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Con la masonería, de dentro y de fuera, las cosas claras…

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Vicente Montesinos

 

 

Monseñor Hector Aguer

 

 

Al final, de tanto vendernos que lo malo es bueno; que todo da igual, que el pecado no se sabe si existe, que infierno no hay; y que «quién soy yo para juzgar…», desde esta jerarquía eclesial en decadencia nos van a querer hacer tragar hasta que la masonería es buena.

Claro, podemos meternos con Alfie, con Aberasturi, con los católicos fieles, con los tradicionales, y con todo lo que huela a ortodoxia, fidelidad y verdad… Pero eso de hablar de masones… ¡Calla, calla… ! Eso eran cosas del loco de Franco, hablando de su conspiración judeo-masónica…

Y entre tanto, la masonería a seguir su plan, contra la Iglesia. Y lo peor, desde la Iglesia…

Menos mal que entre tantos pastores cobardes y traidores, siguen alzándose voces valientes (hasta que sean también misericordiadas y apartadas)

Y una vez más, he de referirme (no es porque yo quiera, es que este santo Monseñor no hace más que ganar mériros) al excelente y valiente (y más estando en Argentina) Arzobispo de La Plata, Monseñor Héctor Aguer; quien no tuvo reparo en publicar en un periódico, con su nombre, dirección y hasta documento de identidad, la siguiente carta.

Breve, cierto, y claro.

Dios lo guarde, Arzobispo. Del mal y de los malos:

 


 

El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, envió al diario «El Día» una carta que fue publicada el 18 de abril con el Correo de Lectores del matutino platense. El texto es el siguiente:

 

MASONES

         No he leído aún el libro de Mariano Hamilton “Masones argentinos”, pronto ocupará un lugar en mi biblioteca sobre el tema. Sólo deseo ahora contradecir una afirmación del comentario bibliográfico publicado el domingo 15. Se dice allí que la mala fama de la masonería es responsabilidad de la Iglesia porque “desde su origen le declaró una guerra sin cuartel”. Lógicamente, la Iglesia la condenó porque desde sus inicios en 1717, la masonería moderna fue la gran enemiga del catolicismo. Bajo cobertura de beneficencia difunde su iluminismo laicista y la irreligión. Obedece a la proclama de Voltaire: “¡Aplastemos al infame!”, y procura infiltrarse en los organismos del Estado y en todas las instituciones para imponer sus dogmas, sin que se note su presencia. Es una sociedad secreta; en los diversos ritos los miembros de los grados inferiores, entre los que se encuentran personas ilustres, ignoran lo que se planea en los superiores. A esta altura de la historia hay todavía, muchos católicos, que no “comemos vidrios”.

Héctor Aguer, DNI 4.415.937

Calle 14 Nº 1009

 

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Comentarios
6 comentarios en “Con la masonería, de dentro y de fuera, las cosas claras…
  1. Nunca he entendido porqué los papas que han sabido quienes son los cardenales masones, no los arrojan del Vaticano denunciando que los quitan por ser masones, por su incompatibbilidad con el mensaje de Cristo.
    Ahora entre unos cuantos «idiotas útiles», se quedan felices en el vaticano los masones, los herejes, los homosexuales, los marginados no del pecado, los teólogos de la liberación, los sacerdotes que se quieren casar, los que por no saber lógica ni argumentación, dicen que no juzgan.
    ¿Quien se atreverá a poner en su lugar a Bergolio?
    PUROS, -COMO DICEN EN LA OBRA-; PUROS RESPETOS HUMANOS.

  2. La Historia enseña que las palabras de Mons. Aguer expresan la verdad total. La masonería, desde su fundación, ha proclamado su odio a la Iglesia Católica. Los testimonios son infinitos, de sus propias fuentes. En mi país, Ecuador, los masones cometieron varios asesinatos, los más conocidos son los del presidente católico Gabriel García Moreno y del arzobispo de Quito Ignacio Checa y Barba, pero hubo más. También implantaron a sangre y fuego un laicismo violento contra la Fe Católica (con muertos, como los padres Emilio Moscoso S.J. y Eudoro Maldonado), etc.

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