa los domingos o el descuido en alimentar nuestra relación con Dios mediante la oración, la lectura espiritual, los actos caritativos, sucumbiendo perezosamente a lo más fácil.
Pero también nuestra fe debe trascender el combate espiritual, yendo a un nivel público . Somos cristianos en la tierra y también Iglesia Militante, e igual que cualquier otro ejército, hay que estar preparado para reconocer y responder a las amenazas del enemigo, Satanás. El desafío es reconocer si vivimos en tiempos tan difíciles y volátiles como los de los Santos John Fisher y Tomás Moro.
Hagamos propósito a menudo, de considerar la posibilidad del martirio, y los desafíos sociales y políticos que inspiraron el testimonio de los mártires, como algo perteneciente a un el pasado distante, que puede hacerse presente en cualquier momento.
La mayoría de la gente de hoy ignoran que alrededor de dos tercios de todos los mártires cristianos murieron hace poco, en el siglo 20.
¿Hay amenazas en el horizonte de los Estados Unidos que requerirán de los cristianos, el ejercicio de una virtud heroica? No se vislumbran en el horizonte; simplemente porque las amenazas ya están aquí. Hace quince años fui testigo de la hostilidad hacia la fe, instigada por profesores politizados, en los campus universitarios, para poner un ejemplo. Al llegar a la universidad en 2001, pude ver los primeros carteles, con la leyenda:» tolerancia cero a la intolerancia,» pudiendo descubrir la consigna de Orwell: «tolerancia cero al disenso.» Me di cuenta de que algún día dejará de existir la tolerancia para los valores americanos tradicionales y las creencias cristianas, para mí y para demás disidentes. Esto avanza cada día con mayor rapidez.
Si bien ningundo de los aquí presentes se enfrenta actualmente al martirio como en África, Asia y el Oriente Medio, hay amenazas a empleos y a personas. Los medios de comunicación acosan socialmente con guante blanco, a los creyentes, etiquetados como intolerantes y odiosos, por seguir las enseñanzas de Jesucristo, y esto ocurre cada vez con mayor frecuencia. Vivir la fe cristiana se considera una traición a la sociedad. No sólo se trata así a personajes de la vida pública y líderes religiosos, sino también a cristianos corrientes.
Se requiere una virtud heroica aquí y ahora.
Oremos para que Dios nos dé la gracia de vivir heroicamente y predicar la fe «a tiempo y a destiempo» (2 Timoteo 4: 2), siguiendo el testimonio de los mártires a lo largo de los tiempos (incluidos los de nuestra misma época) y los dos grandes santos nos honran hoy.
Estoy con el comentario de Batman. Se puede decir más alto pero no más claro.
La responsabilidad aquí, por inhibición, se la lleva de forma subsidiaria el Santo Padre. O pone a cada uno en su sitio o terminaremos convencidos que esto que está ocurriendo le apetece.
Se cargaron con el Conciliarismo, al pasar el Ecumanismo Católico a Ecumenismo Interconfesional-Interreligioso, el Magisterio perenne de la Iglesia siempre fiel a sí mismo en concordancia con la FE de la Revelación. En eso consiste y ha consistido la ruptura que propugnan abierta y públicamente los bolonios del Instituto de Ciencias Religiosas y que han puesto negro sobre blanco en su Historia del Concilio en cuyo tomo IV defiende esa tesis rupturista explícita el actual cardenal Tagle, ahora factotum que preside Caritas Internacional y tapado para próximo papa-obispo de Roma. Le van a allanar el socavón doctrinal en el próximo round del Sínodo-Miniconcilio con la aprobación de la ética antropológica de los instintos primarios y y la puesta oficial en profano de la Liturgia Sacramental.. Ruptura, a pesar de la hermenéutica de la continuidad que quiso encauzar Bendicto XVI en intento imposible y pretensión inútil que implícitamente quedó inaugurada con la conculcación de la Encíclica Mortalium animos de Pio XI de 1928. Ya ven ustedes que ni la más mínima mención a ella, como si no existiera. ¿La han leído siquiera?
Una gente peligrosísima la que estaba en la recocina y unos ovejeros quienes los secundaron con mayor o menor entusiasmo. Son los hechos contantes y sonantes. Ahora mismo no hay alternativas al ´si o al no nítidos, escaquearse ya no es posible. Pero ellos saben que han conquistado la opinión pública, pues han rebajado la FE objetiva a opinión y consenso humanista interreligioso onusiano. Que para eso han consentidodurtante medio siglo la degradación del sentido católico de la FE hasta llegar a términos hediondos insoportables. ¡Cualquier cambiazo será bien recibido por la masa crítica!.
me agradó su comentario. gracias
Gracias Sr. director por decir las cosas claras en esta etapa de apostasía general e inmoralidad de la sodo-clerigalla vetusta y anticristiana
La Iglesia nunca perecerá, pase lo que pase. Otra cosa es que pueda haber un cisma, que es otro cantar.
Lo del Padre Ángel ya no sorprende a nadie. Al final la mayoría son tontos útiles, que se creen que se puede apaciguar al Enemigo. Otros como Kasper o Schoborn son especialmente peligrosos por el poder que tienen.
Don Francisco:
Ha dicho exactamente lo que pienso, pero bien dicho, convincentemente, lleno de razón y argumentos irrefutables.
Y espero que la iglesia, se de cuenta de a donde va, a ninguna parte si sigue así.
Y «Quien soy yo para juzgar» No se da cuenta de que en cuestiones de Fe y moral, puede orientar y recordar la palabra de Dios. Y si es necesario juzgar las conductas inmorales. Con todo el derecho por eso se le ha elegido. Y es el representante de Dios en la tierra.
Muchas gracias.
con referencia a los cretinos como kasper, bonny, baldisseri, forte y el lamezapatos trucho fernandez, ellos nos tocan las narices y hasta las pelotas en nuestra propia casa -la iglesia-, porque lamentablemente bergoglio lo ha permitido. así de simple.