4 comentarios en “Las finanzas de las monjas de Belorado que les llevaron a la quiebra: más de 30.000 euros mensuales en nóminas, tres créditos y fracasos empresariales”
Al final un tema de dinero pésimamente manejado. Y un querer taparlo, por orgullo, vergüenza o ambos.
En todo caso es claro que la huída emprendida va hacia el abismo. Si hubieran reconocido la pésima gestión tendrían consecuencias (especialmente la exabadesa), pero seguirían siendo monjas.
Es claro que tenían demasiado personal contratado para las que eran. No voy a entrar en si era necesario o no (de serlo lo podrían haber gestionado con la orden o el obispado para que no fuera deficitario). Pero no sé, muchos podemos necesitar o «necesitar», ciertos servicios y ayudas en nuestras respectivas casas, y ni nos lo planteamos porque no hay para ello.
Quizás la atención a las mayores era necesaria (según lo mal que estuvieran), pero vamos, eso seguro que no les faltaría si lo hubieran pedido. El resto ya me parece más dudoso, pero lo mismo, si era de necesidad habría otras formas.
Ahora están excomulgadas, tienen un pufo magnífico, y han demostrado que de gestionarse… nada. Y de pisar tierra menos.
Pues, se han dado una vida harto regalada, 11 trabajadores para 16 monjas, máximo 3, y en general debieron ser las mismas monjas quienes se encargaran de todo, y se decían clarisas, quienes a imitación de su fundadora debieron abrazar la pobreza y recibirlo todo de Dios ¿había fe en ese monasterio?
Yo tampoco diría lo de máximo 3. Hay cosas que dependen de cómo se hagan. Una cosa es tener 11 trabajadores siendo 16 monjas, dedicándose las monjas y trabajadores a mantener la actividad del monasterio, así como actividades aledañas que lo hagan sustentable económicamente… y otra andar en números rojos y tener semejante personal. Ya si encima el personal extra se dedica a garantizar una vida placentera… pues es claro que no estarían siguiendo el carisma original.
No digo que ocurra sólo con los que se desvían de la fe, pero en los que se desvían de la fe (en este caso del octavo artículo del Credo, «creo en la Iglesia»), hay que seguir, como dicen, «la pista del dinero», por ahí se suelen hallar muchas corrupciones. Otra pista es la del abuso de poder, habría que mirar cómo ha ejercido su cargo de abadesa esta señora… y, por último, siento mencionarlo aquí, pero me temo que en materia de castidad también habrá sus «cosillas» en ese convento. Porque las tres patas suelen ir de la mano, como ya se ha visto en tantos otros casos.
Al final un tema de dinero pésimamente manejado. Y un querer taparlo, por orgullo, vergüenza o ambos.
En todo caso es claro que la huída emprendida va hacia el abismo. Si hubieran reconocido la pésima gestión tendrían consecuencias (especialmente la exabadesa), pero seguirían siendo monjas.
Es claro que tenían demasiado personal contratado para las que eran. No voy a entrar en si era necesario o no (de serlo lo podrían haber gestionado con la orden o el obispado para que no fuera deficitario). Pero no sé, muchos podemos necesitar o «necesitar», ciertos servicios y ayudas en nuestras respectivas casas, y ni nos lo planteamos porque no hay para ello.
Quizás la atención a las mayores era necesaria (según lo mal que estuvieran), pero vamos, eso seguro que no les faltaría si lo hubieran pedido. El resto ya me parece más dudoso, pero lo mismo, si era de necesidad habría otras formas.
Ahora están excomulgadas, tienen un pufo magnífico, y han demostrado que de gestionarse… nada. Y de pisar tierra menos.
Pues, se han dado una vida harto regalada, 11 trabajadores para 16 monjas, máximo 3, y en general debieron ser las mismas monjas quienes se encargaran de todo, y se decían clarisas, quienes a imitación de su fundadora debieron abrazar la pobreza y recibirlo todo de Dios ¿había fe en ese monasterio?
Yo tampoco diría lo de máximo 3. Hay cosas que dependen de cómo se hagan. Una cosa es tener 11 trabajadores siendo 16 monjas, dedicándose las monjas y trabajadores a mantener la actividad del monasterio, así como actividades aledañas que lo hagan sustentable económicamente… y otra andar en números rojos y tener semejante personal. Ya si encima el personal extra se dedica a garantizar una vida placentera… pues es claro que no estarían siguiendo el carisma original.
No digo que ocurra sólo con los que se desvían de la fe, pero en los que se desvían de la fe (en este caso del octavo artículo del Credo, «creo en la Iglesia»), hay que seguir, como dicen, «la pista del dinero», por ahí se suelen hallar muchas corrupciones. Otra pista es la del abuso de poder, habría que mirar cómo ha ejercido su cargo de abadesa esta señora… y, por último, siento mencionarlo aquí, pero me temo que en materia de castidad también habrá sus «cosillas» en ese convento. Porque las tres patas suelen ir de la mano, como ya se ha visto en tantos otros casos.