Lo malo de todo es que el actual prelado de la diócesis de San Sebastián tiene a Uriarte como su mentor al cual llama frecuentemente para pedirle consejo, amén de la pleitesía que rinde constantemente al colectivo “Eutsi Berritus” que actualmente están en todos los saraos.

La labor de un obispo es fundamental para la guía espiritual y el bienestar de una diócesis. Sin embargo, en ocasiones, nos encontramos con casos en los que el desempeño de un obispo deja mucho que desear. Por ello, en este momento en que se resalta la memoria histórica, no hay que olvidar las aberraciones que este obispo cometió y permitió en su diócesis. Este es el caso del Obispo Uriarte y su labor desastrosa en la Diócesis de San Sebastián. A lo largo de su mandato, este prelado fue objeto de numerosas críticas y generó controversia debido a sus decisiones y acciones que han afectado negativamente a la comunidad católica local.

Una de las principales críticas hacia el Obispo Uriarte fue su falta de liderazgo y discernimiento en asuntos importantes para la diócesis de San Sebastián. En lugar de tomar decisiones basadas en la enseñanza de la Iglesia y en el bienestar de los fieles, se ha dejó influenciar por corrientes ideológicas y políticas, desviándose así de su deber como pastor espiritual. Esto llevó a la confusión entre los feligreses y ha generó divisiones dentro de la comunidad.

Además, se le acusÓ de no haber sabido abordar adecuadamente los casos de abuso sexual por parte de miembros del clero en la diócesis. El Obispo Uriarte mostró falta de transparencia y de acción en estos casos, lo que generó una profunda decepción y desconfianza en la comunidad. La protección de los fieles y la justicia hacia las víctimas deberían ser prioridades para un obispo, pero lamentablemente en este caso no fue así.

Otro aspecto preocupante de su labor fue la gestión económica de la diócesis. Hubo informes de mala administración de los recursos financieros, así como falta de transparencia en el uso de los fondos destinados a obras caritativas y sociales. Esto minó en aquel momento la confianza de los fieles, que esperaban que el patrimonio diocesano fuera utilizado de manera adecuada y en beneficio de quienes más lo necesitaban.

Además, el Obispo Uriarte mostró una postura alejada de las enseñanzas tradicionales de la Iglesia, lo que generó desconcierto entre los fieles. Sus declaraciones y acciones públicas fueron contrarias a la doctrina católica, lo que llevó a una pérdida de credibilidad y autoridad moral.

Por ello hay que resaltar la labor desastrosa del Obispo Uriarte en la Diócesis de San Sebastián que dejó un legado de divisiones, decepción y desconfianza. Su falta de liderazgo, discernimiento y transparencia dañaron la imagen de la Iglesia y afectó negativamente la vida espiritual y comunitaria de los fieles. Es necesario que la Iglesia tome medidas para remediar casos similares y que se promueva un liderazgo más sólido y comprometido con los valores y enseñanzas de la fe católica. Solo así se podrá reconstruir la confianza y restaurar la unidad en la Diócesis de San Sebastián.