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Contra la fundadora de los Focolares

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No soy de ningún movimiento. En casi todos encuentro cosas buenas y otras que no me lo parecen tanto. En San Egidio de momento ninguna buena.  Y en los Focolares tampoco o casi. Tal vez esté mal impresionado por algunos miembros de los mismos. Por Chiara Lubich no tengo la menor devoción tal vez debida a mi escasísimo conocimiento de su persona. Que tampoco tengo mucho interés en incrementar. En estos momentos pienso que alguien por  quien siento especial repugnancia es de esos. Aunque igual no y sea equivocación mía.

Leo que los jesuitas,, otros que tal bailan hoy, no concuerdan con la teología  focolari. Lo que tampoco acredita nada. Aunque igual esta vez aciertan. Como no  me merecen especial criterio los críticos ni los criticados pues cumplo con dejar constancia de la crítica sin identificarme para nada con los críticos. Es posible que sean igual de malos críticos que criticados.

https://infovaticana.com/blogs/sandro-magister/jesuitas-contra-focolares-la-beatificacion-de-chiara-lubich-en-suspenso/

¿Qué eso supone que no hagan beata a Chiara Lubich? ¿Y a mí que rábanos me importa? No tengo el menor interés ni en que sí ni en que no. ¿Y un beato más, qué importa al mundo?

 

Comentarios
11 comentarios en “Contra la fundadora de los Focolares
  1. Carezco de información de primera mano sobre los Focolares y la difunta Chiara Lubich, pero sí quiero reseñar dos cosas muy importantes:

    1) Calificar de secta a cualquier movimiento católico me parece muy grave, caso de existir indicios de cosas mal hechas o entendidas se debe poner en conocimiento de la autoridad eclesial competente para que sean corregidas y en el caso de no aceptarse o continuar con dichas prácticas deben ser expulsados de la Iglesia.

    2) Si realmente hay personas que piensen que la Iglesia puede sobrevivir sin los movimientos o grupos de católicos, únicamente con las parroquias y lo que buenamente hacen, lo llevan clarinete.

  2. Quiero recordar que M.M. Bru, se confesaba de los Focolares, cuando me metía con él en su blog, y me amenazaba con llevarme a los tribunales. ¡Qué tiempos!. Ahora lo veo retratado junto al arzobispo de Madrid, y casi me asombra que quepan los dos en una foto, dada su afición aparente al protagonismo figurativo. En fin, el mundo y sus vueltas, que supongo también forme parte de lo del mundanal ruido.

    1. En efecto,querido amigo!!! El portador de hilos de oro en sus casullas era ferventísimo de este movimiento. Ahora estará en otras cosa mundanas como a él le gustan!

  3. Mi Madre me quiere

    Fray Josemaría Guzmán-Domínguez OP
    09 de Noviembre de 2018

    Me enseñaron a escribir en letra cursiva cuando era niño en mi casa en Venezuela. El método típico de instrucción consistía en copiar minuciosamente y varias veces, letras o cortas oraciones.
    Todavía recuerdo que para aprender a dar forma a la letra m, mi libro de trabajo presentaba una breve oración aliterativa: «Mi mamá me ama.»
    Mi mamá me ama. «Mi madre me quiere.” ¡Qué excelente oración para que la repita un niño y la escriba muchas veces en su cuaderno de ejercicios y la inscriba en las tablas de su corazón!
    Es una oración que expresa una verdad clave de nuestra vida. » Mi madre me ama,» casi debería leerse como una tautología.
    Mi madre, nuestras madres, deben, en el orden correcto del mundo, encarnar en mí y en nosotros la verdad del amor incondicional.
    Para nosotros, que fuimos niños, el don de nuestra madre debe significar el regalo de saber que somos amados.
    Mi madre me quiere . “¿Ella?” Pregunta un adolescente. Cuando comenzamos a notar los fallos en nuestras madres, especialmente sus déficits en amarnos, esta pregunta se vuelve tentadora.
    Y cuando vemos la situación de una persona que no puede realmente pensar, escribir o pronunciar esa frase, asistimos a una tragedia.
    Dado que el amor de una madre hacia su hijo admite lodos los fracasos e incluso las transgresiones más graves, es posible dudar de la confianza en el amor que puede darnos.
    Hoy los católicos celebran a una Madre: la Santa Madre Iglesia, simbolizada por la Basílica Patriarcal -ahora Papal- de San Juan de Letrán, la Catedral del Papa, que se denomina «la Madre y Cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe.»
    Así que hoy podemos recordar la frase: Mi Madre me quiere.»
    Nuestra Madre la Iglesia: Una, Santa, Católica y Apostólica, nos ama. Engendró nuestra fe a través de su predicación y nutre nuestra esperanza con los sacramentos.
    Inflama nuestro corazón con la caridad de Dios y posibilita que el Espíritu que mora en Ella comparta con nosotros Sus dones.
    Nos muestra la felicidad y nos enseña cómo vivir para alcanzarla. Camina con nosotros a lo largo de nuestra vida y nos conduce a Nuestro Padre amantísimo.
    Pero, ¿Esta Iglesia que tan a menudo nos parece negligente, distante o incluso abusiva, nos ama de verdad? ¿Podemos realmente confiar en el amor maternal de una Iglesia que, como la Jerusalén de antaño, a menudo parece completamente corrompida? ¿No sería mejor distanciarnos de ella, olvidarla y afirmar nuestra independencia?
    Entendemos el atractivo de tales impulsos. La Iglesia, como a veces las madres, nos puede parecer hiriente e hipócrita. Parece enseñar una cosa y practicar otra.
    Y siendo la esposa inmaculada de Cristo, muchas veces parece actuar como la meretriz de Babilonia.
    Los cristianos, santos y pecadores, de todas las épocas, se enfrentan a esta dificultad. El pecado ha sido tan frecuente en sus miembros y en su jerarquía que algunos ven en esta impureza el genuino sello y la marca de la Iglesia.
    Sin embargo, sabemos por la fe que la Iglesia es Nuestra Madre y una Madre muy amorosa. Sabemos que fue formada por Dios en el Corazón traspasado de Jesús, el nuevo Adán.
    Ella es la nueva Eva, la Madre de todos los que viven en gracia de Dios. Tal es la identidad profunda, mística, a menudo oculta, de la Santa Madre Iglesia, perfectamente simbolizada en la Persona de Nuestra Madre Santa María.
    Sin embargo, sólo los ojos iluminados por la fe pueden ver el verdadero rostro de la Iglesia. Sólo un corazón purificado por la caridad puede atravesar la suciedad del pecado con el que sus miembros profanan a la Iglesia, para abrazar sus palabras de sabiduría y sus actos de amor.
    En estos días críticos imploremos a Dios tales dones, para apreciar el verdadero carácter de la Iglesia y recordar la verdad más fundamental: Mi Madre me quiere.

  4. Pues si no le importa nada, no sé para que coño pone usted esta entrada y nos hace perder el tiempo.
    La edad hace estragos en los cerebros. Gasta narices.

  5. pax tecum!

    pues últimamente las beatificaciones y canonizaciones están bastante desprestigiadas: «a algunos se los dispensa del milagro, a otros de las virtudes…» para ser beatificados…

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