| 05 abril, 2019
Tras el incomprensible rebuzno del arzobispo de Granada, el cardenal arzobispo de Valencia presentó unos criterios mucho más aceptables y ahora es el obispo auxiliar de Valladolid y secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal el que en una manifestación a Ecclesia los precisa si cabe más.
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El obispo Argüello está dando muestra en su nuevo cargo de notable sensatez cosa que es muy de agradecer en estos días de insensatez eclesial tanta.
Agradezco a la Conferencia Episcopal que, a través de su Secretario, nos dé a los católicos unos criterios, a la hora de votar. Sin embargo, con todo respeto lo digo, no es cierto que no haya partidos que agoten los valores del Evangelio. Sí que los hay, aunque no tengan presencia en las Cortes. Afirmar que ningún partido agota los valores del Evangelio es hacer un favor a los partidos anticristianos del Sistema y denigrar a los partidos que sí cumplen con la Doctrina de la Iglesia. Pésima aseveración, por tanto, ésa de la CEE, que puede hacer mucho daño y confundir mucho a la gente de buena fe.
Me he quedado de una pieza y gratamente sorprendido con las declaraciones del Obispo Argüello. Al igual que Tamayo, empiezan a marcar una línea que no utiliza el modus loquendi, ni se refugia en el lenguaje para evitar cuestiones políticamente incorrectas. Bienvenidas sean sus declaraciones.
Atarazanas:
Los obispos, incluido el Papa, y en menor medida sacerdotes y religiosos, como referentes morales y como guías o caudillos, tiene una responsabilidad excepcional, pero no sustituye ni mucho menos la conciencia de los fieles, cada uno con su responsabilidad personal. Pero la preeminencia de la conciencia también es aplicable en la justicia humana por mucho que haya dirigentes o leyes aberrantes, incluso en el Derecho internacional, como se vio en Núremberg en el que la existencia de una ley inicua o la orden de un superior, no eximió de responsabilidad personal. Como dice el refrán “que cada palo aguante su vela”.
Sí pero en Nuerberg no se juzgó los crímenes de los Aliados, como el bombardeo de las ciudades alemanas sin ninguna justificación militar. En Dresden mataron a más personas que en Hiroshima, que también era inmoral.
No es el arzobispo de Granada el que da el espectáculo con su grosera perorata, querido Paco Pepe. Aquí en Cataluña tenemos figuras cuya calidad moral deja mucho que desear. Estas rodeados de obispos, abades, curas y monjas que, cuando llegan las elecciones y otros momentos de la vida pública se alían sin el menor pudor con los enemigos de la Iglesia, con los contrarios a su doctrina. Lo mismo la monja Forcades defiende, con todas las benedictinas y otras congregaciones, el derecho a decidir (aborto) y, por tanto, las formaciones políticas que los defienden (ERC, Junts per Cat, En comú Podem y CUP), que el arzobispo Pujol se suma a la singularidad nacional y derecho a decidir (separatismo), junto con Vives, Soler, Novell y muchísimos curas y frailes. Para ellos lo que diga la Conferencia Episcopal en grupo o a través del secretario portavoz no tiene valor alguno. No los verá usted mencionados en los medios de comunicación dependientes directamente de ellos (Cataluña Cristiana, full dominical, u hoja dominical,radiotelevisión del arzobispado de Barcelona) o indirectamente (otros medios de comunicación). Si es preciso animar la separación, se congregan en conciliábulos y preparan con bendición episcopal cartas de adhesión al segregacionismo y otros actos las fundaciones y otros organismos dependientes del dinero de la Iglesia (fundación Joan Maragall, por ejemplo). Los disparates del arzobispo Martínez no le llegan a la suela de los zapatos de las trapacerías del cardenal Martínez, con la ominosa manu extensa de Omella a favor del independentismo, con los discursos de Novell revestido de pontifical y báculo en ristre. A este por cierto, le ha salido un imitador en la persona del obispo de Lérida. Qué bochorno, qué espectáculo más deprimente, están dando los obispos y clero en general de estas latitudes. Los ataques contra Vox de Podemos son pellizcos de monja comparados con los venablos emponzoñados de esa clerecía separatista. Nos jugamos mucho en esas elecciones.
Atarazanas. Tiene algún dato que acredite que el Cardenal Omella esté laborando en pro del independentismo?
Muchos y variopintos, padre Canali. Administrativos, como la defenestración del sacerdote Don Custodio Ballester, baluarte de la lucha a favor de la vida en la diócesis de la diócesis de Barcelona, y mantenimiento en listas electorales de un partido secesionista de otro sacerdote, me da vergüenza pronunciar su nombre, que ha confesado pagar abortos, pero, ay es separatista. Pidieron su cabeza los seàratistas y él la entregó gustoso. Era la primera vez que un obispo separatista lo hacía. De los otros, por supuesto, ni soñarlo, hasta ahí podría llegar la deshonra de la Iglesia. De régimen interno también, la ratificación de los cargos que en determinados cargos diocesanos se han significado por su entusiasmo separatista, por ejemplo, en los medios de comunicación de la Iglesia, medios donde como cabía esperar de tales figuras, se maldice de la unidad de España bajo la excusa de un derecho a la independencia carente de fundamento ético. Abre templos y edificios parroquiales a todos los actos de promoción del secesionismo. Una entidad de la archidiócesis llegó a presentar la sumisión de la Iglesia (ellos dijeron adhesión) a la república catalana, misión presidida nada menos que por el entonces encargado de economía de la archidióceis. De régimen interno, asimismo, el nombramiento de cargos de signo genuinamente secesionista. De carácter doctrinal, padre Canali, su firma en un documento infame de los obispos de la tarraconense en donde se mentía sobre unos supuesto pueblo con derechos supuestamente conculcados. Era una ocasión de oro para plantarse. Y no, se sumó al dictado de los arzobispos Pujol y Vives. A propósito de este último, sabrá usted que mintió sobre su curriculum. Dijo que tenía el doctorado en filosofía. Mentira podrida. Claro, lo dijo de forma sibilina: estudios de doctorado. Pero no había tesis ni nada. Es mentira porque está redactado para engañar. Ese es el tono habitual también en Omella, la equivocidad pretendida que en realidad no es más una grosera voluntad de mendacidad. Omella no tiene formaciòn superior, lo que es una profunda carencia en una diócesis como Barcelona. Se mostró sumiso al separatismo cuando aceptó la filípica de Puigdemont que le afeó que le hubiera llamado presidente autonómico, excusando al hoy fugado. Por no hablar del rebalón en que por su inepcia pudo incurrir la Iglesia al ofrecerse como mediador entre las dos partes, como si fueran iguales y legítimas ambas, los rebeldes y el la autoridad del estado. La ignorancia oceánica de Omella le hace incurrir en esos y otros numerosos dislates secesionistas porque tiene la osadía del ignorante. (Las fotos de Omella con Colau, Soler, etcétera, son antológicas.).
Como dice en el artículo, son propuestas y orientaciones razonables, pero a mi juicio hay una división de propuestas más radical y básica desde el punto de vista puramente humano. La división elemental básica es la propuesta de vida y construcción y la muerte y destrucción. La opción de muerte y destrucción se presenta claramente apenas disimulada por una manipulación de las palabras y eufemismos: la propuesta es sintéticamente, le impedir la vida mediante la propuesta sexual de uniones estériles, ya sean homosexuales u ocasionales que impidan la procreación; en sao de que empiece la concepción, la muerte del ser humano concebido; si está a punto de nacer, la eugenesia matando al que supuestamente tiene algún defecto o carencia; si está enfermo grave, la eutanasia, matándolo eso si “dignamente”; si está enterrado, desenterrándolo en según qué casos; si hay símbolos religiosos que muestran una vida después de la muerte, destruyéndolos o quemándolos como resume la frase de “la única iglesia que alumbra es la que arde” y en algunos casos extremos la llevan a elogiar el tiro en la nuca; que no se queda en palabras. La opción básica es clara, y contra lo que pudiera parecer, el número de hombres que optan por una u otra opción está equilibrado.