Y sigo en Specola que hoy viene cargado:
«Otro al que el cuerpo le pide cisma es el ex presidente del Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK), Thomas Sternberg, ha pedido a los obispos alemanes que ordenen sacerdotes a hombres casados, incluso sin la aprobación de Roma: “Me pregunto por qué tres o cuatro obispos no tienen el coraje, por una vez, de ordenar sacerdotes varones especialmente seleccionados, teológicamente capacitados, acreditados, confiables y bien organizados”, “Si lo hicieran, ¿qué pasaría? ¿Qué sanciones vendrían de Roma? Tendría curiosidad en verlo… Se necesitaría coraje para hacer las cosas y no esperar «a que las cosas queden simplemente letra muerta en algún archivo vaticano durante 50 años». “Según tengo entendido, con el Vaticano (y su increíble capacidad para resistir cualquier cambio e intolerancia) ¡la única manera de avanzar es presentarles un hecho consumado!”».
Estoy hasta mucho más arriba del cogote del Sínodo, del Nósido, de la sinodalidad sinodalicia, de la nosidalidad nosidalicia, de los miserables que dirigen la Iglesia, de los canallas que guardan silencio, de los pelotilleros, de los indiferentes, de los que miran hacia otro lado, de las desórdenes rebeldes, de los curas idiotas, de los frailes levantiscos, de las monjas chifladas, de los cardenales indignos, de los prelados ignorantes, de los que desprecian, desobedecen y denigran el catecismo, la liturgia, el Código de Derecho Canónico, la Biblia, el magisterio y todo cuanto se ha hecho durante dos mil años. O desde arriba se da un puñetazo en la mesa y se toman medidas drásticas o la Iglesia no llega al 2030. Y «arriba» no es Roma. De Roma no espero nada bueno con ese señor ahí y muy poco con quien lo sustituya. «Non praevalebunt» pero, de momento, «preavalent».