| 13 abril, 2021
La cabra Olegaria tira a los cardos. Siempre le gustaron. Hasta inventarlos en el apellido.
Aberasturi pone a la cabra y al cabrero en su lugar. El cursi cubriendo al hereje. Uno ya se ha ido en cuerpo. Al otro hace tiempo que se le ha ido el alma. En un campo de cardos que fue en lo que se convirtieron sus ilusiones fracasadas.
Acabo de leer el artículo completo de Olegario: https://www.almendron.com/tribuna/hans-kung/
En un artículo de prensa como este se pretende ofrecer el significado, en este caso, de una figura de la teología que presenta una trayectoria con luces y sombras. Creo que Olegario, conocedor indiscutible y por experiencia propia del contexto eclesial y teológico de los últimos decenios, presenta en sus rasgos básicos y sus significados abiertos la obra de H. Küng. Aun habrá de pasar bastante más tiempo para que el juicio pueda ser más ajustado, pero creo que lo que dice Olegario responde a un justo discernimiento de lo prendido por la obra de Küng. La postura intelectual verdadera es siempre matizada (incluso en la ciencia teológica, aunque cada vez algunos lo entiendan menos), lo que no significa equivocada o tendenciosa o traicionera con el objeto de trabajo, la Revelación Divina. Pensar en todos los ángulos posibles de la realización presente de la Iglesia y las condiciones para que la comunidad cristiana pueda confesar la fe en Cristo con sentido evangélico y profundidad histórica…. es una tarea de todo bautizado, pero especialmente del teólogo. Entrar, como hace este señor Aberasturi, permanecer sin más en el recurso a una lectura literal de algún paso de la Sagrada Escritura, en la descalificación de la persona de Olegario o comparar la visión de éste con la calidad de las ideas de un político, por ejemplo… sale de los límites de un juicio honrosamente justo e intelectualmente honesto. No hay nada que moleste más a un intransigente insípido que otra persona que con libertad personal y aval intelectual se ocupe de indicar las posibilidades a las que abre hoy un pensamiento. Siempre posibilidades y no certezas es de lo que habla Olegario al final de su artículo.
Nota de F. de la C.: Pues yo con Aberasturi, usted con quien le dé la gana
Usted siga con Aberasturi, es libre de hacerlo… pero no olvide la caridad intelectual como representación de la exigencia mínima de quien se toma en serio al otro, y no lo despacha sin más porque hay un término sin explicitar en un ARTICULO PERIODISTICO. Supongo que estará de acuerdo conmigo al menos en esto. Siempre es sencillo encontrar un argumento de superficie para desentenderse de lo esencial que, insisto, no se puede explicitar en un ARTICULO PERIODISTICO. Usted mismo lo ha retirado repetidamente. Termino: con Olegario se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo en asuntos debatidos e incluso en modos de expresión acerca de lo esencial… pero que el cainismo ibérico no nos impida valorar el alcance de una obra teológica de primer orden en los últimos años del panorama español: por su relación de diálogo con la tradición espiritual y literaria de Castilla, por su hondura en el trato de las temáticas reveladas y por su diálogo sin concesiones acerca de la verdad irrenunciable con la sociedad contemporánea española y occidental.
Don Francisco José, está usted hoy sembrado de arte. No he parado de reir con el breve texto que nos ilustra: cabras, cardos, cabreros, cursis, herejes; ¡ Que arte!
Resurreccion.
El hombre es «homo viator»,
que va derecho a la muerte.
Echada tiene su suerte,
como César Imperator.
Dama que porta la antorcha
-¡pobre ingenua neoyorquina!-,
que su andadura ilumina
desde que al ser «se descorcha»…
La muerte fiera…¡ «mi» muerte!
Algo así como un mal sueño
del que no soy ya ni dueño;
seco,inapelable,inerte;
que al clavar su férrea espuela,
ni despierta,ni espabila;
muy antes bien,aniquila,
y con la nada nivela…
Por eso yo-ser entero-,
soy cual grito desgarrado
contra tal muro estrellado…
¿No hallaré en ti,Dios,mi eco?…
(Dedicado a Gabriel Marcel y a Martin Heidegger,que de algún modo aleteando entre estos ripios)
*ser ENTECO(no entero)
He leído la crítica que ABERASTURI hace a D. Olegario. Por lo que veo El diario ABC está en franca decadencia. Años atrás leía con avidez y gusto ese periódico, su tercera y ALFA Y OMEGA los jueves… Ahora no. Al leer las críticas de una parte de las teorías de HANS KÜNG, tan elogiadas por Olegario me ha transportado a mí época de estudiante del colegio Sagrado Corazón de Barcelona… Por qué será? Pues porque el protestantismo, neoliberalismo y el marxismo se estaban infiltrando en lo mejor de la docencia (jesuitas y el ala femenina de Santa Sofía M. Barat) en algunas cátedras universitarias y de allí fue irradiando a otros institutos de enseñanza hasta hoy, que – y lo digo con mucha pena y sufrimiento- está ya impregnado por la degeneración, depravación de la LGBTI… muy doliente, siiiii.
Muchísimas gracias, de nuevo, don Francisco José. Y sigo encomendando lo suyo en la Santa Misa.
Don Olegario es otra «vaca sagrada» del progresismo español. Tiene ochenta y seis años, lo cual no es poco, pero los hay mucho mayores que él (por ejemplo: don Antonio Aradillas, con noventa y dos).
Olegario González de Cardedal fue durante decenios el teólogo del episcopado español, no porque los obispos los leyeran sino por ese mimetismo tan hispánico de admiración boba hacia lo extranjero. Porque extranjera era, si podemos hablar así, la manera de enfocar las cuestiones centrales del Cristianismo por parte de aquel teólogo formado en Munich cuya tesis doctoral, sobre el misterio trinitario, prologara Xavier Zubiri, un Zubiri que era expositor de la Trinidad en determinados autores orientales, durante su exilio en París. Aquello le valió la Ponti. Aupado en el cargo académico se esforzó por alejarse de lo que podemos denominar sana doctrina, siempre con una expresión pretendidamente orteguiana que le alejara de los teólogos vecinos de San Esteban de Salamanca e incluso de los de Oña. Si a ello le añadimos los reconocimientos civiles, su origen y su sutil implicación política, entenderemos el contexto. Hoy alaba a Küng y mañana se deshará en elogios de Ratzinger. Hará valer el premio que lleva el nombre de familia de tan preclaro pontífice. Es un signo de la teología de la Iglesia española: sin rumbo.