PUBLICIDAD

‘¡utilízame, Señor!’

|

Con la fies­ta de Cris­to Rey co­ro­ná­ba­mos la se­ma­na pa­sa­da el año li­túr­gi­co. Sin­gu­lar y pa­ra­dó­ji­ca re­sul­ta la for­ma con que Je­su­cris­to en­car­nó su reale­za y pro­di­gó la mi­se­ri­cor­dia del Pa­dre. Reinó des­de el trono de la cruz. Su co­ro­na fue la­bra­da con es­pi­nas; su ce­tro fue una caña; su púr­pu­ra, un man­to raí­do; sus ar­mas, la jus­ti­cia y la ver­dad; su ley, el amor; su fuer­za y su po­der, la hu­mil­dad y el ser­vi­cio.

La ma­yor lo­cu­ra de amor, el ges­to de ser­vi­cio más elo­cuen­te y su­bli­me, que nin­gún otro ser hu­mano ha po­di­do realizar, lo lle­vó a cabo Ma­ría alum­bran­do a Dios en el co­ra­zón del mun­do. Con su «¡há­ga­se en mí!, se­gún tu Palabra» («¡uti­lí­za­me, Se­ñor!» le ha­bría di­cho hoy Ma­ría) cam­bió la iner­cia y la orien­ta­ción de la his­to­ria: ser­vir es reinar. Real­men­te vale, es de­cir, vive, es au­tén­ti­co, se sien­te li­bre y fe­liz, fe­cun­do… quien se atre­ve a ser­vir, so­bre todo a los más des­va­li­dos.

Los jó­ve­nes de post-con­fir­ma­ción, en el en­cuen­tro que ce­le­bra­ron en Si­ge­na el 11 de no­viem­bre pa­sa­do, des­cu­brie­ron que ha­bía mu­chas for­mas de sen­tir­se úti­les a los de­más en la Dió­ce­sis de Bar­bas­tro-Mon­zón y de­ci­die­ron «enganchar­se» a Cris­to, ha­cien­do del ser­vi­cio su nue­vo modo de rea­li­za­ción per­so­nal. Aun­que pa­rez­ca fuer­te, aquellos jó­ve­nes, so­bre­co­gi­dos ante lo que allí acon­te­ció, se atre­vie­ron a de­cir, cla­ro y fuer­te, como lo ha­ría hoy María: ¡uti­lí­za­me, Se­ñor! Fue­ron ca­pa­ces de su­ge­rir al­gu­nas ac­cio­nes con­cre­tas de en­tre­ga y ge­ne­ro­si­dad que les acre­di­ta­ra como ver­da­de­ros «após­to­les de ca­lle», «ci­ri­neos am­bu­lan­tes» que se atre­ven a sa­lir a los ca­mi­nos para invi­tar a otros jó­ve­nes a re­gre­sar a casa o para car­gar so­bre sus hom­bros a cuan­tos se sien­tan ale­ja­dos, he­ri­dos, maltre­chos o ex­te­nua­dos.

Anóta­te y haz­me lle­gar per­so­nal­men­te, si es­tás dis­pues­to a de­jar­te «uti­li­zar» por el Se­ñor:

–  Ha­cien­do de men­sa­je­ro (bu­zo­nean­do «Igle­sia en Ara­gón» por las ca­sas, ba­res, hos­pi­ta­les, ta­na­to­rios, supermercados, tien­das, etc. para que pue­dan leer otras no­ti­cias in­tere­san­tes que na­die les cuen­ta…); ejer­cien­do de co­rres­pon­sal, re­por­te­ro grá­fi­co, pre­sen­ta­dor tv en el In­for­ma­ti­vo dio­ce­sano; co­la­bo­ran­do en la web jo­ven de pas­to­ral ju­ve­nil-vo­ca­cio­nal; col­gan­do en Fa­ce­book o en Ins­ta­gram los even­tos más sig­ni­fi­ca­ti­vos de tu gru­po apos­tó­li­co, parro­quia, mo­vi­mien­to, co­fra­día; twit­tean­do con otros jó­ve­nes ami­gos o de tu cole al­gún men­sa­je de esos que to­can el co­ra­zón, etc.);

–  Ofre­cién­do­te como vo­lun­ta­rio de cá­ri­tas, de ma­nos uni­das o de mi­sio­nes (p.e. para en­se­ñar cas­te­llano a los inmigran­tes; lle­var la cena de Na­vi­dad a las per­so­nas más po­bres y des­va­li­das de tu ciu­dad; re­co­ger ali­men­tos en Navi­dad o ju­gue­tes para Re­yes; ha­cer una me­rien­da con ni­ños po­bres, ju­gan­do al ami­go in­vi­si­ble y re­ga­lán­do­les los ju­gue­tes que se ha­yan re­co­gi­do; ven­der tar­je­tas te­le­fó­ni­cas por va­lor de 5€ para que los pre­sos de Ara­gón pue­dan llamar a sus fa­mi­lias en Na­vi­dad, etc.);

–  Co­la­bo­ran­do como ca­te­quis­ta; como ani­ma­dor ju­ve­nil; como ani­ma­dor de la co­mu­ni­dad; par­ti­ci­pan­do en las noches cla­ras; in­te­grán­do­te en la hos­pi­ta­li­dad de Lour­des para lle­var en­fer­mos du­ran­te la pe­re­gri­na­ción dio­ce­sa­na; vi­si­tan­do an­cia­nos en la re­si­den­cias de an­cia­nos de tu pro­pia ciu­dad; apa­dri­nan­do a un abue­lo por un mes (lla­mar­lo por té­fono, vi­si­tar­lo, es­cu­char­lo, ha­blar o ju­gar con él, etc.);

–  Ha­cien­do de mo­ni­to­res de tiem­po li­bre, de cam­pa­men­to, de tea­tro, etc.

–  In­te­grán­do­se en el coro ju­ve­nil, to­can­do al­gún ins­tru­men­to, can­tan­do, or­ga­ni­zan­do al­gún pa­sa­ca­lles o fes­ti­val de vi­llan­ci­cos o de jo­tas;  etc.;

–  In­te­grán­do­se en al­gún mo­vi­mien­to ju­ve­nil: Ac­ción Ca­tó­li­ca, Ba­ra­so­na, Ra­sal, Scout…;

–  Ob­te­nien­do el tí­tu­lo de mo­ni­tor y/​o de jefe de cam­pa­men­to que pro­por­cio­na el Mo­vi­mien­to Scout;

–  Par­ti­ci­pan­do en un ta­ller de ora­ción que les en­se­ñe a co­mu­ni­car­se per­so­nal­men­te con Dios;

–  Asis­tien­do men­sual­men­te en las «no­ches cla­ras», como ám­bi­to de re­la­ción con los de­más  y de en­cuen­tro personal con Dios;

–  Acu­dien­do y dis­fru­tan­do del mu­si­cal ju­ve­nil;

–  Par­ti­ci­pan­do en la Ja­vie­ra­da con to­dos los jó­ve­nes de Ara­gón;

–  Ha­cien­do el ca­mino de San­tia­go con to­dos los jó­ve­nes de Ara­gón;

–  …

Con­clu­yo con este her­mo­so poe­ma que bro­tó del co­ra­zón de Ga­brie­la Mis­tral como ex­pre­sión de lo que el Se­ñor nos in­cul­có: sólo se pue­de VI­VIR sir­vien­do, esto es, sien­do útil a los de­más:

«Don­de haya un ár­bol que plan­tar, plán­ta­lo tú. / Don­de haya un error que en­men­dar, en­mién­da­lo tú. / Don­de haya un es­fuer­zo que to­dos es­qui­ven, acép­ta­lo tú. / Sé el que apar­tó del ca­mino la pie­dra, / el odio de los co­ra­zo­nes / y las di­fi­cul­ta­des del pro­ble­ma.

Hay la ale­gría de ser sano y jus­to, / pero hay, so­bre todo, la in­men­sa ale­gría de ser­vir.

Qué tris­te se­ría el mun­do si todo en él / es­tu­vie­ra he­cho. Si no hu­bie­ra un ro­sal / que plan­tar, una empresa que empren­der.

No cai­gas en el error de que sólo se ha­cen / mé­ri­tos con los gran­des tra­ba­jos.

Hay pe­que­ños ser­vi­cios: po­ner una mesa, / or­de­nar unos li­bros, pei­nar una niña.

El ser­vir no es una fae­na de se­res in­fe­rio­res. / Dios, que es el fru­to y la luz, sir­ve.

Y te pre­gun­ta cada día: ¿Ser­vis­te hoy?»

Con mi afec­to y ben­di­ción.

+ Ángel Pé­rez Pue­yo

Obis­po de Bar­bas­tro-Mon­zón

Comentarios
1 comentarios en “‘¡utilízame, Señor!’
  1. Yo creo que este Obispo «nuestro» podría ser un excelente Arzobispo de Zaragoza, en el futuro.
    ¡Y ojalá no me equivoque!
    Le he tratado personalmente, y me consta su gran humanidad, humildad y trato cercano con los fieles y sacerdotes.
    ¡Gracias, muchas gracias, por sus llamadas de agradecimiento en relación con el fallecimiento de un gran sacerdote y amigo de Cajigar, Huesca!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *