Y posiblemente ambas cosas a la vez.
Tomo los datos de un artículo de Pablo Ginés que supongo ciertos. Si no lo fueren a él las reclamaciones.
La Iglesia catalana en su enorme mayoría se empeñó en imponer el catalán como lengua eclesial. En esas cosas no cabe juicios a priori pero todos a posteriori. Antes del experimento no podíamos asegurar el resultado. A lo más suponerlo pero sin datos que lo confirmaran. Hoy ya no hay la menor duda.
Parece que según los últimos datos el 14% de los castellanohablantes van a misa por lo menos una vez a la semana o más mientras que entre los catalanohablantes apenas llegan al 7%. Y eso es lo que pretenden imponer con coacciones sin cuento. Pues o son suicidas o imbéciles. Y caben las dos condiciones en el mismo semoviente.
El catalán ha sido un enorme fracaso en la iglesia que ha ahuyentado a millones de fieles sin atraer a ninguno. Pues vaya negocio.
Nadie objeta que en las parroquias rurales de la Cataluña profunda se utilice preferentemente el catalán y eso siempre que no expulse de la Iglesia a un posible sector de trabajadores agrícolas hispanoamericanos. Quiéranlo o no son lenguas reducidas a relaciones familiares o vecinales y entre aquellos que las hablen.
A ver que joven médico, ingeniero, informático, abogado, periodista… que pretenda trabajo en Nueva York, Los Ángeles, Paris, Londres, Berlín, Roma, Pekín, Tokio… e incluso Bamako, Reikiavik, Villalba del Alcor o Bollullos de la Mitación se le ocurre poner en su currículum que domina el catalán.
Pues la clerecía catalana a imponerla. Así les va.
https://germinansgerminabit.blogspot.com/2018/06/evangelizar-cataluna.html
En todas partes hay gente y gentuza. Es endémico el nacionalismo de aldea. ¿Cómo alguien puede tener como referente a gentuza golpista?
Querido don Paco Pepe, antes de los famosos diagramas de Venn de la teoría de conjuntos, con la intersección y disyunción de conjuntos, en los silogismos se hablaba de proposiciones contradictorias, contrarias, etcétera. Ni contradictorios ni disjuntos. Los obispos y los curas separatistas poseen en grado elevado la estupidez la maldad. Saben que van contra el sentido común, contra el evangelio, contra la doctrina social de la Iglesia. Les importa un comino. Usted lo ha denunciad en numerosas ocasiones a propósito de las extravangancias de Novell y de los abusos del arzobispo Pujol en misa conventual montserratina. La contumacia de ambos y otros está jalonada de actos miserables innumerables. Jamás han contestado a razón alguna. Las estadísticas les traen al frasco. Que la gente se marche de las iglesias, ¿a ellos qué? Que los «suyos» hablen sin rebozo de expoliar y expropiar los templos, peccata minuta comparados con los bienes de la Itaca prometida. Es curioso cuánta gente se está levantando contra la miseria moral de obispos y abades. Lo que el articulista al que usted remite cuenta de las publicaciones de la Iglesia es anécdota en el piélago de desistimiento de la Iglesia en sus intituciones más características: defensa del aborto en institutos de bioética y cátedras de teología moral, práctica del aborto en hospitales de la Iglesia , acoso a niños y padres castellanohablantes en escuelas sedicentes cristianas. La miseria intelectual y moral del episcopado y presbiterio catalán deja en mantillas la pedofilia chilena o australiana.
Esas imágenes de esteladas en los templos y campanarios catalanes hacen que me acuerde de lo que hizo Jesús cuando echó a los que comerciaban en el Templo. «¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones» (Mc 11,17).
No. No son ni suicidas ni imbéciles, simplemente aspiran a ser los futuros sacerdotes de la religión civil de la supuesta futura República Catalana Independiente. Porque incluso en los estados más declaradamente ateos hay una religión (adorar al líder, venerar al partido, a la logia, da igual, eso son sustratos), y por ende debe haber sacerdotes. Al clero catalán no le faltará ni nómina (puede que hasta cobren más que sus, de momento, correligionarios andaluces, por ejemplo) ni acólitos (aún están en la retina las imágenes de algunos miles de independentistas ocupando la esplanada de la Abadía de Montserrat escuchando traspuestos las soflamas nazionalistas de la Forcades.