Vicente Montesinos
Según una fuente muy bien informada del Vaticano, y como ha relatado LifeSiteNews, el cardenal Müller se opuso con fuerza a que Bergoglio rehabilitara a Don Mauro Inzoli, un conocido abusador de menores. Pero el Papa no quiso escuchar a Müller, y además la insistencia del Cardenal en aplicar la normativa de la Iglesia para estos casos, le costó ser despedido por Bergoglio.
En 2012, Inzoli fue declarado culpable por un tribunal eclesiástico de abusar de niños de tan solo 12 años incluso en el confesionario. Luego fue suspendido a divinis , lo que lo excluyó de todas las funciones sacerdotales. Bergoglio, tras llegar al Pontificado, siguió las directrices de los amigos de Inzoli, el cardenal Coccopalmeiro y Monseñor Pinto, y redujo la pena del sacerdote a una «vida de oración», pero pronto celebraba ya misa, y en 2015 participaba en conferencias sobre la familia en Lombardía. Todo este asunto fuer tapado por Bergoglio (el de la tolerancia cero y el «denuncien los casos«) y sólo salió a la luz porque un tribunal italiano condenó a Inzoli a cuatro años y nueve meses de prisión, siendo juzgado por más de cien casos de abusos.
Pero no queda ahí la cosa; en un suma y sigue de actuaciones papales bochornosas, ante las que ningún católico debiera callar, hemos podido saber igualmente que arbitrariamente Bergoglio denegó el uso de un apartamento vaticano a uno de los secretarios del Cardenal Müller, para otorgárselo a Monseñor Luigi Capozzi, a pesar de ya haber sido advertido de los graves problemas que generaba el mismo.
En 2017, y después de las quejas de los vecinos, ese apartamento fue allanado por la policía, para poner fin una orgía homosexual con grandes cantidades de cocaína, que el propio Monseñor Capozzi había organizado para sus amigos homosexuales. Capozzi era íntimo de Coccopalmeiro, quien en 2014, y como bien sabía Bergoglio, había hablado sobre los «elementos positivos» de las relaciones homosexuales.
La fuente vaticana que manejaba LifeSiteNews ha confirmado sin ningún género de dudas a este medio que el Cardenal Müller, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, siempre había perseguido de forma decidida y firme los casos de abuso, motivo por el que fue despedido, junto a sus tres diligentes sacerdotes colaboradores. La justicia que pretendía aplicar el Cardenal Müller era demasiado dura para el Papa y sus secuaces. Müller fue expulsado de su cargo sin previo aviso y con unas lamentables formas por Bergoglio en junio de 2017.
El papa, tal y como relató Tossatti e informamos en su día, había dicho: «Yo soy el Papa, no necesito dar razones para ninguna de mis decisiones. He decidido que tienen que irse y tienen que irse«.
Parece ser que soportar las denuncias de abusos sexuales de sus protegidos era demasiado para Bergoglio. El papa bueno. El que mueve masas. El que vino a salvar a la Iglesia de la rigidez.
Y para traer el desconcierto, la corrupción, el bochorno, y el encubrimiento de la vergüenza de los abusos, principalmente homosexuales, respaldado por la mafia gay del Vaticano.
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Humildemente, con todo respeto y aparte de todo lo que se ha expuesto, creo que además le falta nivel…,
Queridísimo Vicente.
Hoy quiero compartir con vosotros unas reflexiones que me parecen básicas ante los acontecimientos que estamos viviendo.
Muchas veces he comparado a la Iglesia con un gran hospital,dado que su razón de ser esencial es cural,salvar.
Por lo que,cuando muchas veces en la vida se me ha reprochado que la Iglesia en la que creo está llena de pústulas y miserias,siempre he contraargumentado:¿De qué os extrañáis?.¿Os asombra que un hospital se componga casi exclusivamente de enfermos?.¿Creéis que el personal sanitario de tal hospital no tiene a su vez sus propias dolencias y morbosidades?
Dicho esto,que me parece fundamental para aclarar malentendidos,hay que buscar cuál es la causa propia,especícifa,nueva,del momento histórico que vivimos.Y creo que no es otra que la locura que se ha instalado en el «personal sanitario» de la Iglesia,al menos desde el posconcilio:Negar la enfermedad y negar la muerte.Lo primero,aboliendo el pecado.Lo segundo,aboliendo el infierno.Ambas cosas,más allá de la mentira existencial que suponen,conllevando el enrocamiento en las propias miserias,y expidiendo «salvoconductos»para la perdición eterna,entrañan una consecuencia inapelablemente necesaria:La Iglesia está de más,sobra;como sobrarían los hospitales en una humanidad que nunca enfermara.Y si a pesar de eso sigue existiendo,sólo puede ser porque la permanente tentación del clericalismo se ha convertido en la única razón de su existencia:Un modus vivendi tejido de prebendas,holgazanería,medro,carrerismo,hedonismo,…,con el único límite puesto por la ley civil-el delito-,ya que no existe el pecado.
A la luz de todo eso creo que hay que tratar de entender todo lo que está pasando:Sin pecado.Sin infierno.Con el amparo de facto que han tenido los clérigos en casi todas las legislaciones del mundo…,»comamos y bebamos,que mañana moriremos».O con palabras del cínico León X:»Gocemos del papado,pues que Dios nos lo ha otorgado».
Pues eso…
Totalmente de acuerdo,Carlos, con el análisis que haces de la situación actual de la Iglesia.
Muy bien, Carlos. Gran reflexión
Ya he dicho muchas veces que el porteño, si no es un antipapa, se empeña (con gran éxito) en parecerlo. Y que si no es un servidor del enemigo, entonces es que es idiota.
Pues no se, si realmente actúa así lo que en el fondo se ve que es poco inteligente y deja muchas pistas que en poco tiempo se vuelven en su contra, o apoya de tal grado asus amigos que cree que lo que le dicen es todo mentira y no es objetivo, y alguien que no es objetivo y es incapaz de gobernar no puede estar al frente de la Barca así de claro.
Así es, en todo caso
Para ir de progre, Bergoglio es terriblemente autoritario en su concepción del Papado. El culto a la personalidad se ha instalado en muchos católicos deformando el rol del Papado. Si conseguimos librarnos de esta pesadilla llamada Bergoglio, los católicos habremos de replantear nuestra actitud ante el Papado. Basta de confundir la veneración con el servilismo permanente y la adulación. Por ese camino hemos llegado a tolerar lo intolerable y a movernos en una dinámica de silencio que ha posibilitado que la bola de nieve del pecado y la infidelidad no paren de crecer. Bergoglio debe de irse y si él no quiere, los que todavía le apoyan deben de hacerle ver que el bien de la Iglesia Católica y de millones de almas depende de que se largue. Pero me temo que trate de salvar su trasero de la justicia humana atrincherándose en el Solio Pontificio, lo cual sería devastador para la Iglesia Católica.
Absolutamente de acuerdo con todo, amigo