| 20 febrero, 2017
Y es un peso pesado del Sacro Colegio.
Quiero decir que no es un Blázquez cualquiera.
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http://infocatolica.com/?t=opinion&cod=28609
Pues el lío montado continúa e incluso aumenta. Pese a cocos que se caigan de la palmera. O no estantes que debieran estar.
Canali, me he limitado a transcribir palabras de Ruini. A la vista de su comentario deduzco que no ha llegado al final de las palabras del cardenal.
ECHENIQUE Y PADRE CANALI
Para decirlo con el pueblo soberano,todo eso son ACHAQUES AL VIERNES POR NO AYUNAR.
Si de veras tienen tanto deseo de Comulgar,que se abstengan del fornicio.
Me viene a la mente un punto de Camino que cito de un modo un tanto libre:
ME DICES QUE QUIERES…
PERO QUIERES COMO UN AVARO QUIERE SU DINERO,COMO UN LUJURIOSO QUIERE SU VICIO,COMO UN ALCOHOLICO QUIERE SU BOTELLA DE VINO,COMO UNA MADRE QUIERE A SU HIJO…?
NO?
ENTONCES…i NO QUIERES !
Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco son hijos del Concilio Vaticano II, pero los dos primeros papas en fidelidad a la doctrina católica expresada en documentos capitales del Magisterio como «Veritatis Splendor» y «Fides et Ratio». El tercero, Francisco, pretende con su «Amoris Laetitia» ejecutar o proponer una enmienda a la totalidad de la doctrina católica.
Menudo caos eclesial servido está y el que se espera, que como nada será mucho peor.
Echenique: La epikeia aquí no tiene nada que ver. Estamos hablando de disciplina sacramental sobre fundamentos doctrinales inamovibles.
La epikeia de Aristóteles y Santo Tomás se refiere a temas de estricta legislación positiva, o sea, a aquellas aparentes lagunas de explicitación jurídica, en las que por inducción se concluye que el legislador habría previsto tal cosa y no otra.
Aplicar eso aquí -no lo digo por Vd, que simplemente refiere lo relatado- Es una exhibición de ignorancia crasa y supina.
No tiene dubbia, lo tiene muy claro, como Juan Pablo II y Benedicto XVI, que no se dejaron llevar por el relativismo y sujjetivismo demoledores. » Se buscan sin embargo, hace tiempo, otras soluciones. Una de ellas, pero manteniendo firme la indisolubilidad del matrimonio rato y consumado, cree que puede permitirse a las personas divorciadas en nueva unión recibir la absolución sacramental y la Eucaristía, con precisas condiciones pero sin tener que abstenerse de los actos conyugales. Esta sería una segunda tabla de salvación ofrecida según el criterio de «epikeia» para unir la verdad y la misericordia «.
Sin embargo este camino no se puede recorrer, principalmente porque se trata de un ejercicio de la sexualidad fuera del matrimonio, dada la persistencia del matrimonio anterior, rato y consumado. En otras palabras, los vínculos originarios seguirían existiendo pero en el comportamiento de los fieles y en la vida litúrgica se procedería como si no existieran. Por lo tanto nos enfrentamos a una cuestión de coherencia entre la práctica y la doctrina y no sólo a un problema disciplinar.
En cuanto a la «epikeia» y a la función de «aequitas» (equidad) canónica, son criterios muy importantes en el ámbito de las normas humanas y puramente eclesiales pero no se pueden aplicar a normas de derecho divino, sobre los cuales la Iglesia no tiene ningún poder discrecional.