Porque no es explicable que sigan en ella. O que digan que siguen.
Desde 1958 no ha habido un Papa que no haya sido engendro de Satanás.
¿Pues qué hacen en esa Iglesia fruto del Averno? No se entiende.
O sí.
Como muestra de un intelecto mediocre que cree que al Papa lo elige el Espíritu Santo y que por lo tanto tiene que ser perfecto. Y si ven que naturalmente no son perfectos echan las patas por alto, los declaran antipapas, anticristos, herejes, excomulgados, impostores, okupas y se quedan tan frescos. Ignoran que ha habido Papas deplorables como ignoran casi todo salvo su propia indigencia intelectual.
Un Papa mediocre, o pésimo, no es una novedad en la Iglesia. Los ha habido y los puede seguir habiendo. Dejar de ser católico porque salga un Papa malo es tan absurdo como dejar de comer melones si uno sale pepino. Va de si que un Papa puede resultar malo y un melón, pepino
Y ante el caso del Papa, o del melón, no afortunados, cabe la crítica, no leer sus escritos ni oír sus intervenciones, no acudir a verle y hasta negarle el óbolo de San Pedro pero lo que excede con mucho nuestras facultades es declararle anticristo, antipapa, hereje, excomulgado… Eso, si fuere el caso, que Dios quiera que no llegue, lo tendría que hacer la Iglesia y no un paisano/a de Bollullos de la Mitación o de Gualeguaychú ni de Madrid o Copenhague. Por muy dados que sean algunos a erigirse en Atanasios de secano.
Uno puede pensar, y decir, con razón o sin ella, que, en su opinión este Papa, el anterior, el anterior al anterior o todos en comandita se han equivocado en muchas ocasiones o en cinco de ellas. Pero si todos, desde Pío XII, o incluso también éste, han sido un desastre, ¿qué hacen esos críticos en una Iglesia tan desastrosa?¿No deberían dejarla de una vez?