Car­ta del Obis­po de Vi­to­ria

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Que­ri­dos her­ma­nos sa­cer­do­tes y diá­co­nos:  Kai­xo, la­gu­nak! Os es­cri­bo des­de la tum­ba del após­tol Santia­go. Con los pro­fe­so­res y mo­ni­to­res de Egi­bi­de he­mos ce­le­bra­do Die­go Ban­de y yo la Eu­ca­ris­tía en la crip­ta de la ca­te­dral com­pos­te­la­na.

Allí he­mos pre­sen­ta­do toda la dió­ce­sis de Vi­to­ria. Con los 70 alum­nos cul­mi­na­mos el Ca­mino con la Euca­ris­tía del pe­re­grino el día an­te­rior. Mu­chas es­pe­ran­zas jun­to a tan­tas reali­da­des ju­ve­ni­les en nues­tra dió­ce­sis es­tos días de ve­rano en cam­pa­men­tos pa­rro­quia­les, de Scout, de Ac­ción Ca­tó­li­ca, en cam­pos de tra­ba­jo de co­le­gios, con­gre­ga­cio­nes re­li­gio­sas y otras ini­cia­ti­vas de mo­vi­mien­tos y reali­da­des dio­ce­sa­nas. Unos en pri­me­ra lí­nea y otros en la re­ta­guar­dia des­de la aten­ción a las co­mu­ni­da­des y la ora­ción, to­dos que­re­mos pri­vi­le­giar el tra­ba­jo se­rio con los jó­ve­nes y la cul­tu­ra vo­ca­cio­nal.

Pe­re­gri­nar ha­cia la tum­ba del Após­tol, un ami­go de Je­sús, es vol­ver al Evan­ge­lio. Para mí pe­re­gri­nar por pri­me­ra vez como su­ce­sor de los após­to­les a la tum­ba de San­tia­go su­po­ne re­cu­pe­rar la pa­sión por Je­sús y su pro­yec­to. A me­nu­do esta pa­sión la do­mes­ti­co y pier­de fuer­za en me­dio de los tra­ji­nes y preocupaciones co­ti­dia­nas. Los obis­pos del Ca­mino de San­tia­go aca­ban de pre­sen­tar aquí en Com­pos­te­la su Car­ta Pas­to­ral “Aco­gi­da y hos­pi­ta­li­dad en el Ca­mino de San­tia­go”. Me ha im­pre­sio­na­do el nú­me­ro 16:

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“Ca­mi­nar es, se­gún Fran­cis­co, es­tar en mo­vi­mien­to, des­ins­ta­lar­se, sa­lir de la quie­tud, que se hace comodi­dad que pa­ra­li­za y es es­pe­ra inac­ti­va, ru­ti­na­ria, for­ma­lis­ta, y avan­zar li­be­ra­dos de condicionamien­tos, para «leer con rea­lis­mo los acon­te­ci­mien­tos de la exis­ten­cia». Así, el Papa con­si­de­ra que la vida es un ca­mino del que des­co­no­ce­mos cuán­do se aca­ba­rá, pero que es un ca­mino. No se pue­de vi­vir la pro­pia vida es­tan­do de­te­ni­dos. La vida es para ca­mi­nar, para ha­cer algo, para ir ade­lan­te, para cons­truir una amis­tad so­cial, una so­cie­dad jus­ta, para pro­cla­mar el Evan­ge­lio de Je­sús.”

Me sale agra­de­cer de todo co­ra­zón a vo­so­tros her­ma­nos sa­cer­do­tes vues­tra dis­po­ni­bi­li­dad en la Dió­ce­sis con oca­sión de los úl­ti­mos cam­bios. Es ver­dad que cam­biar de pa­rro­quia o de uni­dad pas­to­ral es una ocasión para dar lo me­jor de uno mis­mo, pero tam­bién, por ex­pe­rien­cia pro­pia re­cien­te lo sé, el cam­bio tie­ne algo de trau­má­ti­co. Vues­tra dis­po­ni­bi­li­dad ejem­plar con­fir­ma que se­guís al Se­ñor y que no os seguís a vo­so­tros mis­mos. Ésta es la base de nues­tra fe­cun­di­dad pas­to­ral. Agra­dez­co tam­bién tremendamen­te a las co­mu­ni­da­des que os han sa­bi­do des­pe­dir y agra­de­cer y a la vez aco­ger y acom­pa­ñar.

En las ho­ras de ca­mi­na­ta ha­cia San­tia­go iba en mi co­ra­zón aca­ri­cian­do y pre­sen­tan­do los pro­yec­tos que nos aguar­dan en este pró­xi­mo cur­so: el Con­se­jo Pas­to­ral, el Plan Dio­ce­sano de Evan­ge­li­za­ción, el Consejo de Pres­bi­te­rio, el Equi­po Vo­ca­cio­nal y su es­tra­te­gia, los En­cuen­tros sa­cer­do­ta­les de diá­lo­go, la For­ma­ción sa­cer­do­tal per­ma­nen­te vin­cu­la­da a la Fa­cul­tad de Teo­lo­gía, las nue­vas ini­cia­ti­vas de ser­vi­cios y de­le­ga­cio­nes de la Dió­ce­sis y en mi caso la Co­mi­sión de Tra­ta de per­so­nas y me­no­res en ries­go.

Ya se van ha­cien­do pú­bli­cos la ma­yo­ría de los cam­bios, pero por su im­por­tan­cia quie­ro ex­pli­ci­tar lo referen­te al Se­mi­na­rio dio­ce­sano. En es­pe­ra de vo­ca­cio­nes y por tan­to de rec­tor, el Vi­ca­rio Ge­ne­ral asumi­rá pro­vi­sio­nal­men­te las fun­cio­nes de Coor­di­na­dor Ge­ne­ral del Se­mi­na­rio Dio­ce­sano de Vi­to­ria. Leo­nar­do Ja­vier Li­za­na Ca­ta­lán será el Di­rec­tor de la Re­si­den­cia de Es­tu­dian­tes del Se­mi­na­rio y Luis Isas­men­di Ar­naiz el En­car­ga­do del Per­so­nal de por­te­ría, lim­pie­za, co­ci­na y man­te­ni­mien­to. El em­pe­ño pre­fe­ren­te en mi co­ra­zón e ima­gino que en el vues­tro es la ta­rea vo­ca­cio­nal. Co­mu­ni­car a nues­tros jóvenes una con­cep­ción de la vida como vo­ca­ción es ob­je­ti­vo pri­vi­le­gia­do de pe­re­gri­na­cio­nes, re­ti­ros, ejer­ci­cios, cam­pos de tra­ba­jo, otras ac­cio­nes e in­clu­so de las Eu­ca­ris­tías de jó­ve­nes como cen­tro y culmen de su vida. Y en­tre las dis­tin­tas vo­ca­cio­nes no­so­tros so­mos re­fe­ren­tes de la sa­cer­do­tal así que en el cen­tro de nues­tra ora­ción está. Oja­lá pron­to mu­chos jó­ve­nes pue­dan acom­pa­ñar a Rafa nues­tro semina­ris­ta y pue­dan for­mar­se en nues­tro Se­mi­na­rio.

En­co­men­da­mos es­pe­cial­men­te a Al­fre­do Ar­naiz que como Vi­ca­rio epis­co­pal de vida con­sa­gra­da, sacerdo­tal y vo­ca­cio­nal va a es­tar com­ple­ta­men­te de­di­ca­do a este tema nu­clear. Es­toy se­gu­ro que po­drá con­tar con vues­tra co­la­bo­ra­ción y su­ge­ren­cias. La ora­ción in­ce­san­te de nues­tras co­mu­ni­da­des para que el Se­ñor man­de obre­ros a su mies ya ve­réis cómo es res­pon­di­da. Para mí no hay cam­po en el que tra­ba­je más a gus­to. Nues­tros jó­ve­nes se lo me­re­cen. To­dos so­mos res­pon­sa­bles de la ta­rea vo­ca­cio­nal.

Que des­can­séis tam­bién en es­tos días por­que nos es­pe­ra un cur­so pas­to­ral in­ten­so e im­por­tan­te. Cuen­to con vues­tra ora­ción por mí. Yo to­dos los días os en­co­mien­do. Zure otoit­za nire alde es­kat­zen di­zut.

Con todo mi afec­to, mi ben­di­ción.

+ Juan Car­los Eli­zal­de
Obis­po de Vi­to­ria

Comentarios
2 comentarios en “Car­ta del Obis­po de Vi­to­ria
  1. Yo me espero la carta que, hoy por hoy, no se atreve a publicar ni este obispo ni, al parecer, ningún otro en España, aunque sí en otros países, una que diga que la Amoris sólo ha sembrado confusión y que no puede derogar la exigencia de la Familiaris de vivir como hermanos, exigencia que no admite derogación alguna fuera del matrimonio auténtico.

  2. De verdad se consideran interesantes las cartas de los obispos? Para mí son despreciables. Obispos y cardenales (y papa) son hoy la vergüenza de la Iglesia. Es un milagro patente que subsista a pesar de esta caterva.

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