Una diócesis, no de primera división, ha hecho, por fin, lo que hace un año estábamos esperando. Unas rogativas públicas, la Iglesia como tal pidiendo a Dios, para que en su misericordia nos libre de esta peste.
Ha habido algunos precedentes aunque menos oficiales. Y se echaba muy de menos la oficialidad. Oraciones privadas, muchas. ¡Como no iba a haberlas ante tanto dolor y tanta muerte! También funerales por los fallecidos. Y poco más.
El obispo de Alcalá de Henares bendiciendo con el Santísimo desde la torre de su catedral a la ciudad y a la diócesis en estos días trágicos, de tanta muerte, fue casi el paradigma de lo que cabía hacer y no se hacía.
Hoy, otro obispo de una diócesis menor, nos da lecciones a todos de cómo se debe afrontar la superación de la peste en días de tantas muertes y, de momento, tan escasas vacunas., Con oración y esperanza en Aquel que nos sostiene. El mañana es suyo. Y la pandemia y los días.
Pues el obispo de Albacete, rara avis hasta el momento, ha puesto a su diócesis en rogativa para que quien todo lo puede aleje de nosotros esta peste.
Lo expone en una Carta a su pueblo que es un verdadero acierto episcopal:
NUEVA ACCIÓN PASTORAL – CURSO 2020-2021 Misa semanal para que cese y desaparezca la Pandemia Albacete, 20 de enero de 2021 Memoria litúrgica de San Sebastián, mártir
Queridos fieles de la diócesis de Albacete: «No temerás la peste que se desliza en las tinieblas» (cf. Sal 90, 5-6).
Estas palabras del salmista invitan a tener una gran confianza en el amor fiel de Dios, que no abandona jamás a su pueblo en el momento de la prueba. Han pasado ya bastantes meses en los cuales nos vimos sorprendidos con la aparición en nuestras vidas, en los lugares donde vivimos o trabajamos y en el entorno parroquial y pastoral, de la pandemia de la Covid-19. Enfermedad que tanto dolor, sufrimiento y desconcierto ha producido y sigue produciendo todavía. Ciertamente, desde el principio, afrontamos con fe, esperanza, docilidad e inmensa generosidad en la entrega, la realidad que se nos imponía desde las autoridades sanitarias y de los gobiernos nacional y autonómico, así como afrontamos también la atención a los enfermos, a las familias de los fallecidos, los entierros, los confinamientos y otras situaciones inesperadas y sangrantes.
Desde el primer momento, fuimos creativos y ayudamos a mantener la presencia de Dios y de su Iglesia, y las celebraciones litúrgicas, mediante el uso de las Redes Sociales. Fuimos capaces de estar cerca de las familias más castigadas y ayudarlas, de los profesionales de la sanidad y fuerzas de seguridad, y de multitud de voluntarios. La Iglesia como tal y nosotros, Obispo, Sacerdotes, Diáconos, Consagrados y Consagradas, que somos una parte importante de ella, procuramos estar ahí, con los templos normalmente abiertos y con diferentes servicios e iniciativas hasta donde nos fue posible. Como cristianos, personas de fe y esperanza, también ahora podemos y debemos seguir ayudando en esta lucha contra la pandemia, con amor caritativo, y con una herramienta tan natural y sustancial entre nosotros como es la oración.
Es preciso rezar a Dios, nuestro Padre, para que cese y desaparezca esta pandemia, que tanto mal y tantas muertes está produciendo. Es la herramienta más segura y eficaz que Dios ha puesto en nuestras manos, además de todo lo que, hasta ahora, hemos hecho bien y seguiremos haciendo como Iglesia de Jesucristo hasta que todo esto acabe.
La oración, bien lo sabemos, debe ser humilde y confiada, como quien pide ayuda a su padre sabiendo que ya conoce nuestras necesidades y que está deseando que recurramos a Él para volcarse totalmente, lleno de amor, en nuestro auxilio y remediando nuestras necesidades. Su palabra, la Palabra de Dios, en numerosísimos pasajes, nos asegura su escucha, acogida y respuesta paternal y eficaz. «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (Mt 11,18-30). «Danos hoy nuestro pan de cada día» (Mt 6,11), «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre» (Lc 11,9-10). «Pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa» (Jn 16,24). «¿De dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Salmo 120,1-2).
¿Cómo plasmamos esta “Propuesta” en el Plan de Acción Pastoral 2020-2021 en nuestra diócesis? He sugerido a los sacerdotes de la diócesis que se pueda celebrar una Misa a lo largo de la semana, o en los Domingos del Tiempo Ordinario, “a modo de rogativa”, en los horarios habituales de la parroquia, dando a conocer a los fieles el día concreto de la semana y la hora en que se celebrará, en la que la intención principal sea: pedir al Señor el cese y la desaparición de la pandemia de la Covid-19. Suplicamos el cese y la virulencia de este virus que mata y rompe vidas y familias. Hay que superar esta triste y desgraciada situación en que nos encontramos, además de con otras medidas adecuadas que nos van exigiendo, también, por nuestra parte, con la ayuda eficaz y poderosa de la fe en Dios y la oración.
La vivencia comunitaria de oración confiada acrecentará en nosotros el convencimiento de que la caridad hacía los que peor lo están pasando no es simplemente una consecuencia de nuestra fe, sino una dimensión esencial de nuestra propia fe que nos lleva a esperarlo todo de Dios, al tiempo que a poner todo lo que esté en nuestras manos para el servicio de los hermanos. Rezar por el fin de la pandemia nos abre a escuchar las sugerencias del Espíritu Santo para saber cómo ayudar mejor a los sufren sus consecuencias. Es cuestión de fe por nuestra parte, y de intervención divina por la suya. Si confiamos y rezamos, el Señor nos escuchará, no lo dudéis. Es cuestión de fe y perseverancia en la oración de petición. Pidámoslo también por intercesión de la Santísima Virgen María en sus diversas advocaciones, en la más cercana a los fieles de las distintas parroquias. Con mi afecto, oración y bendición.
+ Ángel Fernández Collado Obispo de Albacete
Previamente se había dirigido a sus sacerdotes embarcándoles en la rogativa:
Albacete, 20 de enero de 2021 Memoria litúrgica de San Sebastián, mártir
Queridos sacerdotes:
«No temerás la peste que se desliza en las tinieblas» (cf. Sal 90, 5-6).
Estas palabras del salmista invitan a tener una gran confianza en el amor fiel de Dios, que no abandona jamás a su pueblo en el momento de la prueba. En estos días, en los que volvemos a estar gravemente afectados por el virus Covid-19, como cristianos, personas de fe y esperanza, pienso que también ahora al igual que hicimos al comienzo de la pandemia, podemos y debemos seguir ayudando en esta lucha contra la Covid-19, con amor caritativo y con una herramienta tan natural y sustancial entre nosotros como es la oración. Es preciso rezar a Dios, nuestro Padre, para que cese y desaparezca esta pandemia que tanto mal y tantas muertes está produciendo.
Es la herramienta más segura y eficaz que Dios ha puesto en nuestras manos, además de todo lo que, hasta ahora, hemos hecho bien y seguiremos haciendo como Iglesia de Jesucristo hasta que todo esto acabe. La oración, bien lo sabemos, debe ser humilde y confiada, como quien pide ayuda a su padre sabiendo que ya conoce nuestras necesidades y que está deseando que recurramos a Él para volcarse totalmente, lleno de amor, en nuestro auxilio y remediando nuestras necesidades. Su palabra, la Palabra de Dios, en numerosísimos pasajes, nos asegura su escucha, acogida y respuesta paternal y eficaz. Por eso, pensando en cómo plasmar esta nueva “Propuesta” en el Plan de Acción Pastoral 2020-2021 en nuestra diócesis, sugiero celebrar la Misa en tiempo de pandemia, en los horarios habituales de la parroquia, dando a conocer a los fieles el día concreto, exceptuando las Solemnidades y los Domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, los días de la octava de Pascua, la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos, el Miércoles de Ceniza y las ferias de Semana Santa (Ordenación general del Misal Romano, n. 374), durante el tiempo que dure la pandemia.
Suplicamos el cese y la virulencia de este virus que mata y rompe vidas y familias. Hay que superar esta triste y desgraciada situación en que nos encontramos, además de con otras medidas adecuadas que nos van exigiendo, también, por nuestra parte, con la ayuda eficaz y poderosa de la fe en Dios y la oración. Es cuestión de fe por nuestra parte, y de intervención divina por la suya. Si confiamos y rezamos, el Señor nos escuchará, no lo dudéis. Es cuestión de fe y perseverancia en la oración de petición. Pidámoslo también por intercesión de la Santísima Virgen María en sus diversas advocaciones, en la más cercana a los fieles de las distintas parroquias. La vivencia comunitaria de oración confiada acrecentará en nosotros el convencimiento de que la caridad hacía los que peor lo están pasando no es simplemente una consecuencia de nuestra fe, sino una dimensión esencial de nuestra propia fe que nos lleva a esperarlo todo de Dios, al tiempo que a poner todo lo que esté en nuestras manos para el servicio de los hermanos.
Rezar por el fin de la pandemia nos abre a escuchar las sugerencias del Espíritu Santo para saber cómo ayudar mejor a los sufren sus consecuencias. Para facilitar su celebración y que sea común en todas las parroquias, os envío los textos de esta Misa, preparados por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, así como varias peticiones para añadirlas en la Oración de los fieles todos los días.
Con mi afecto, oración y bendición.
+ Ángel Fernández Collado Obispo de Albacete
Y les da el texto de la misa en tiempos de pandemia con la sugerencia de unas oraciones de los fieles muy apropiadas a la misma:
EN TIEMPO DE PANDEMIA Esta misa se puede celebrar, según las rúbricas de las Misas y Oraciones por diversas necesidades, todos los días, excepto las solemnidades y los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, los días de la octava de Pascua, la Conmemoración de todos los fieles difuntos, el Miércoles de Ceniza y las ferias de Semana Santa.
Antífona de entrada Is 53,4 E lSeñor soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores. Oración colecta IOS todopoderoso y eterno, refugio en toda clase de peligro, a quien nos dirigimos en nuestra angustia; te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción, concede descanso eterno a los que han muerto, consuela a los que lloran, sana a los enfermos, da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios, sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos con amor glorificando juntos tu santo nombre. Por nuestro Señor Jesucristo,…
Oración sobre las ofrendas ACEPTA, Señor, los dones que te ofrecemos en este tiempo de peligro; y haz que, por tu poder, se conviertan para nosotros en fuente de sanación y de paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Mt 11, 28 Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré, dice el Señor.
Oración después de la comunión H, Dios, de quien hemos recibido la medicina de la vida eterna, concédenos que, por medio de este sacramento, podamos gloriarnos plenamente de los auxilios del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Misa en tiempo de pandemia H Primera lectura (opción 1) Lam 3, 17-26 Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor Lectura del libro de las Lamentaciones. He perdido la paz, me he olvidado de la dicha; me dije: «Ha sucumbido mi esplendor y mi esperanza en el Señor». Recordar mi aflicción y mi vida errante es ajenjo y veneno; no dejo de pensar en ello, estoy desolado; hay algo que traigo a la memoria, por eso esperaré: Que no se agota la bondad del Señor, no se acaba su misericordia; se renuevan cada mañana, ¡que grande es tu fidelidad!; me digo:«¡Mi lote es el Señor, por eso esperaré en él!». El Señor es bueno para quien espera en él, para quien lo busca; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. Palabra de Dios.
Misa en tiempo de pandemia H Salmo responsorial(opción1) Sal 79, 2ac y 3b. 5-7 (R.: 4b) R/ Que brille tu rostro, Señor, y nos salve. V/ Pastor de Israel, escucha; tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos. R/ V/ Señor, Dios del universo, ¿hasta cuándo estarás airado mientras tu pueblo te suplica? Les diste a comer llanto, a beber lágrimas a tragos; nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos, nuestros enemigos se burlan de nosotros.
R/ Primera lectura (opción 2) Rom 8, 31b-39 Ni muerte ni vida podrán separarnos del amor de Dios Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. HERMANOS: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios ?Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?,¿el peligro?, ¿la espada?; como está escrito: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza».
Misa en tiempo de pandemia Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte ,ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor. Palabra de Dios.
Salmo responsorial(opción2) Sal 122,1b-2b.2cdefg (R.: 3a;2cd) R/ Misericordia, Señor, misericordia. O bien: R/ Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia. V/ A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores .R/ V/ Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia. R/ Aclamación antes del Evangelio 2 Cor 1, 3b-4a A. En el tiempo de Cuaresma: antes y después del versículo pueden emplearse algunas de las aclamaciones propuestas para este tiempo. B. En el tiempo pascual: antes y después del versículo se canta o se dice Aleluya. V/ Benditos ea el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en cualquier tribulación nuestra. Misa en tiempo de pandemia Evangelio Mc 4, 35-41 ¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!
Lectura del santo Evangelio según san Marcos. AQUEL día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!». Palabra del Señor.
Misa en tiempo de pandemia Oración de los fieles (Se pueden añadir algunas de las siguientes a las habituales) —
Por el personal médico y de enfermería, responsables sanitarios, por todos los que ofrecieron su trabajo profesional o voluntario con generosidad, para que sea reconocida su entrega y dedicación. Roguemos al Señor. —
Por los políticos y autoridades públicas, por los científicos y por los farmacéuticos, para que pronto se encuentre pronto el remedio para combatir esta pandemia. Roguemos al Señor. —
Por los contagiados y cuantos tienen miedo ante la situación que estamos viviendo, por las personas en riesgo, por los ancianos que se encuentran solos, por los trabajadores que han perdido su trabajo, para que el Señor los libre del miedo y les infunda serenidad y esperanza. Roguemos al Señor. —
Por los difuntos, especialmente los fallecidos en los hospitales y en las residencias de ancianos, por las familias que no pudieron acompañar y despedir a sus seres queridos, para que el Dios de la vida los acoja en su presencia y a sus allegados los llene de consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor.
Solo cabe felicitar a la diócesis de Albacete y a su obispo por este ejemplo que han dado a España y a su Iglesia. Esperemos que otros le imiten porque en estos dias trágicos solo cabe confiar en Dios y en la vacuna.
Las rogativas para pedir la lluvia son Ad petendam pluviam. Si se trata del caso presente, podríamos decir: Preces ad petendum finem huius pestis.
Necesitamos que los obispos se unan a estas preces. Rogativas públicas. No puede ser que haya doble crisis: LA SANITARIA Y LA ECLESIÁSTICA, tanto creyentes como no creyentes necesitamos oír de los Pastores la ORACION Pública, las ROGATIVAS que siempre se han hecho en épocas de epidemias. Ah!!!! muy importante : NO CERRAR IGLESIAS Y QUE HAYA CULTO. Esto es imprescindible para conversión de muchos y para que en estos tiempos los planes de las élites se vayan al traste. Dios tiene la última palabra «nuestro auxilio viene del Señor que hizo el Cielo y la Tierra»…
Por fin algo positivo.
Magnífico.