| 06 marzo, 2022
Por segunda vez.
Y no solo él.
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También quien le sostiene.
Incomprensiblemente. Penosamente.
Me la refanfinflan Castelao y sus apoyos.
Y es evidente que yo con Bruno. Que piensa como yo. O yo como él.
Lo del otro no es lo mío.
Ni mi fe ni mi Iglesia.
Pues que les den morcilla.
O nada. Que es lo que les está ocurriendo.
¡Comillas con ese Castelao! Ni él podía haber llegado a más ni Comillas a menos.
Pues atento a su amigo Pikaza (algo que nunca he comprendido), que se marca un slálom para salvar al soldado Castelao de antología. Con gracieta de monjas incluida, que son su especialidad. Cuánto veneno en almíbar. Que Bruno Moreno (y los que entendemos que defiende la fe) no hemos abierto no sólo el Evangelio, sino el Antiguo testamento, que somos pre-judaicos, gentiles, paganos, ignorantes del Dios verdadero y no digamos del Dios encarnado. Eso es lo que es usted, don Xavier, no acuse a los demás de sus taras y desgracias, y no utilice monjas para sus gracias.
O esta polémica sirve para purificar la doctrina en España o ya no hay batalla que dar
Y Bruno le ha enseñado, también a Pikaza, la verdad de la Iglesia, por el Nuevo y por el Antiguo Testamento.
«8 de marzo: Mujeres [arrupitas] en Marcha»:
Ni una sola referencia a la oración, a Dios, a siu hijo Jesucristo, a la Iglesia… en el penúltimo producto de la factoría de fantasías animadas de ayer y hoy que es el arrupismo moribundo y zombi…
https://infosj.es/noticias/18655-8-de-marzo-mujeres-en-marcha
Un ejemplo más del colapso del arrupismo moribundo y zombi…
Sí, sí, pero desde una cátedra se puede hacer mucho daño y reviscolar, como decimos en Mallorca, revivir.
Quiere hacernos creer el de Comillas que tener una «teología distinta» puede implicar tener una «fe distinta». Pero eso no es así: la teología de santo Tomás y la de Benedicto XVI son distintas, pero sin duda ambas son católicas. O la teología de san Ireneo y la de san Juan de Ávila. Pero que ambos defienden la misma fe no lo duda nadie que los haya leído. Estoy hablando de autores separados en la historia de la IGlesia por siglos. Ahora, uno no puede leer a Bruno y a este hombre, dos contemporáneos, y tener semejante convicción. Es que no: que don PM no defiende la fe ni habla de teología católica sino que hace otra cosa que estaría mejor en su casa (para desgracia de su alma y la de los suyos) que en una cátedra universitaria de la Iglesia, para perdición de muchos, quizá de sacerdotes, llamados a la cura de almas.
Pero la culpa no es sólo suya: están las de quienes han seguido sus pasos, la de quienes lo han puesto ahí, la de quienes incluso le han premiado como teólogo. Él es un pobre juguete, ignorante, al que han engañado (y se ha dejado engañar) que a su edad ya poco puede hacer más que arrepentirse y llevar una vida cristiana como Dios quiere. Es tiempo de que siga oyéndolo: arrepiéntete, y cree en el Evangelio.
Descalabrao el pueblo de Dios, medio siglo ya como ovejas sin pastor. Ellos saben que cuanto más brutal y salvaje sea la herejía pontificada desde sus bien firmes estrados, más prebendas, dignidades y canonjías recibirán del Sanedrín, de los escribas y de los príncipes de los sacerdotes. Un juego en el que todo son ventajas para el que se se presta, y el riesgo para la banca es siempre cero.
Pero más fácil es, querido Lector, ponerlos en entredicho, por los abismos que separan las tonterías y burradas que dicen de la verdad católica. Y eso es lo que se han dado cuenta con la crítica de Bruno Moreno. Cualquier fiel de todas las épocas se habría dado cuenta de que lo que dice este pobre hombre es una majadería. Algo a lo que no merece la pena prestar atención. Pero como hoy está encumbrada la majadería, es necesario que alguien le lea la cartilla de primeras letras. Lo que nos falta es valor, porque el poder lo tienen, pero en modo alguno la verdad, de cuyos reinos se exiliaron en busca de todos esos sonajeros y espejuelos en los que gustan contemplarse.
El docente de Comillas, que apoya los dislates denunciados por Bruno Moreno en que lleva tiempo estudiando la cuestión y en comentarios de un meteorólogo y periodistas, mueve sencillamente a risa. Para físico del aire competente, el catedrático que fue de la Universidad de Barcelona, Manuel Puigcerver, católico a marchamartillo. Para contertulio, cualquiera de El País, que disparatan ab origine, como cuando tuvieron que quitar a Soledad Gallego, una tótem de Prisa, de sus glosas (seudo)científicas, pero en cuyos medios, tan frecuentados por SJ, siguen manteniendo sus mantras anticristianos y mendaces en punto a la relación ciencia y fe.
Distingue el «profesor» entre fe y teología. Dice que su teología es distinta de la de Bruno Moreno y que éste comete errores. No cita ni uno. Ni uno. Nuestro físico teólogo, Bruno, formación de la que carece el «profesor», explicita, muy apegado al magisterio, la exposición razonada del misterio de la Acción Divina. Es el fides quaerens intellectum, intellectus quaerens fidem, que Chenu rescató históricamente.
Ha coincidido, caro Paco Pepe, la «defensa del profesor» con la misiva del obispo de Palencia, con la teología de rodillas de Kasper y el de su arrodillado Bergoglio, que quedan reflejadas en su exaltación de la confesión comunitaria, en que se detiene más que en la confesión personal, sacramental, cuyo valor queda velado por la vaga contrición común.
La falta de un pulso teológico en la Iglesia, con muestras que van desde Santa Marta hasta muchas facultades de teología, pasando por la misma Congregación de la Fe de Ladaria, es la auténtica pandemia que está, en su aproximación luterana, desnaturalizando la Iglesia.