El sábado fue un día muy triste. Me acerqué a la Librería Pedagógica para recoger los libros que había dejado el año pasado en depósito. Podían haber seguido allí meses o años, yo no tenía ninguna prisa por retirarlos, pero la Librería Pedagógica sí. El próximo día 30 de enero la Librería Pedagógica cierra sus puertas para siempre.
La única librería especializada en pedagogía de Madrid, la gran referencia para los docentes, psicólogos, psicopedagogos, maestros y logopedas cierra por falta de ventas.
Abrió en 1971, fundada por un grupo de profesionales, pedagogos, maestros y psicólogos, interesados en facilitar la labor de aprender, formarse y compartir conocimientos a sus colegas. Ha sido desde entonces un gran referente para muchos de nosotros. Era la librería donde ibas a buscar un libro sobre el desarrollo de los niños de 4 a 5 años y salías, tres horas más tarde, habiendo ojeado no menos de cincuenta libros, con la cabeza llena de ideas y con al menos 4 libros bajo el brazo. Era el lugar donde renovabas la sensación de que nuestra profesión importa más allá de lo que la sociedad nos demuestra y nos reconoce.
El cierre de la librería pedagógica es un síntoma claro del camino que nuestra sociedad ha emprendido. A varios niveles.
Cierra porque ya no vende suficientes libros como para mantener sus instalaciones y su personal. Ahora ya no se va a comprar a una librería, ahora enciendes el ordenador, entras en amazon, introduces el título que buscas y en 48 / 72 horas te lo traen a casa. Ya no has perdido el tiempo yendo hasta el centro de Madrid, ya no has dedicado tres horas a ojear decenas de libros, ya no te has cruzado con nadie, todos esos “locos de / por la enseñanza” que eran los que nos encontrábamos ahí dentro, ya no preguntas su opinión a quien te atiende, porque no hay nadie al otro lado de la pantalla. Ya no descubres tesoros ocultos en las estanterías. Ya sólo consigues lo que buscas.
Internet ha acabado con esta y con muchas librerías.
Ya lo dijo Nicholas Carr en su libro “Superficiales, ¿qué está haciendo internet con nuestras mentes?”. Nos facilita encontrar lo que busquemos, pero saltamos de una página a la siguiente sin haber terminado nunca de leer el texto completo de la primera. Comienzas buscando un libro sobre agorafobia y acabas viendo un video de una cría de tigre que ha nacido con dos cabezas.
Que una librería cierre es, al menos para mi, una pequeña tragedia. Que la que cierre sea la única especializada en pedagogía en Madrid es una gran tragedia. ¿Acaso no nos quejamos todos de cómo está la educación? ¿NO es un claro signo de que cada vez va a peor el hecho de que la gran referencia de los profesionales de la enseñanza cierre para siempre?.
“Internet es la gran ventana al mundo”. Sí, eso dicen, veamos que mira la gente a través de esa ventana.
El informe anual de Google.es acerca de las búsquedas más frecuentes indica que los cinco términos que más crecieron el año pasado (2015) en búsquedas fueron:
- Gran hermano 16
Me comentan que somos el único país donde esa bazofia televisiva ha llegado a la decimosexta edición. Todo un ejemplo de y para nuestra sociedad.
Además están las ediciones especiales, el llamado “Gran hermano VIP” (acrónimo inglés de Very Imbecile Person). En el que meten en una casa a un grupo de famosos a los que incluso uniendo todo su potencial intelectual sigue siendo necesario usar un microscopio electrónico para encontrarlo.
- Eurovisión
Un concurso televisivo agotado y que ha resucitado gracias a la inclusión de esperpentos circenses tales como mujeres barbudas, hombres disfrazados de seres horripilantes y otros adefesios que son el alimento intelectual que la sociedad actual busca (y que por supuesto, nunca lo hubieran podido encontrar en la Librería Pedagógica).
- Supervivientes
Otro programa de esos de “encierra a un grupo de gente en algún sitio y ponles una cámara en la cara hasta cuando duermen”. Se supone que lo importante de este programa, me cuentan, es la dificultad de la “supervivencia” en situaciones extremas, con difíciles pruebas físicas, pero la realidad es que la gente se engancha a los piques, las peleas, y los rollos entre los participantes.
- Elecciones
Recordemos que el año pasado hubo elecciones a los ayuntamientos de toda España, elecciones autonómicas en Cataluña, unas elecciones que el independentismo consiguió hacernos creer que eran más importantes que las que pudieran tener lugar en cualquier otra comunidad autónoma, y elecciones generales al parlamento y al senado. Tres elecciones, dos de ellas de ámbito nacional y una regional y aun así tres programas casposos reciben más búsquedas que algo que nos va a influir de manera determinante en nuestras vidas.
- La voz
Volvemos a los concursos televisivos. Esta vez con escusas musicales. Canto de sirenas para tener nuestras mentes entretenidas y no darnos cuenta de lo que estamos haciendo a nuestro nivel educativo.
Eso es lo que desde España se busca mayoritariamente en internet. La antítesis de la cultura y la educación.
Ayer contemplé las estanterías de la Librería Pedagógica casi vacías, albergando los últimos volúmenes de oferta – hasta el 90% de descuento -, pero el conocimiento ya no se compra, ya no le damos valor. Ahora queremos todo gratis, como nos lo da la TV e internet. Y si cuesta algo siempre encontraremos alguien que nos lo pase.
Ahora nos quejaremos de que los profesores no se forman. De todas formas ¿para qué se van a formar los profesores?. No hay un solo colegio en toda España donde se incentive (con euros, no con menciones) al buen profesor. Da igual que un profesor vaya a cinco cursos o congresos en un año o que no vaya a ninguno, su sueldo será el mismo. Da igual que un profesor consiga elevar el nivel académico de toda su clase porque sabe llegar a cada alumno o que los padres lleven años protestando porque ese profesor destroza la motivación de todos, su sueldo será el mismo.
Solo los buenos docentes tienen lo que hay que tener, “la motivación intrínseca” para formarse, aprender, mantener la inquietud para ser cada día mejores. Ni su salario, ni los padres, ni la sociedad les va a premiar por mantenerse en la brecha.
Ahora esos buenos docentes, al menos los de Madrid, tendrán que recurrir al teclado para encontrar algo que echarse al cerebro. Nada de perderte entre las estanterías. Nada de oler los libros antes de ojearlos.
El cierre de la Librería Pedagógica me ha recordado a lo ocurrido en Fantasía, el mundo de La Historia Interminable, en la que el vacío va acabando con todo lo creado. El vacío intelectual está creciendo por momentos, apoderándose del optimismo que acompaña a cualquier mirada al potencial humano.
Espero que volvamos a encontrar a un Bastian, protagonista de la historia de Michael Ende, que pueda, a través de la lectura, salvarnos una vez más del vacío que nos está invadiendo.