CANADÁ Y NICARAGUA: LA IGLESIA PERSEGUIDA
Conocemos muchos lugares del mundo, donde hoy se persigue a la Iglesia por ser tal: el Cuerpo Místico de Cristo, al cual Pío XII le dedicó una magnífica encíclica que lleva ese nombre.
Allí están China, Corea del Norte, Yemen, Somalia, Libia, Irán, Afganistán, Pakistán, Eritrea, aunque en la lista confeccionada por “Puertas Abiertas” la primera no aparezca, tal vez porque creen los responsables de las informaciones en las mentiras del arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, acerca de la vigencia de la Doctrina social cristiana y en los acuerdos que abandonan a los católicos clandestinos, suscritos por el papa Francisco y el cardenal Parolin y dos veces renovados.
De ellos, surge un nuevo patronato para la designación de obispos, que liquida la autonomía de la Iglesia y la transforma en una sucursal religiosa del Partido Comunista.
Pero hoy, me ocuparé de dos países que no figuran en ese invertido “cuadro de honor”: Canadá y Nicaragua, ambos con siglos de existencia cristiana.
Empiezo por Canadá en el cual en el “Día del Recuerdo” se han prohibido las oraciones y la lectura de textos sagrados, como las Sagradas Escrituras y se establece un nuevo criterio obligatorio para las reflexiones “que deben ser de naturaleza inclusiva y respetuosa de la diversidad religiosa y espiritual de Canadá, utilizando un lenguaje (inclusivo) alineado con los principios del Análisis basado en el Género (GBA+)”.
En el Canadá gobierna un liberal de izquierda Justin Trudeau, con el apoyo del Nuevo Partido Democrático, más a la izquierda y esto explica su hostilidad hacia el catolicismo y su persecución de “guante blanco”.
Este Justin siempre embarcado y solidario con las malas causas, que reniegan de las raíces cristianas de Canadá, sobre todo en Quebec y la zona colonizada por otra Francia, no la de Macron o Micron según Rinaldi.
Nicaragua se encuentra tiranizada por el matrimonio Ortega-Murillo, un gobierno conyugal, análogo, pero peor, al sufrido en la Argentina bajo los Kirchner.
Allí, el ataque contra los católicos es bestial y la última medida de la tiranía es impedir a los sacerdotes administrar sacramentos en los hospitales públicos.
Ortega regresó al poder en el año 2007 y desde entonces, como señala su ex vicepresidente Ramírez, “ha ido sumando poder a través de la corrupción, la compra de voluntades, la sumisión y el temor”.
La pareja presidencial tiene hoy el control de todo, de los poderes del Estado, del ejército, de la policía. Contra ellos, no se puede ni siquiera protestar y las quejas de hace cuatro años dejaron un saldo de 300 muertos.
Obispos, sacerdotes y laicos católicos presos, desterrados o exiliados, furia anti religiosa de un déspota quien, según Infobae ayer, acusa a la Iglesia de ser una “mafia” antidemocrática por no permitir que los fieles elijan por voto directo al papa, a los cardenales, obispos y sacerdotes.
Apareció el nuevo ídolo, al cual Ortega le rinde culto de latría o adoración: la democracia transformada de una forma política, medio para designar a los gobernantes, a estilo de vida primero y después a sumo criterio para distinguir lo bueno de lo malo, que sustituye los universales criterios de la ley natural y de la ley divina positiva.
Hemos retrocedido a tiempos antiguos, pre cristianos en los cuales todo era inmanente a la ciudad terrena y en ella todo terminaba sin distinción alguna.
Fue Cristo quien nos enseñó a distinguir con claridad las cosas: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo, 22, 21 en la Sagrada Biblia, versión de Juan Straubinger, La Prensa Católica, Chicago, 1858).
Esta enseñanza evangélica fue traducida por la poesía hispana en su siglo de oro: “Al rey la hacienda y la vida se han de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios”
Pero hoy la religión democrática pretende disponer de la hacienda, la vida y el alma, por eso es totalitaria, por eso retrocede a los tiempos antiguos, en los cuales, sin nada más allá de la sociedad política, todo se clausuraba en ella, al no reconocer nada más allá de la misma, esta cerrazón que Cristo rompe y de la cual nos libera.
Acabar con esta libertad, que hoy en Nicaragua la Iglesia Católica representa, es el fin de la tiranía de Ortega-Murillo.
Que Dios proteja a los cristianos perseguidos en forma hipócrita en Canadá y en forma brutal en Nicaragua, es lo que hoy se debe pedir.
Estancia San Joaquín, San Serapio de Azul, noviembre 11 de 2024
Bernardino Montejano
Qué fuerte es la brujería ??? Los satánicos estos llevan años en el poder y nada.No les pasa nada ; cumplen años y más «reforzaíto» su poder.Sr. Montejano se ha olvidado de la Nación mártir : Nigeria
Tiene razón, agrego a Nigeria, gracias