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El colegio no prepara para la vida (laboral)

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Una grandísima parte de la población está convencida de que el colegio al que asistimos tiene una gran importancia en tu vida (laboral). Según esa perspectiva los que hemos tenido o tienen la suerte de ir “a un buen colegio” (entienda usted por eso lo que quiera o pueda), deberían tener un futuro laboral más halagüeño que aquellos que los que han ido “a un colegio corriente” (entienda usted por eso lo que quiera o pueda).

Hoy en día los grandes reclamos publicitarios de los “buenos” colegios son “la excelencia académica” y el bilingüismo. Se asume que si un colegio consigue aportar esas dos “joyas” el futuro (laboral) del niño – cuando llegue a ser adulto – está prácticamente garantizado o por lo menos será mucho mejor que si hubiera ido a otro colegio que no hubiera podido ofrecer alguno de esos bienes tan preciados por los padres.

En primer lugar considerando únicamente cómo está el mercado laboral, pensar que el colegio donde estudias tiene alguna relación con las posibilidades de encontrar un trabajo o las posibilidades de que el trabajo a encontrar sea mejor o peor resulta absolutamente irrisorio.

Ahondando en el argumento anterior, a lo largo de mi vida laboral me han llegado cientos de currículums, en ninguno de los cuales recuerdo haber visto ninguna referencia al colegio donde el interesado cursó sus estudios.

En segundo lugar, ¿qué es eso de “la excelencia académica”?. Dado que éste no es el lugar adecuado para hacer un análisis pormenorizado del tema permítanme que me quede con lo que las páginas web de la mayoría de esos colegios resaltan, los directores pavonean y los padres pierden el oremus al leerlo u oírlo: 98% (o 99 o 100) de aprobados en selectividad.

Permítanme que me repita como el ajo con respecto a la tan cacareada “excelencia académica”:

Como ya escribí en algún artículo de este blog: “Sr. director, NO me hable de “excelencia académica” si no me puede asegurar la “excelencia docente” de su claustro”. No lo digo yo, lo dice el informe Mckinsey de 2007 titulado “Cómo hicieron los sistemas educativos con mejor desempeño del mundo para alcanzar su objetivo”:

“1. La calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes.

  1. La única manera de mejorar sus resultados es mejorando la instrucción.”

Pero ¡qué poco se oye hablar de excelencia docente! En no pocas ocasiones he oído quejas, he sufrido las consecuencias de un pésimo docente, y he visto el resultado de ponerlo en conocimiento de la dirección del centro. Las dos respuestas más frecuentes son:

  1.  “Es una institución dentro del colegio”.
  2.  “El colegio no tiene los fondos para pagarle la indemnización”.

Así que los alumnos van a sufrir y a pagar en sus cerebros la legislación laboral actual (retrógrada y decimonónica) de España, pero mientras se sigue hablando de la excelencia académica de ese centro (basándose únicamente en los resultados de selectividad, no en la calidad de su cuerpo docente).

Respecto al bilingüismo. Cualquiera que trabaje con niños dentro del sistema educativo español sabe que en la mayoría de los colegios denominados “bilingües” (no todos) se limitan a dar un número más o menos extenso de asignaturas en inglés. Que el alumno esté entendiendo lo que se limita a replicar como un loro en los exámenes, que tenga alguna utilidad para el manejo del inglés cuando salga al extranjero o que esa sea la forma adecuada de enseñar un idioma, eso, es harina de otro costal. Lo importante es cubrir el número de horas suficiente para decir que el colegio “es bilingüe”. Otra cosa muy distinta es que lo lleguen a ser sus alumnos.

Como me reconocía la directora de un colegio hace muy pocas semanas “esto del bilingüismo está haciendo un daño terrible a la enseñanza, terrible”.

El problema del sistema de enseñanza español es muy complejo, por ello me ceñiré a uno de los aspectos fundamentales: su obsesión y conformismo por trasmitir y exigir del alumno SOLO conocimientos.

En los últimos meses he tenido la oportunidad de hablar con varios directores de centros bien de sistema de enseñanza británico o bien de colegios que dentro del sistema de enseñanza español están luchando por mejorar de manera sustancial su labor y todos coinciden en lo mismo:

“Nuestro objetivo es dotar a los alumnos de conocimientos Y HABILIDADES”.

Y curiosamente todos resaltan las mismas:

  • habilidades para trabajar en equipo
  • habilidades deportivas
  • habilidades musicales
  • habilidades para hablar en público
  • habilidades sociales (inteligencia emocional) – en el aula Y en el patio.
  • habilidades de liderazgo
  • habilidades de resolución de problemas
  • habilidades de pensamiento multidisciplinar: utilizan la clase de arte, matemáticas y biología para aprender un mismo tema (el esqueleto humano) o matemáticas para comprender a Kandinsky, o arte para comprender las leyes matemáticas de la proporción.
  • habilidades para la expresión escrita

Por resaltar tan solo la última. Este fin de semana me contaba un padre ejemplar que su hija que cursa 3º de E.S.O. en Estados Unidos está “sufriendo” en la clase de escritura (writing). NO por el idioma, ella es bilingüe de verdad, sino por la dificultad para lograr “escribir bien”. (Esa habilidad es muy importante para una inmensa mayoría de trabajos – tiene gran relación con la vida)

En España dedicamos las clases de lengua a hacer los análisis sintácticos y morfológicos a las frases más absurdamente enrevesadas que se puedan pensar.  (Ruego que alguien me lo explique qué relación tiene con la vida (laboral)).

¡Ojo! NO estoy tratando de argumentar que los contenidos y las habilidades que se aprenden en el colegio tengan que tener una relación con la vida (laboral) o un valor pragmático.

Si exigimos que la enseñanza tenga siempre un sustrato práctico habremos acabado radicalmente con el sentido cultural, que es básico en el aprendizaje, y de manera muy particular en la etapa escolar.

Mi intención es sencillamente erradicar esa falacia de que el colegio (y su calidad) tiene una relación con la futura vida (laboral) de los niños. El objetivo de los colegios españoles (dentro del establishment) es obtener las mejores calificaciones en selectividad, pero qué relación existe entre la nota de selectividad y el éxito en la vida (laboral) – y no me refiero solo al éxito económico, sino de satisfacción (vital o laboral) en su sentido más amplio – es algo que al menos el común de los padres desconocemos y por tanto establecer una conexión entre ambos conceptos es una mera estratagema publicitaria.

El año pasado me preguntaba un padre porqué consideraba yo que era más adecuado para su hijo (de 3 años) que fuera a un colegio de sistema británico de enseñanza que a un colegio de sistema español, uno de esos colegios con solera, de los de Madrid de toda la vida (al que él había ido). Mi respuesta fue simple (en todas las acepciones del término simple): “no creo que donde estudie tenga ninguna relación con qué llegará a ser en su vida, así que, por lo menos, que los años de escolaridad los disfrute, se lo pase bien aprendiendo en el aula y no se pase la tarde haciendo deberes”.

 

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