CIEN NOTAS

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Con mi agradecimiento a Bernardino Montejano, por sus Cien excelentes apariciones en  eL Blog.
Un gran abrazo, querido Bocha
CIEN NOTAS
Gracias a la amistosa acogida de Paco Pepe y a su tolerancia, por una parte y por la
otra a la bondad, el empeño y la paciencia de mi amigo el mayor Miguel Mugica, que cuenta
con el apoyo incondicional de su mujer María Esnaola, a quien conocí en la Capilla del Santo
Cristo, ayer me enteré que estoy en un número impensado de colaboraciones: cien notas.
En una carta titulada “Guardián de Antoine de Saint-Exupéry”, Mugica me informó la
novedad y lo primero que quiero hacer, es darle las gracias a él y a su mujer, una verdadera TT
(todo terreno) que lo acompaña hoy en la enfermedad como en otros momentos lo hizo en la
salud, con la misma solicitud, con la misma naturalidad, con el mismo amor, porque ellos no
cambian; para decirlo con palabras del aviador francés, quien comparara esta actitud de
firmeza, con la roda de la proa del navío que vence a la demencia del mar y vuelve inalterable
a su estrella (cito de memoria).
El título inventado por Mugica me recuerda a Tomás Casares cuando decía que yo “era
el representante de Saint-Exupéry en el cono Sur”, papel que debí asumir hace algún tiempo
cuando en un programa aparece una enferma mental para decirnos, entre otras cosas
absurdas, que el escritor era masón y que la reencarnación de El Principito era hoy el papa
Francisco, todo ante la mirada complaciente y risueña del irresponsable que la había invitado.
El programa fue levantado por una eficaz gestión de José Luis Rinaldi y la verdad triunfó sobre
la fabulación y la mentira.
Lo de la pertenencia a la masonería era muy grave y no se podía dejar pasar porque
los masones argentinos, sin ningún documento que avale el hecho nos dicen que ingresó a una
logia en Francia, sin dar ningún detalle. Ningún documento acredita que aviador se inscribiera
en una logia ni en Francia, ni en España, ni en los Estados Unidos, ni en la Argentina, ni en el
Sahara. A la oscuridad de las logias, Saint-Exupéry prefirió siempre la luz del día, el contacto
con la tierra, el mar, las montañas y hasta la noche al aire libre cuando volaba bajo la luz de la
luna y las estrellas. Los masones intentan apoderarse del personaje, le rinden homenajes y
colocan placas recordatorias en los aeródromos patagónicos, inaugurados por el piloto,
cuando era jefe de explotación de la Aeroposta Argentina.
A quienes les interese el tema los remito a mi libro “Jardinero de Hombres”, Distal,
Buenos Aires, 2017, Quinta Parte, “En el Argentino Reyno”, en espacial, capítulo XVII, “El
descubrimiento de la Argentina”, donde parece como “el pastor de la Patagonia”.
En la nota citada mi amigo Mujica escribe que “en el espacio intelectual abierto entre
las notas ‘Un mártir olvidado’ y ‘Argentina en la barbarie’ (cien escritos y ciento noventa y tres
menciones de palenques, o puntuales virtuosos) hemos resaltado algunos donde se tratan las
iniciativas del Instituto de Filosofía Práctica (INFIP) en cuanto a la Capilla del Santo Cristo, en
relación a ejemplares, a intentonas globales (tal Isidoro de Sevilla), sobre las críticas de León
XIII al laicismo liberal-capitalista: (“lo que más contribuye a la prosperidad de las naciones es la
probidad de las costumbres, la recta constitución de las familias, la observancia de la religión y
de la justicia, las moderadas cargas públicas y su equitativa distribución, los progresos de la
industria y el comercio y la floreciente agricultura”) y las observaciones de Benedicto XVI: (“Allí
donde irrumpe el aplauso se está bajo un claro signo de que se ha perdido la esencia de la
liturgia, que ha sido sustituido por una suerte de entretenimiento de trasfondo religioso”).
Gracias en cuanto a modelos positivos (y Gustave Thibon “los esclavo de la moda son
los desertores de la eternidad”), en cuanto fuerzas positivas emergentes desde Bulgaria, sobre
​la reina de Saba, Hildegarda de Bingen, santa Juana de Arco, Isabel la Católica y la condesa de
Segur, sobre… Charles de Foucauld, el RP Julio Meinvielle, el RP Leonardo Castellani… y el RP
Alfredo Sáenz, sobre la Regla de San Benito (o aquí, “norma de los deberes”, lo de san Basilio
Magno (sobre el buen uso de los bienes terrenos), sobre virtudes y sobre verdades.
Con el conde de Flandes, don Juan de Austria y Juan Pablo II como adalides templarios
modernos, el escriba intenta obtener la decantación sutil, producto de las lecturas
mencionadas párrafo arriba en esta página, entre más, capaz de señalar buen rumbo.
Hasta acá el escrito de Mugica, oficial de caballería (hoy blindada) retirado como
mayor. Ahora ¿cómo lo conocí? Gracias a su mujer María, que un día, portando un barbijo, se
sentó a mi lado en la Capilla muy atrás porque llegaba tarde. En un tenso diálogo critiqué el
uso de esa especie de bozal y le recomendé rezar el salmo 90 (90/91).
Unos días después apareció con “Jardinero de hombres” en su cartera y una lapicera
para que se lo dedicara a su marido, lo cual hice al término de la misa, sorprendido y
emocionado. Días después tomaba un café con el matrimonio; ella, poco antes me había
regalado un libro de Mujica, bien campestre, donde aparece una poesía dedicada al poncho,
de la cual no es el autor, pero cuya lectura enriquece porque nos pone en contacto viviente,
con un tiempo gaucho olvidado
Un tiempo después mientras tomábamos otro café, me volvió a sorprender el militar,
al informarme la cantidad de notas publicadas hasta ese día, que tenía anotadas en su celular y
ahora otra sorpresa mayúscula, cuando me remitió “Guardián de Saint-Exupéry”. Ellos dicen
que conmigo aprenden cosas buenas, que yo les comento del armario de viejo profesor; es
posible. Pero yo de ellos aprendo mucho más, porque son encarnación de virtudes que las
practican en silencio y entre las cuales sobresalen la humildad y la caridad.
Buenos Aires, agosto 16 de 2024. Bernardino Montejano
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