Al impresentable Trucho siguen haciéndole trajes a la medida

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Víctor Manuel Fernández, tras encontrarse con Francisco: "Se encuentra en  óptimas condiciones para seguir aportando al mundo su lucidez y su  testimonio"

Y como sus medidas son inexistentes resulta siempre in puribus. Es decir, en pelotas.

Lo que en un arzobispo que ademas preside Doctrina para la Fe resulta feo.

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«Seguimos con comentarios, no precisamente positivos,  sobre las últimas emanaciones del amigo Tucho y sus afirmaciones de que  el Papa posee “un carisma particular” para la protección del depositum fidei , “un carisma único, que el Señor sólo dio a Pedro y a sus sucesores”, «un don vivo y activo, que actúa en la persona del Santo Padre» y que, por tanto, hoy «sólo el Papa Francisco» está en posesión. «Palabras peligrosas. ¿Cómo conciliar esta afirmación con la enseñanza ( Dei Verbum , 10), según la cual el magisterio está al servicio de la Palabra de Dios (“ Magisterium verbum Dei ministrant ”) y no por encima de ella (“ non supra verbum Dei ”)?».

“La afirmación de Fernández es desconcertante. Una cosa es afirmar que el magisterio tiene un carisma pertinente a la misión de salvaguardar infaliblemente la Fe entregada de una vez por todas a la Iglesia; otra cosa es afirmar que el propio Papa tiene un carisma que salvaguarda su propia doctrina».  «La declaración de monseñor Fernández sobre la singularidad del carisma del Papa corre el riesgo de derrumbar cualquier distinción entre el magisterio y sus fuentes normativas, como las Escrituras». Joseph Ratzinger advirtió que si continuamos en esta dirección «amenazamos la primacía de las fuentes» y terminamos «destruyendo el carácter de servicio del magisterio».

La posición de Fernández es errónea porque convierte el magisterio de la Iglesia en la norma suprema de la fe. Como explicó Ratzinger, la autoridad eclesiástica tiene límites. La Iglesia está ligada a la voluntad que la precedió: la voluntad de Cristo, expresada con el nombramiento de los Doce. La sucesión apostólica no es la asunción de algunas facultades oficiales de que dispone su titular. Se es contratado para servir a la Palabra, para el oficio de dar testimonio de algo que se le ha confiado y que está por encima de quien lo lleva. La autoridad docente de la Iglesia es una autoridad derivada de Cristo, (…) con todo el respeto a Monseñor Fernández, no puede existir la ‘doctrina del Papa’”.

Otro artículo de hoy agradece al amigo Tucho lo locuaz que es, con  unas cuarenta entrevistas desde que se anunció su nombramiento.  «Me imagino que Mons. Fernández, al no ser (¿aún?) Papa, no cree estar rodeado de la misma aura de indiscutibilidad que atribuye a la persona del pontífice».  Lo que llama la atención es que la  autoridad institucional se presente como un carisma personal. «Pero ¿existe una «doctrina del Santo Padre» distinta y diferente de la «doctrina de la Iglesia?». Los obispos aparecen en segundo plano sólo como posibles figuras inquietantes, que deben ser silenciadas inmediatamente. ¿En qué es el Papa soberano absoluto? Más bien parece que la autoridad suprema de Pedro está ligada a la obediencia suprema del martirio».

https://infovaticana.com/blogs/specola/los-pecados-ecologicos-del-papa-francisco-el-sinodo-sj-el-locuaz-y-desconcertante-tucho-zuppi-hasta-en-la-sopa-los-medios-inutiles-el-punal-de-pio-xii-for-god-and-for-profit-veni/

 

 

Comentarios
4 comentarios en “Al impresentable Trucho siguen haciéndole trajes a la medida
  1. Curioso que preocupe tanto este nombramiento, cuando la realidad es que hoy por hoy a nadie (salvo a los teólogos profesionales pero como hoy día a nadie le importan los teólogos salvo a otros teólogos eso no supone diferencia) le importa un bledo la antes todopoderosa Congregación para la Doctrina de la Fe. Entre otras cosas porque (como nuestro hombre reconoce) apenas tiene personal, y el poco que tiene se dedica básicamente a juzgar curas abusadores. Su canto del cisne fue la publicación del Catecismo de Juan Pablo II, desde entonces ha ido apagándose poco a poco.

  2. Este hombre cuyo conocimiento de la teología católica y la naturaleza del Magisterio es penoso, ha sido nombrado Prefecto de la Doctrina de la Fe (ahora se llama «Dicasterio», pero el que lo dirige, ¿cómo se llama?), manifiesta el nivel de ignorancia al que ha llegado el Vaticano. Si tuviera un mínimo conocimiento de Dei Verbum del Vaticano II, no diría tales disparates. Tanto él como su jefe de filas harían un gran favor a la Iglesia si se mantuvieran callados.

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