El basiliano Rosica (1959), que dentro de 4 días cumplirá 60 años, con altos cargos universitarios, hombre fuerte en Canadá de Vaticano y turiferario del Papa Francisco hasta extremos heréticos, acusado de múltiples plagios en sus intervenciones en los medios se ha visto obligado a renunciar a sus cargos docentes al tiempo que los jesuitas se echan atrás de la distinción que iban a concederle el próximo abril.
Queda por saber si el Vaticano tan partidario según nos dice de trasparencias y honestidades prescinde también de este caradura o lo mantiene como uno de sus más destacados panegiristas en lengua inglesa.
Su desprestigio es total y ha arrastrado también a lo que él sostenía. Otro de los «amigos» del Papa Francisco que no dejan precisamente en buen lugar a quien tiene tan poco acierto en la elección de sus amistades.
Esperemos que desaparezca de una vez esta vergüenza de aparecido.