Ante todo este cúmulo de cosas extrañas ocurridas en Zaragoza la última es la precipitación del arzobispo electo por agarrar la archidiócesis como si pensara que hasta es posible que a última hora se la pueda birlar alguien. La toma de posesión se suele demorar algo más de un mes y menos de dos. Pues en esta ocasión diez días. Algo realmente insólito. Y además en fechas picudas en las que los obispos suelen estar liados con todas las celebraciones propias de esos días. Como para pensar en qué gato habrá encerrado. A mí sólo se me ocurre uno. Jiménez cumple 71 años el próximo 28 de enero. Y ha querido llegar con 70 años para que la falcatruada cantara menos. Pues sigue cantando igual. Muy desafinadamente. No deja de ser extraño la llegada al poder de esta gerontocracia que parece decir hola y adiós casi en el mismo acto. Llegar a Zaragoza con menos de cuatro años por delante, o sea, declarándose desde el primer momento que allí prácticamente no se va a mover ficha, y siendo además esa táctica del laisser faire la seguida por Jiménez en Santander, donde, en brevísimo tiempo, nadie se acordará de él, Y ahora una simpática anécdota que me refiere un sacerdote. Cuando leyó en el Blog que anunciaba el nombramiento zaragozano y mostrándome una confianza que le agradezco, llamó a un amigo, sacerdote en Zaragoza para darle la noticia. El maño, al oírle, le dijo textualmente: No digas chorradas, que el que va a venir es N. Y quien me lo contaba me añadió que no se le ocurrió otra cosa que decirle: Te lo juro por mi madre.
¿A qué tanta prisa?
| 13 diciembre, 2014