Felipe González es probablemente el padre de la actual manera de hacer política. Felipe fue de verdad el cambio, ese concepto al que se amarran los candidatos de todas clases para proponerse como alternativa a los que ahora ocupan cualquier posición de poder. Con González aprendimos y comprendimos con amargura que las palabras podían significar cualquier cosa. En realidad ya no había palabra,ni palabras. El vocablo,la suma de letras para construir un fonema,se había impuesto definitivamente.Cuando en una de sus alocuciones interminables describió dos realidades como»cosas bastante idénticas» renunciamos a explícitas cualquier crítica razonada. Y es que se trataba del poder,de mandar,de colocarse por encima de los demás para ponerlos a su servicio. El sol con Felipe González volvía a girar alrededor de la tierra… Con aquellos socialistas supimos que el BOE consumía diariamente toneladas de papel y que si eras un poco espabilado podías llegar a un acuerdo con un suministrador y ganar unas pesetas por tonelada. Que la Guardia Civil tenía una asociación de huérfanos que además construía casas y que si eras el Director del Benemérito Cuerpo cada casita o pisiito te podía arreglar el descubierto de tus saldos. Que el Gobernador del Banco de España si montaba su propio banquito tenia segurada una jubilación jubilosa.Y que si eras hermano del Vicepresidente del Gobierno no había productor colombiano de café que pudiera surtir todo el consumo de esa infusión en la sede de la Delegación del Gobierno en Sevilla. La verdad es que con Felipe aprendimos una barbaridad.Ganó las elecciones con aquel «OTAN,de entrada No» y nos metió en la OTAN a los tres meses.Cuando dejaron el poder catorce años después a España no la conocía ni la madre que la parió y a sus bolsillos tampoco. Y es que como ellos solían apuntar»nosotros somos otra gente».Mientras ocurrían todas estas cosas los españoles soñamos durante tres lustros que era posible que hubiera «otra gente» que no mintiera ,robara y jorobara con el desparpajo con el que lo hacían los herederos de Pablo Iglesias. Luego vino el aznarismo. Como en la extinta URSS un Gobierno de tipos listos entrego en manos privadas la banca pública,la telefonía pública,la siderurgia pública. A los catalanes les reservaron la energía pública,el gas y la electricidad. Las cuentas del Estado se vieron muy saneadas y los privatizadores también salieron satisfechos en todos los sentidos.España iba bien o al menos iba mejor. Las tres patas del poder «turnante»,PSOE,PP y CIU sostenían encantadas un sistema que propiciaba una aparente estabilidad y que garantizaba a través de sus modelos educativos,culturales y mediáticos que la sociedad en su conjunto fuera virando hacia una izquierda relativista y laicista. Hoy estamos a tres días de unas importantes elecciones municipales y autonómicas. Aquellos jóvenes que sufrimos amargamente madurar con la telepredicación de uno de los políticos más embaucadores que España ha tenido ya estamos al borde de los sesenta. La prisa de la juventud ha dado paso a la calma de la madurez y sabemos bien lo difícil que es que las cosas cambien de verdad.Comprobar estos últimos años que el partido de la derecha se comportó en el pasado con la misma desverguenza que sus rivales de la izquierda nos ha dejado duramente tocados. Por primera vez se cuelan en las proyecciones de votos opciones políticas que pueden arañar las paredes de este viejo edificio político que comenzó en el 82.Pero las propuestas de fondo de las nacientes formaciones políticas parecen sucumbir en cuestión de meses a los usos y costumbres putrefactos de los antiguos contendientes. La democracia española está gravemente herida,nada puede aportar a mejorar la sociedad simplemente porque esa sociedad,nuestra sociedad,no tiene el más mínimo interés en ser mejorada. Voy a votar el domingo. Yo también quiero el cambio.Quiero otras personas,otras formas de participar en la vida pública. Quiero otros mecanismos que garanticen la transparencia en el manejo del dinero de todos, que inhabiliten a la envidia como motor de la sociedad,que enaltezcan los actos buenos y penalicen socialmente los malos. Después de dar tantos pasos atrás todavía sueño con que el día 24 podamos dar un pasito «palante», aunque solo sea uno.
Cosas bastante idénticas
| 23 mayo, 2015
Felipe González:
Durante su juventud militó en las Juventudes Universitarias de Acción Católica y en las Juventudes Obreras Católicas,
http://es.wikipedia.org/wiki/Felipe_Gonz%C3%A1lez
Nada ha cambiado en España.
La «elite» va a seguir siendo la misma. Con las mismas míseras miras y las mismas maneras miserables.
Por mucho que los de «abajo» hayan querido cambiar las cosas la realidad de » la elite» se ha impuesto APLASTANTE. Los periódicos, las teles, los políticos, los » empresarios» favorecidos por los políticos, los de antes los de ahora. Todo inamovible, tan inamovible que las «nuevas» formaciones parecen viejas.
Ni hay lealtad ni juego limpio, no hay libertad sino imposición de las podridas reglas de «SU » juego siempre con las mismas cartas marcadas.
No hay opción que corrija el sistema. La «elite» las impide a toda costa.
No sé cómo acabará esto pero me temo que nada bien.
Blas, deje de fantasear, tómese la medicación y vuelva a la cama que anuncian frío para esta noche.
Los poderes fácticos no van a cambiar, desengáñese. Ni a Pujol ni a Borbón van a encarcelar. Llevan más de cuatro años con el procedimiento y acabará como lo de Filesa, con la muerte del juez.
La única persona que puede mantener el tipo es Mariano Rajoy. El resto da miedo. ¿o va a poner el Gobierno en manos de Sánchez, Rivera o Iglesias?