Hace unos días las integrantes de una asociación eclesial, entusiásticamente estaban promocionando a precios muy accesibles en la puerta de un templo parroquial católico la versión protestante del Nuevo Testamento llamada «Dios habla hoy».
«La causa principal es ésta: Desde el siglo XVIII y especialmente desde el siglo XIX existen numerosas Sociedades Bíblicas protestantes. Su objeto es editar y difundir la Biblia. La más importante de ellas es la Sociedad Bíblica fundada en 1804 en Inglaterra. Teniendo personalidad jurídica posee una fortuna muy grande que es bien administrada y rinde rentas muy cuantiosas. Estas rentas se gastan en abaratar la Biblia. En los primeros 90 años de existencia esta sociedad bíblica ha podido difundir más de 100 millones de Biblias o Nuevos Testamentos» (Mons. Federico Kaiser, Contesta la Biblia).
Lo extraño es, que estas versiones sumamente baratas de la Biblia o del Nuevo Testamento, son promocionadas entre los católicos y no entre las congregaciones o grupos protestantes. Desde algunos años, el mes de septiembre es denominado «Mes de la Biblia». En la Iglesia Católica se subraya este mes, en referencia al gran San Jerónimo de Estridón, cuya fiesta litúrgica celebramos el 30 de septiembre. Nacido el año 340 en Dalmacia, este santo fue quien tradujo la Biblia, de sus idiomas originales, el hebreo y el griego al latín. «Consagró toda su vida al estudio de las Sagradas Escrituras y es considerado uno de los mejores, si no el mejor, en este oficio». La traducción verificada por San Jerónimo llamada Vulgata (de vulgata editio, «edición para el pueblo»), ha sido el texto oficial de la Biblia católica hasta la promulgación en 1979 de la Neovulgata. Desde que San Jerónimo ordenó y tradujo la antigua versión de la «Vetus Latina», la Iglesia reconoce una doble tradición bíblica: la del texto hebreo para los libros del canon judío, y la de la Biblia griega para los demás, sólo que en una versión o tradición latina. También el mundo protestante celebra el Mes de la Biblia. Coincide el mes, ya que el 26 de septiembre de 1569, concluyeron la impresión de su versión de las Escrituras Sagradas en español, traducción hecha por Casiodoro de Reina que vino en llamarse «Biblia del Oso», debido a que la tapa de dicha impresión llevaba un oso comiendo miel desde un panal, traducción que posteriormente fue revisada por Cipriano de Valera, dando así origen a la famosa versión «Reina Valera». Sí, hay una gran diferencia en la Biblia de los protestantes y en la de los católicos. Los católicos admitimos como inspirados divinamente 72 libros. Los protestantes -como no inspirados- excluyen los libros de Tobías, Judit, Primero y Segundo de los Macabeos, Baruc, Sabiduría, Eclesiástico y alguna adiciones a los libros de Ester y Daniel. Y del Nuevo Testamento excluyen las cartas de San Pablo a los Hebreos, la Segunda de Pedro, la Segunda y Tercera de Juan, la de Santiago, la de Judas y el Apocalipsis. Aunque algunas de las iglesias separadas admiten casi todo el canon de los libros católicos, en ambientes protestantes se insufla el slogan de que la Iglesia Católica había añadido dichos libros a la Biblia, empero, lo que ocurrió fue totalmente lo contrario, fueron los protestantes quienes retiraron de la Biblia los libros señalados, que habían formado parte de ella por siglos, el motivo para que redujeran el número de libros, fue, que el contenido de los mismos contradecía las ideas liberales de la Reforma. De tal forma que el Sacrosanto Concilio Ecuménico de Trento en 1546 proclamó que los 72 libros del canon (catálogo) siempre habían formado parte de la Biblia, y que consecuentemente debían seguir formando parte del mismo, ratificando magisterialmente lo que ya la Iglesia Católica Romana había decidido sobre los libros que formarían parte de la Biblia en el Concilio de Roma (382 AD), en el de Hipona (393 AD) y en el de Cartago (397 AD). Confirmó asimismo que todo libro inscrito en el catálogo de los libros inspirados posee tres propiedades. 1. Que ha sido escrito bajo la inspiración de Dios, por tanto tiene origen divino. 2. Su inspiración está corroborada por la autoridad competente: la Iglesia. 3. Que los libros de la Vulgata deben ser considerados como infalibles y exentos de error en lo referente a la fe y costumbres. Huelga decir que la Biblia protestante está en el índice de los libros prohibidos.