2 comentarios en “El bulo de los tres trienios de Santiago Cantera como prior y la idea de desacralizar el Valle de los Caídos”
Sí, como dice Infovaticana, que no es sospechosa de entusiasmo por el Cardenal Cobo, éste ha convencido al Papa y a Parolin para que no se desacralice el Valle y se conserve la comunidad monástica, el Arzobispo de Madrid merece una ovación por nuestra parte en lugar de tantas críticas.
Lo de Cantera puede ser, como decía el fundador del Opus Dei, «conceder sin ceder con ánimo de recuperar». En todo caso, nadie es imprescindible y estoy seguro de que el nuevo prior también defenderá los intereses del Valle.
Lo peor de un incompetente es creer que ocupa un cargo porque se lo merece. Parece ser que a Cobo le está sucediendo algo así. Consciente de que su meteórica ascensión se la debe a Francisco, suele trufar sus intervenciones con la fraseología francisquita vacía de espiritualidad y de teología. Unas palabras de afueras aquí, otras de atención preeminente a los pobres, unas terceras de referencia a los migrantes y desclasados, todo ello adobado de referencias inanes al cambio climático y a la casa común. Todo eso bien agitado, con denuestos contra el carrerismo, la intransigencia y el indiestrismo, sírvase enfrío. Y ya tenemos lo mismo un discurso del Papa, que el de Cobo, de Tucho o del último arribista.
Pero otra cosa son los codos. El otro día el arzobispo Aguer traía a colación disparates graves, gravísimos, de Francisco. Y se callaba otros muchos, muchos porque no son pocos. El acostumbrado acrisolamiento doctrinal de los texto ha desparecido. Tucho ha cambiado los besos de tornillo por las loas a un pontífice que augura un futuro esplendoroso.
Por lo que respecta a España, Francisco, Parolín y Cobo no se diría que le tengan especial respeto. En pleno temblor separatista, a Francisco no se le ocurrió nada mejor que aquella frase «la independencia de Cataluña hay que tomarla con pinzas». O esta otra, a propósito de su venida a España: «no voy a ir a España, sino a Canarias», una frase que se pretende evangélica y no es más que una mezcla de despropósito y desdén.
No conozco el día a día de Cobo. Vivo lejos de Madrid, y cuando por allí voy a lo más que llego es a la iglesia de los Padres de la Misión que celebran cerca de donde suelo hospedarme. Le oí en esas misas que durante la pandemia oficiaban los auxiliares de Osoro. Unas homilías aseaditas, por lo común. Pero he ido observando sus gestos, sus reuniones y sus hazañas desde el birrete. Para Richelieu le faltan muchas hierbas, para Talleyrand, conocimiento de las personas y sana astucia. Con crueldad diría que se comporta como un imberbe, cuando lo que la Iglesia necesita hoy es un Woytyla de Cracovia frente a Jaruzelski; ante esa cohorte de enemigos de la Iglesia que forman Sánchez-Bolaños-separatistas-comunistas la Iglesia española no valen amagos pueriles. Un efebo puede hacer mucho daño con tanto espejarse en el río.
Sí, como dice Infovaticana, que no es sospechosa de entusiasmo por el Cardenal Cobo, éste ha convencido al Papa y a Parolin para que no se desacralice el Valle y se conserve la comunidad monástica, el Arzobispo de Madrid merece una ovación por nuestra parte en lugar de tantas críticas.
Lo de Cantera puede ser, como decía el fundador del Opus Dei, «conceder sin ceder con ánimo de recuperar». En todo caso, nadie es imprescindible y estoy seguro de que el nuevo prior también defenderá los intereses del Valle.
Lo peor de un incompetente es creer que ocupa un cargo porque se lo merece. Parece ser que a Cobo le está sucediendo algo así. Consciente de que su meteórica ascensión se la debe a Francisco, suele trufar sus intervenciones con la fraseología francisquita vacía de espiritualidad y de teología. Unas palabras de afueras aquí, otras de atención preeminente a los pobres, unas terceras de referencia a los migrantes y desclasados, todo ello adobado de referencias inanes al cambio climático y a la casa común. Todo eso bien agitado, con denuestos contra el carrerismo, la intransigencia y el indiestrismo, sírvase enfrío. Y ya tenemos lo mismo un discurso del Papa, que el de Cobo, de Tucho o del último arribista.
Pero otra cosa son los codos. El otro día el arzobispo Aguer traía a colación disparates graves, gravísimos, de Francisco. Y se callaba otros muchos, muchos porque no son pocos. El acostumbrado acrisolamiento doctrinal de los texto ha desparecido. Tucho ha cambiado los besos de tornillo por las loas a un pontífice que augura un futuro esplendoroso.
Por lo que respecta a España, Francisco, Parolín y Cobo no se diría que le tengan especial respeto. En pleno temblor separatista, a Francisco no se le ocurrió nada mejor que aquella frase «la independencia de Cataluña hay que tomarla con pinzas». O esta otra, a propósito de su venida a España: «no voy a ir a España, sino a Canarias», una frase que se pretende evangélica y no es más que una mezcla de despropósito y desdén.
No conozco el día a día de Cobo. Vivo lejos de Madrid, y cuando por allí voy a lo más que llego es a la iglesia de los Padres de la Misión que celebran cerca de donde suelo hospedarme. Le oí en esas misas que durante la pandemia oficiaban los auxiliares de Osoro. Unas homilías aseaditas, por lo común. Pero he ido observando sus gestos, sus reuniones y sus hazañas desde el birrete. Para Richelieu le faltan muchas hierbas, para Talleyrand, conocimiento de las personas y sana astucia. Con crueldad diría que se comporta como un imberbe, cuando lo que la Iglesia necesita hoy es un Woytyla de Cracovia frente a Jaruzelski; ante esa cohorte de enemigos de la Iglesia que forman Sánchez-Bolaños-separatistas-comunistas la Iglesia española no valen amagos pueriles. Un efebo puede hacer mucho daño con tanto espejarse en el río.